¿LES IMPORTA LA CIUDAD DE LIMA Y SUS HABITANTES?

El Comercio

He criticado la campaña por la revocación de la alcaldesa de Lima y para mí es obvio que tras sus promotores no se evidencia interés alguno por la ciudad y sus problemas. Entiendo los “trucos” de la política y la deformación que toda polarización blanco/negro suele traer, pero intento poner por delante los problemas de la ciudad que no se pueden resolver en el corto plazo, pero que se pueden agravar.

Comencemos por la autoridad del alcalde(sa) de Lima. A pesar de ser el cargo más representativo en votos, después del Presidente de la República, es la autoridad más débil entre las muchas que intervienen en esta ciudad.  Presidentes y legisladores la debilitaron dividiendo Lima del Callao y de las provincias del departamento de Lima, dividiendo la ciudad capital en más de 40 distritos autónomos en casi todas sus funciones ¿Distingue el ciudadano las funciones de un alcalde distrital y del Provincial? No.  Varios ministerios actúan en Lima como si fuera su chacra y muchas funciones que ya tienen las autoridades regionales y locales fuera de Lima se las niegan al gobierno metropolitano como el manejo de la empresa de agua o los terrenos eriazos indispensables para el planeamiento y la gestión urbana.

Pero la autoridad se ha desdibujado por la informalidad.  No es como algunos creyeron descubrir que la informalidad era hija de un Estado fuerte y grande. No se planificaron el crecimiento y los usos del suelo, no se quiso que hubiera esa autoridad y se creció por invasiones y por imposición del más fuerte. Esta fue ausencia de autoridad estatal. Los tranvías, que no eran tan rápidos pero sí masivos, se sustituyeron por autos y microbuses haciendo de la atomización e informalidad el único servicio público. Por eso cuando la alcaldesa hizo avanzar hacia Lima norte el Metropolitano se necesitaron más de 300 policías para poner orden a microbuseros que confundían el interés público con su interés privado y a pedradas pretendían impedir las nuevas rutas.  Por eso también la violencia de La Parada, desorden establecido por décadas, que otros burgomaestres no enfrentaron y esta alcaldesa valiente lo hizo.

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No es fácil ejercer autoridad democrática, que escucha, negocia pero decide sin que interfiera otro, sea autoridad estatal o iniciativa privada.  Por eso se incumplen las reglas en el tránsito, la construcción, la zonificación escuchando a los vecinos, el área libre y el área verde por habitante etc.  Somos la ciudad con más tuberculosos en el Perú y América Latina. Ganamos a Haití con 180 enfermos cada 100 mil habitantes.  Hay problemas de nutrición, hacinamiento y “tugurización”, que pasan las décadas y se complican. Tenemos que gastar en muros de contención porque no se previó dónde deben ubicarse las nuevas familias ni se respeta la norma porque  se  excluye a la gente, se le abandona a su suerte y ellos hacen lo que pueden.

Hablamos de un gran crecimiento económico, pero en Lima más del 56% son informales o subempleados. Una autoridad firme en planeamiento urbano y en transporte ayudará pero un esfuerzo en educación de calidad debe ser mayor.  Ya se puede decir que la mayoría de los escolares está en educación privada, para felicidad de los liberales.  Pero autoridad estatal es garantizar calidad y no estafa, quitar valor oficial si no pasan las pruebas alumnos y profesores, como lo hacen con técnicas adecuadas los países desarrollados.

No sé si ganará el Sí o el No, pero no dudo que el Sí a la revocatoria de Susana Villarán y su gobierno paralizará lo que comienza a cambiar, no corregirá errores y fortalecerá la informalidad no de los de abajo, que luchan por sobrevivir, sino de políticos de medio pelo que medran con este desorden establecido y grandes políticos con rabo de paja que creen que tienen que volver para hacer más de lo mismo. 

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