Por: Erika Castañeda
CuadrantePhi: Cuéntenos cómo fue su experiencia con los estudiantes en los tres años que estuvo vinculado a la Facultad de Filosofía.
Santiago Castro: Llegué de Alemania en enero de 1998 y me vinculé inmediatamente a la Facultad como profesor en el área de Filosofía social. La recepción por parte de los estudiantes fue muy buena. Pienso que esto se debe en buena parte a que los seminarios en teoría social servían muy bien de complemento a otras áreas de laFilosofía práctica enseñadas en la Facultad: Ética, Filosofía política, Estética. También creo que es evidente la necesidad, por parte del estudiantado, de tomar seminarios que les brinden herramientas para un análisis crítico de las estructuras sociales. Sobre todo para el caso de una sociedad como la nuestra, tan marcada por la contradicción y los conflictos.
CuadrantePhi: Paralelamente a su trabajo en la Facultad de filosofía, usted estuvo trabajando como investigador en el instituto Pensar. Háblenos del trabajo del Instituto y del papel que puede cumplir un Filósofo al interior de un instituto de ciencias sociales.
Santiago Castro: La experiencia en Pensar ha sido, sin duda, la más interesante en mis tres años de vinculación a la Javeriana. A pocas semanas de mi llegada, el entonces Rector de la Universidad, padre Gerardo Arango, me comisionó para trabajar en la formación del Instituto, junto con un equipo del que formaban parte los profesores Oscar Guardiola, Diego López, Jaime Borja, Alberto Flórez, Roberto Vidal y Carmen Millán de Benavides. Trabajamos durante todo ese año 1998 y pudimos finalmente entregar una propuesta viable al padre Rector. Entonces vino todo el proceso de implementación de la casa Navarro, de definir por fin la nómina del Instituto y de echar a andar los primeros proyectos de investigación.
Una vez regresé de los Estados Unidos –donde estuve como profesor invitado durante el primer semestre de 1999-, organizamos el Simposio Internacional “La Reestructuración de las Ciencias Sociales en América Latina”. Ese simposio fue la culminación de todo nuestro trabajo previo y, al mismo tiempo, la presentación en sociedad del Instituto. Ya en ese momento, el padre Gerardo Remolina había asumido la rectoría de la Javeriana y estaba firmemente comprometido con el trabajo del Instituto. Luego, cuando Guillermo Hoyos fue nombrado director, el Instituto adquirió mucha mayor presencia pública.
En este momento estoy a la cabeza de dos líneas de investigación: “Geopolíticas del conocimiento” y “Genealogías de la colombianidad”. Estas son nuestras líneas más consolidadas y ya han arrojado resultados concretos: publicaciones, conferencias, participación de los investigadores en congresos internacionales, etc. Dirijo, así mismo, algunas tesis de grado presentadas por estudiantes de la universidad sobre todo de las facultades de comunicación social y ciencias sociales al programa de “Jóvenes Investigadores”.
¿Qué hace un filósofo en un Instituto como éste? Debo decir que yo no me considero un “filósofo”. Más que en Filosofía, mi formación en Alemania fue, sobre todo, en Ciencias sociales y estudios culturales. Mis intereses teóricos giran alrededor de complejos temáticos de carácter interdisciplinario y no de problemas disciplinarios. Eso ha facilitado enormemente mi trabajo en el Instituto. Me ocupo de asuntos “fronterizos” entre la Sociología, la Antropología, los estudios literarios y los estudios culturales. Si hay algo que pueda calificarse de “filosófico” en mi trabajo es quizás la reflexión en torno a problemas de orden epistemológico y metodológico al interior de las Ciencias sociales. De hecho, mis clases en la Facultad de Filosofía pertenecen al campo de la epistemología de las Ciencias sociales. También me he concentrado en algunos teóricos que, más por prejuicios disciplinarios “son sociólogos” que con base a una consideración seria de su obra, han sido frecuentemente ignorados por los filósofos y que, sin embargo, tienen mucha importancia para la Filosofía. Me refiero a pensadores como Max Weber, Niklas Luhmman, Roy Bashkar y Pierre Bourdieu, para solo mencionar algunos.
CuadrantePhi: ¿Qué piensa entonces del papel del filósofo y la Filosofía hoy en día? Su trabajo deja la impresión de un desencanto frente a las posibilidades de la Filosofía….
Santiago Castro: La Filosofía ha dejado de ser protagonista de los grandes debates de nuestro tiempo. Las discusiones académicas y políticas más interesantes no son lideradas por filósofos, sino por gente proveniente, sobre todo, de las Ciencias naturales y de las Ciencias sociales. Y son discusiones que asumen decididamente un carácter transdisciplinario. Pienso que uno de los problemas de la Filosofía es su dificultad para mirar por encima de sus propias fronteras disciplinarias. Quizás, en nuestro medio, esta dificultad tenga que ver con el tipo de formación que reciben los estudiantes. Es decir, con la rigidez de los currículos, que giran exclusivamente alrededor del “canon” tradicional de la disciplina.
Pienso que habría que repensar seriamente qué tipo de herramientas estamos ofreciendo a nuestros estudiantes para enfrentar racionalmente la complejidad del mundo en el que viven. Y esto no lo digo refiriéndome a nuestra Facultad en particular, sino que es un problema bastante más general. Tiene que ver, a mi juicio, con la autocomprensión de la Filosofía; con el modo en que el “campo filosófico” se delimita a sí mismo frente a otros campos del conocimiento. Es decir, tiene que ver con lo que Bourdieu llamara la “illusio de la filosofía”. Pero, por supuesto, esto no significa en ningún caso que la Filosofía haya dejado de ser importante. Tan sólo significa que, por razones que creo justificadas, ha perdido la hegemonía de que gozaba todavía en las discusiones públicas de los años sesenta y setenta del siglo XX.
CuadrantePhi: ¿A qué se debe su interés en una tendencia como el marxismo, considerada hoy en día como pasada de moda?
Santiago Castro: El marxismo ha caído –y no sin justificadas razones– en gran descrédito al interior de la comunidad académica. Esto se debe en parte a su alianza directa con un proyecto político que evidentemente fracasó desde el punto de vista político, social y económico: el socialismo. Pero también se debe al dogmatismo teórico exhibido por muchos de sus propugnadores, sobre todo en los años setenta del siglo pasado. Pero, aunque justificadas, estas razones no son suficientes para invalidar al marxismo como una de las corrientes de pensamiento más importantes del siglo XX –me atrevería a decir incluso, la más importante, desde el punto de vista de su injerencia pública. Mi opinión es que muchas de las categorías teóricas ofrecidas por el marxismo continúan siendo de gran utilidad explicativa para un análisis crítico de la sociedad contemporánea.
Considero también que uno de los grandes desafíos de la Filosofía social hoy es, precisamente, “impensar” el marxismo. Nótese que digo “impensar” y no “repensar” el marxismo porque, a mi juicio, de lo que se trata no es “recuperar” alguna cosa, supuestamente perdida, ni tampoco de “volver a las fuentes”. No es un “zurück zu Marx” lo que necesitamos, sino poner a Marx a dialogar con algunas tendencias de la teoría crítica contemporánea. Pienso, por ejemplo, en teóricos para bien o para mal denominados “posmodernos” como Jameson, Foucault, Zizek y Baudrillard, o “culturalistas” como Stuart Hall, Gayatri Spivak y Homi Bhabha… De alguna manera, este trabajo ya esta siendo hecho en varias partes del mundo. Los libros de Laclau y Mouffe, así como el último libro de Michel Hardt y Toni Negri son buenos ejemplos de ello. Pero en Colombia estamos todavía muy crudos en este tema.
CuadrantePhi: Sus publicaciones versan precisamente sobre estos temas de la posmodernidad, la teoría poscolonial y los estudios culturales. Háblenos finalmente de ellas y también de su tesis doctoral, que según entiendo es en el área los estudios latinoamericanos.
Santiago Castro: Cuando era estudiante de Filosofía en la Universidad Santo Tomás de Bogotá, el tema de la “Filosofía latinoamericana” estaba a la orden del día. Se organizaban congresos internacionales, había muchas publicaciones y debates, algunos de ellos bastante acalorados. Los defensores de esta tendencia –los así llamados “filósofos de la liberación”- asumían una actitud que rayaba en ocasiones con el mesianismo. Mi libro “Crítica de la razón latinoamericana”, escrito en Alemania en 1996, es una especie de “ajuste de cuentas” con la Filosofía de la liberación. Luego, a partir de ese libro, seguí interesado por temas latinoamericanos, pero abriéndome hacia la perspectiva ofrecida por los estudios culturales y la teoría social.
Mi tesis doctoral es sobre Colombia. Hasta ahora, la historia de las Ciencias sociales en el país se empieza a contar desde mediados del siglo XX, es decir desde el momento en que se “institucionalizan” estas ciencias. La Sociología empezaría, entonces, con la inauguración de laFacultad de Sociología de la Universidad Nacional, las Ciencias políticas con la Facultad de Ciencias políticas en los Andes, etc. Mi opinión es que esta visión es necesaria pero insuficiente, porque deja por fuera lo que podríamos llamar la “prehistoria” de la práctica científica en Colombia, sobre todo la del siglo XIX. Mi tesis pretende reconstruir esa prehistoria y por eso se llama hasta ahora “El nacimiento de las Ciencias humanas en Colombia, 1826-1886”.
No puedo entrar en muchos detalles ahora, pero una de las preguntas que deseo resolver es la siguiente: para quién y por qué razones tenía “valor” el conocimiento sobre la sociedad en el mundo neogranadino? La pregunta viene de Marx el “valor” de la ciencia y es de clara estirpe nietzscheana el “valor” de la moral. Lo que me propongo hacer es, entonces, una genealogía de las ciencias humanas en el país.
Quiero felicitarles por la iniciativa de sacar adelante esta revista estudiantil, que buena falta nos hacía. Espero que sigan adelante con este magnífico proyecto.
Santiago Castro Gómez
Fuente: Cuadrante phi.
http://www.javeriana.edu.co/cuadrantephi/