Acerca del Espacio de su Génesis
Por: Claudia González Castro
La emergencia de estudios que desvían la mirada desde los paradigmas imperantes de las ciencias sociales para reivindicar las epistemologías postcoloniales, se fundamenta en distintos argumentos que emanan desde las diferentes vertientes que nutren el problema en cuestión. Por una parte, se entiende el postcolonialismo como una consecuencia de la postmodernidad y la consiguiente crisis de paradigmas en ciencias sociales. Esto nos sitúa en una metanarrativa, que entiende el desarrollo de todo proceso social desde la visión eurocéntrica, en concomitancia con el concepto de hegemonía que se proyecta en la institucionalización de los estratos sociales. En segunda instancia, se entiende el postcolonialismo como una necesidad de reivindicación de lo subalterno, con pretensiones de generar un verdadero intersticio de quiebre epistémico. Analicemos cada uno de estos tópicos para establecer los nexos entre ambos.
Si bien el concepto “Post moderno” es conflictivo y absorbe una gran cantidad de cuestionamientos, que hace impensable aventurar una definición, generalmente se le utiliza para describir transformaciones culturales que cuestionan los paradigmas sobre los cuales se asienta la modernidad: la universalidad del conocimiento, la localización del saber y los criterios de temporalización, son algunos de los fundamentos a la aparición de miradas divergentes que erigen los estudios postcoloniales, y que han sido ampliamente analizados por autores como Dussel, Wallerstain, Spivak, Quijano, por solo nombrar algunos. Detengámonos un momento en los criterios de temporalización y su relación con lo postmoderno y postcolonial. La crisis de las ciencias sociales que se ha proyectado hacia la historia, acusa a la cronología dictatorial de no considerar los diferentes momentos que convergen en un determinado momento histórico. La anacronía de las diferentes historias simultáneas cronológicamente son difíciles de concebir como ritmos temporales heterogéneos sin el agregado de gradación civilizatorio que las ubica en más o menos lejos del referente de desarrollo moderno. La apertura a un nuevo criterio de temporalización, ha superado el cuestionamiento del subdesarrollo abriendo nuevas posibilidades a la consideración de la heterogeneidad que fundamenta las epistemologías postcoloniales desde una mirada académica.
Pero no es el único vínculo que une posmodernidad y postcolonialismo, en tanto la primera se establece como un lugar de sospecha de la modernidad y sus patrones racionales, fundamentaría también el saber postcolonial. Esta posible relación la han analizado autores como Nelly Richard[1], Hermann Herlinghaus y Monika Walter[2], Homi Bhaba [3], entre otros. Walter Mignolo intenta aclarar ambos conceptos: “(…) en América Latina (así como en ciertas áreas de Asia y África) lo posmoderno y lo poscolonial-occidental son dos caras de la misma moneda, que sitúan las construcciones imaginarias y los lugares de enunciación en diferentes aspectos de la modernidad del orden mundial moderno colonial e imperial”.[4] Pero también nos advierte del peligro de interpretar lo poscolonial con los cánones provenientes de lo hegemónico. Moreiras acoge esta idea y cita a Mignolo: “si la ´posmodernidad´ y la ´poscolonialidad´ son nombres de dos maneras o espacios de pensamiento para ´contrariar a la modernidad´, ´deconstrucción´ designaría la operación asociada a la primera manera y ´descolonización´ la operación asociada a la segunda”[5]. Desde esta perspectiva, es necesario repensar lo postcolonial desde su propio espacio, a través de su propio ejercicio crítico: la “descolonización”, sin supeditación al criterio europeo de la postmodernidad.
Pero no solo la voluntad de contrariar la modernidad es posible considerar a la hora de interpretar lo postcolonial a partir de la metanarrativa europea. También se observa la creciente necesidad de institucionalizar los estratos de todo sistema social, obedeciendo a la voluntad hegemónica del poder totalizante para la reproducción de la colonialidad.
Debemos primeramente, entender el poder en su manifestación globalizada y capitalista. Es decir, desplazado desde los Estados Naciones hacia las empresas capitalistas globales, como lo explica Zizek: “Con el funcionamiento multinacional del Capital, ya no nos hallamos frente a la oposición estándar entre metrópolis y países colonizados. La empresa global rompe el cordón umbilical que la une a su nación materna y trata a su país de origen simplemente como otro territorio que debe ser colonizado”.[6] Dentro de esta idea de autocolonización, se entiende la necesidad de poder y dominio de la lógica del capital sobre sus territorios de expansión. Lo que está fuera de los márgenes se escapa de los mecanismos de control e inclusive podría significar una desestabilización del sistema capital. Por tanto, se hace necesario la incorporación del margen al espacio académico e institucional a través de la categorización que le entrega identidad, espacio y lugar dentro de lo establecido. La identidad del postcolonialismo, visto desde esta perspectiva, podría llegar a confundirse con un espacio de resistencia y oposición, pero en verdad son los rangos de permisividad que se admiten dentro del todo.
Moreiras advierte la dependencia de los estudios Postcoloniales Latinoamericanos a las construcciones discursivas pertenecientes a la dinámica global de la dominación, a través de formas de conocimiento europeas y modernas, en una especie de contradicción semántica de un discurso que presenta al menos dos estratos: uno superficial que niega en apariencia, y otro subyacente en el que se niega lo que se está negando: “negación de la negación” que en su extremo más radical se convierte en afirmación absoluta. De esta manera lo postcolonial se establece como un discurso que niega la homogeneidad desde una perspectiva integradora de aquellos constructos culturales objetivados desde una concepción moderna y europea[7].
Este punto de tensión se proyecta, por ejemplo, en la Literatura Latino Americana. En el ejercicio literario, se puede afirmar la existencia de una novela emergente en los años 60, que se puede delimitar dentro de ciertos márgenes que se alejan de lo racional para acercarse a lo mágico. Moreiras analiza estas intenciones identitarias americanistas que hacen uso de estructuras narrativas y lengua de los dominadores, de esta forma se proyectan como una réplica, que se integra a lo ya existente, sin ampliar los márgenes de tensión y resistencia, más allá de lo establecido[8]. No es posible desde esta perspectiva, hablar de diferencias sino de estratos de la estructura imperante. Es la posibilidad de emergencia de un discurso enmarcado en un fundamento teórico establecido, que al legitimarlo dentro de un sistema, pasa a formar parte de él. La emergencia de lo postcolonial entonces, entendida como democratización cultural desde lo hegemónico, incorpora entonces todos los estratos sociales a la propuesta moderna creando nuevos espacios de consumo y reproduciendo la colonización ya no del territorio, sino del conocimiento.
Pensemos ahora en una segunda alternativa de espacio de emergencia de lo postcolonial: lo propiamente postcolonial. Aquello que se erige desde el margen, que no reclama la inclusión sino el reconocimiento de la diferencia colonial ética, política y epistémica. Un pensamiento que no se entiende desde Santo Tomás, Kant o Marx, sino desde el espacio que Dussel concebía como “el otro”: “Dussel concebía la totalidad compuesta por «lo mismo» y «lo otro», y llamaba a esa totalidad (formada por «lo mismo» y «lo otro») «lo Mismo». Fuera de esa totalidad estaba el dominio de «el otro». La diferencia en español viene dada por el cambio de artículo: mientras que lo otro no sería sino la categoría complementaria de «lo mismo», el otro permanecería fuera, en el exterior del sistema. (…) Metafísicamente, «el otro» es – desde la perspectiva de la totalidad de «lo mismo»- lo impensable que Dussel urge a pensar.[9] Walter Mignolo diferencia “lo otro” de “el otro”, denominándolos subalternidades interior y exterior[10], que se diferencian más allá de lo que Marx pudo ver en términos de clases sociales y jerarquías. Etnia, género, sexualidad, nacionalidad, serían algunos componentes sociales que delimitarían lo interior de lo exterior. La subalternidad exterior, o “el otro” presentaría ciertos márgenes de movilidad, en tanto el sistema maleable, incorpora parámetros de reconocimiento, dentro de la jerarquía, sin desligarlos de su condición de subalternos, pero al interior de la totalidad.
Lo postcolonial emerge entonces, desde la subalternidad situada en el exterior, un espacio impensable en el imaginario del sistema mundo moderno.
A esta altura del análisis, parece importante referirse a la dicotomía “de-desde”, que establece la diferencia existente entre el discurso académico que “habla de”, aprehendiendo un determinado objeto de estudio (subalterno) a partir del escenario institucional establecido y “habla desde” las propias convicciones socio políticas de espacios subalternos. Los Estudios que hablan “de” América Latina, como “lo otro” contribuyen a erigir un imaginario geográfico que existe al interior de un texto. Es una construcción textual subordinada al discurso de quién lo escribe. Hablar “desde” América Latina, implica levantar un discurso cargado de nativismo, y localidad. Una provocación para la objetividad racional, que proyecta los saberes silenciados y desarticula la representación epistémica. Este pensamiento constituye la perspectiva otra, que reclama la interculturalidad. Edgardo Lander, enumera las ideas centrales de este paradigma, citando a Maritza Montero:
“Una concepción de comunidad y de participación así como del saber popular, como formas de constitución y a la vez como producto de un episteme de relación.
La idea de liberación a través de la praxis, que supone la movilización de la conciencia, y un sentido crítico que lleva a la desnaturalización de las formas canónicas de aprehender-construir-ser en el mundo.
La redefinición del rol de investigador social, el reconocimiento del Otro como Sí Mismo y por lo tanto la del sujeto-objeto de la investigación como actor social y constructor de conocimiento.
El carácter histórico, indeterminado, indefinido, no acabado y relativo del conocimiento. La multiplicidad de voces, de mundos de vida, la pluralidad epistémica.
La perspectiva de la dependencia y luego, la de la resistencia. La tensión ente minorías y mayorías y los modos alternativos de hacer-conocer.
La revisión de métodos, los aportes y las transformaciones provocados por ellos”.[11]
Moreiras nos lleva al campo epistemológico de lo propiamente poscolonial latinoamericano, evidenciando la existencia de dos latinoamericanismos. El primero, opera tradicionalmente como discurso inscrito en la estructura académica. Como tal genera construcciones textuales que se inscriben en la dinámica global de la dominación, en pro de la integración y homogenización. El segundo latinoamericanismo, más que teorizar América Latina, pretende establecerse en el actuar, contradisciplinario y anti representacional, en busca de la liberación de las diferencias y la desarticulación del constructo teórico imperial. La función de este segundo latinoamericanismo es “entorpecer el progreso tendencial de la representación epistémica hacia su total clausura. En palabras de Moreiras: “el primer Latinoamericanismo opera bajo la presunción de que lo alternativo, o lo “otro”, puede siempre y de hecho siempre debe ser reducido teóricamente; pero el segundo Latinoamericanismo se entiende en solidaridad epistémica con las voces o los silencios residuales de la otredad latinoamerica”[12]
Moreiras presenta además una alternativa para pensar la emergencia del latinoamericanismo: El Tercer Espacio. Este se configura como un intersticio entre lo hegemónico y lo subalterno en sus versiones más extremas. No es un ejercicio aleatorio de ambos, sino un espacio alternativo que no pertenece al primer espacio, preconizador de una utopía identitaria étnica, ni al segundo espacio, supeditado a la teoría imperial. El tercer espacio renuncia a la jerarquización discursiva, reacciona contra el dominio del texto metropolitano, pero mantiene el compromiso con la teoría, la voluntad teórica libre de la exacerbación utópica de paradigmas identitarios y hegemónicos. Desde el Tercer Espacio, debe erigirse entonces el pensamiento Latinoamericano, en apertura a la apropiación, traducción y rehistorización.[13]
La emergencia de la voz de la subalternidad presenta importantes cuestionamientos. Por una parte, Dipesh Chakrabarty, se cuestiona el alcance del discurso poscolonial y su capacidad de réplica: “Ellos (europa) producen su trabajo ignorando relativamente las historias del no-Oeste, y esto no parece afectar la calidad de su trabajo. Este es un gesto que, sin embargo ‘nosostros’ no podemos devolver. Ni siquiera podemos permitirnos una igualdad o simetría de ignorancia en este nivel sin correr el riesgo de parecer como ´fuera de moda’ o ‘anticuados”.[14] Con la metáfora de “devolver el gesto”, Chakrabarty nos quiere evidenciar la ignorancia asimétrica que condiciona la producción teórica del tercer mundo. Ante el problema, Chakrabarty propone el proyecto de provincialización de Europa. Su propuesta no constituye un rechazo a la modernidad pero invita a cuestionarla desde sus conceptos elementales: la razón la ciencia y la universalidad del conocimiento, sin que este profundo cuestionamiento signifique relativismo cultural. Provincializar Europa no solo comprende el cuestionamiento, sino también, el desarrollo de una “conciencia” por parte de los dominados de una historia oculta que nos involucra en el desarrollo de la idea de modernidad, en tanto Europa no ha gestado sola las grandes narrativas, sino que es producto del aporte de todos los proyectos occidentales de progreso y las ideologías modernizadoras de los nacionalismos presentes en el tercer mundo. También este proyecto invita a hacer visible la represión y la violencia como instrumental de la modernidad a través de un espacio asignado en la estructura de las formas narrativas de la historia y exige que se revele las razones por las cuales se consideró ineludible.[15]
Provincializar Europa, significa sobre todo, abrir la historia a la heterogeneidad, sin caer en lo nativista, nacionalista ni atávico, y a entender otras formas de solidaridad humana.
Para Spivak, el proyecto de Chakrabarty estaría limitado por la imposibilidad del sujeto subalterno, de proyectar su propia voz, recurriendo a determinados mecanismos que le entregarían representación discursiva. De la misma manera en que dicha representación puede alterar el enunciado primitivo, el espacio dentro de la historia que se adjudica el sujeto, lo desplaza de su condición de subalterno. De esta manera, lo subalterno desaparece en su condición de margen irrepresentable.[16]
Aunque paradójico, los dos puntos de génesis observados para los estudios Postcoloniales, generan una verdadera antinomia, que podría atraer la confusión antes de adoptar un lugar de reflexión o acción. Es necesario entonces, situarse en la sospecha de todo discurso postcolonial para elucidar el texto oculto que evidencia los anhelos unificadores e integradores a la potencia hegemónica. Me refiero explícitamente a los discursos gubernamentales, intelectuales y globalizadores que a partir de la promesa de desarrollo intentan acallar las voces divergentes que emanan desde el margen. Por otra parte, sería utópico situarse desde un paradigma postcolonial que busque la reivindicación nativa o étnica, haciendo frente a un imperio económico ya establecido y proclamando la ruptura teórica y epistémica (¿podríamos devolver el gesto?, parafraseando a Chakrabarty). Tal vez la respuesta está en el Tercer Espacio. Identificarnos desde la hibridez, que no es étnico ni europeo sino Latinoamericano y renunciando al “pastiche”, (entendido este último como, más que una copia, una falsedad). Situarnos en un punto de reflexión intermedio que identifique lo postcolonial. Este primer acto de acuerdo voluntario será la génesis del pensamiento desde el cual hacer emerger reflexiones políticas y culturales orientadas hacia la acción, que entierren el mito del desarrollo sobre el cual se ha legalizado la violencia epistémica y que sirvan de sustento teórico para fundamentar la tarea de descolonizar América Latina.
BIBLIOGRAFÍA
· Walter Mignolo, Historias Locales/Diseños Globales. Colonialidad, Conocimientos Subalternos y Pensamiento Fronterizo, Madrid, Akal, 2003.
Slavoj Zizek, Multiculturalismo o la Lógica Cultural del Capitalismo Multinacional”, en Estudios Culturales. Reflexiones Sobre el Multiculturalismo, Buenos Aires, Argentina, Editorial Paidós, 2003.
· Alberto Moreiras, “Fragmentos Globales: Latinoamericanismo de Segundo Orden”, en Castro Gómez, Santiago y Mendieta, Eduardo (Eds.), Teorías sin Disciplina. Latinoamericanismo, Poscolinialidad y Globalización en Debate, México D. F., Porrúa/University of San Francisco, 1998.
· Alberto Moreiras, Tercer Espacio: Literatura y Duelo en América Latina, Santiago, ARCIS/LOM Ediciones, 1999.
Maritza Montero, en Edgardo Lander “Ciencias Sociales: Saberes Coloniales y Eurocéntricos” en VV.AA., Lander, Edgardo (Edit.), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y CienciasSociales. Perspectivas Latinoamericanas, Buenos Aires, Argentina, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, Julio 2000.
· Dipesh Chakrabarty, Postcolonialismo y el artificio de la historia: ¿Quién habla por los pasados ‘indios’?, en Walter Mignolo (comp.) Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Buenos Aires, Ediciones del Signo/Duke University, 2001.
· Gayatri Chakravorty Spivak, ¿Puede hablar el Sujeto Subaltero?, en Revista Orbis Tertius, Año III N° 6, Argentina, 1998.
Bhabha, Homi, “Lo Poscolonial y lo Posmoderno” (Cap. IX), en El Lugar de la Cultura, Buenos Aires,Argentina, Ediciones Manantial SRL, 1994.
Herlinghaus, Hermann y Walter, Monika,“¿‘Modernidad Periférica’Versus ‘Proyecto de la Modernidad’? Experiencias Epistemológicas para una Reformulación de lo ‘pos’moderno desde América Latina”, en Herlinghaus, Hermann y Walter, Monika (Eds.), Posmodernidad en la Periferia. Enfoques Latinoamericanos de la NuevaTeoría Cultural,Berlín, Editorial Iberoamericana Vervuert, 1994.
Nelly Richard, Latinoamérica y la postmodernidad: Revista de Crítica Cultural, nº3, 1991.
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[1] Nelly Richard, Latinoamérica y la postmodernidad: Revista de Crítica Cultural, nº 3, 1991.
[2] Herlinghaus, Hermann y Walter,Monika,“¿‘Modernidad Periférica’Versus ‘Proyecto de la Modernidad’? Experiencias Epistemológicas para una Reformulación de lo ‘pos’moderno desde América Latina”, en Herlinghaus, Hermann y Walter, Monika (Eds.), Posmodernidad en la Periferia. Enfoques Latinoamericanos de la NuevaTeoría Cultural,Berlín, Editorial Iberoamericana Vervuert, 1994.
[3] Bhabha, Homi, “Lo Poscolonial y lo Posmoderno” (Cap. IX), en El Lugar de la Cultura, Buenos Aires,Argentina, Ediciones Manantial SRL, 1994.
[4] Walter Mignolo, Historias Locales/Diseños Globales. Colonialidad, Conocimientos Subalternos y Pensamiento Fronterizo, Madrid, Akal, 2003, p. 275
[5] Walter Mignolo, The Darker Side of de Renaissance. Literacy, Territoriality, & Colonization, Ann Arbor: University of Michigan Press, 1955, p. 16,en: Alberto Moreiras, Tercer Espacio. Duelo y Literatura en América Latina, Santiago, ARCIS/LOM Ediciones, 1999, p 47.
[6] Slavoj Zizek, Multiculturalismo o la Lógica Cultural del Capitalismo Multinacional”, en Estudios Culturales. Reflexiones Sobre el Multiculturalismo, Buenos Aires, Argentina, Editorial Paidós, 2003, p 403.
[7] Alberto Moreiras, “Fragmentos Globales: Latinoamericanismo de Segundo Orden”, en Castro Gómez, Santiago y Mendieta, Eduardo (Eds.), Teorías sin Disciplina. Latinoamericanismo, Poscolinialidad y Globalización en Debate, México D. F., Porrúa/University of San Francisco, 1998
[8] Alberto Moreiras, Tercer Espacio: Literatura y Duelo en América Latina, Santiago, ARCIS/LOM Ediciones, 1999.
[9] Walter Mignolo, Historias Locales/Diseños Globales. Colonialidad, Conocimientos Subalternos y Pensamiento Fronterizo, Madrid, Akal, 2003, p 248
[10] Ibid.
[11] Maritza Montero, en Edgardo Lander “Ciencias Sociales: Saberes Coloniales y Eurocéntricos” en VV.AA., Lander, Edgardo (Edit.), La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y CienciasSociales. Perspectivas Latinoamericanas, Buenos Aires, Argentina, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales,CLACSO, Julio 200, pp 32-33 (del texto de estudio)
[12] Alberto Moreiras, “Fragmentos Globales: Latinoamericanismo de Segundo Orden”, en Castro Gómez, Santiago y Mendieta, Eduardo (Eds.), Teorías sin Disciplina. Latinoamericanismo, Poscolinialidad y Globalización en Debate, México D. F., Porrúa/University of San Francisco, 1998, p 494 (del texto de estudio)
[13] Alberto Moreiras, Tercer Espacio: Literatura y Duelo en América Latina, Santiago, ARCIS/LOM Ediciones, 1999.
[14] Dipesh Chakrabarty, Postcolonialismo y el artificio de la historia: ¿Quién habla por los pasados ‘indios’?, en Walter Mignolo (comp.) Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Buenos Aires, Ediciones del Signo/Duke University, 2001, p.189 (del texto de estudio)
[15] Ibid, p. 215-219 (del texto de estudio)
[16] Gayatri Chakravorty Spivak, ¿Puede hablar el Sujeto Subaltero?, en Revista Orbis Tertius, Año III N° 6, Argentina, 1998.
Fuente: Red maestros de maestros. http://www.rmm.cl/index_sub2.php?id_contenido=5647&id_seccion=387&id_portal=86