El presidente ha concentrado su atención en construir una conducción ordenada del gobierno. Se ha escrito que despacha con cada ministro acompañado del premier y se sabe que este ha solicitado a cada ministro que no declare sobre temas ajenos a su sector. Eso comienza a ordenar el escenario y desesperar a los periodistas, casi tanto como que el presidente no priorice responder a la prensa.
Un gobierno con 18 ministros y varios altos cargos autónomos requiere una conducción cotidiana que ordene, priorice y armonice contradicciones. Es una novedad positiva que el presidente y el premier actúen juntos. Eso convierte a este último en el segundo de a bordo, de manera efectiva contribuye a que no haya grandes contradicciones. No era viable con el doble juego institucionalizado en todo gobierno aprista, cristalización de la famosa escopeta de dos cañones.
El primer mes de un gobierno es el tiempo constitucional que tiene para preparar su primera presentación ante el Congreso. Ese es el momento en que tiene que mostrar su plan de acción, combinando la tarea inmediata con los objetivos de mediano alcance. Por ahora, lo evidente es la prioridad dada a la seguridad ciudadana por la calculada operación policial contra los escenarios de mayor criminalidad y la prioridad a la reconstrucción del departamento de Ica, expresada por la visita presidencial y urgida de respuestas contundentes que contrasten con la dejadez del gobierno aprista.
Es positivo este esfuerzo y ojalá ayude a centrar la atención pública en asuntos de fondo en vez del cortoplacismo que embota la política criolla. Es explicable que los periodistas se muevan en el corto plazo y destaquen las contradicciones de los actores políticos, pero es lícito que un gobierno busque reducirlas y encauzar los procesos de decisión para que sean sus resoluciones antes que las especulaciones las que destaquen. Por momentos, elgobierno se parece al Congreso. En este hay 130 representantes, todos iguales y todos necesitados de protagonismo mediático. Las reglas del Parlamento son públicas en todos sus pasos y esto hace que los parlamentarios se comporten como actores mediáticos. Un ejemplo de esto me lo enseñaba un colega con un semanario reciente que traía el texto de la intervención de Martha Chávez en la sesión secreta que la castigó. Su comentario fue: “Hasta parece un ser humano y no la troglodita que gritaba el 28 de julio”. Eso explica la razón de la sesión secreta cuando hay un tema disciplinario, porque en caso contrario la situación termina siendo inmanejable y se convierte en un circo mediático.
En el Parlamento todo se trata y por lo general se especula más allá de la información real. Es el centro de la deliberación política y su función es deliberar, desde todos los ángulos. Los ministros tienen que aprender a moverse en ese terreno pero tienen otras responsabilidades y una de ellas, evidente, es no soltar prenda sino en el momento adecuado. Para eso, es clave que cada ministro solo hable de la materia que se le ha encomendado. El rol de la prensa y del parlamentario es otro y se confrontan los tres con resultados variables que sirven a la democracia. El régimen democrático es un orden político, no la confrontación caótica en cualquier escenario y con los actores mezclados.
El presidente tendrá que hablar más a la prensa pero también podrá escoger entre varios estilos válidos. Venimos de cinco años con un presidente hipermediático, que usó y abusó en esa materia. Recordemos sus artículos sobre “El perro del hortelano”. Es muy raro que un presidente escriba artículos periodísticos. Ciertamente estos fueron un regalo a sus adversarios y aunque la crítica es por la política seguida –marginando y excluyendo– y no por escribirla, el hecho vale para mostrar las limitaciones de cada actor al salir de su rol.
El Perú ha avanzado en transparencia y a eso no se puede renunciar. Por eso hay que reconocer la importancia de que el Gobierno haya dispuesto reactivar los portales de Internet de cada ministerio, congelados en el gobierno anterior hasta el extremo de que en el Congreso se desconocían actas de la directiva y hasta votaciones del pleno. Esperamos que Antauro no esté en la agenda y que cualquier reforma constitucional dependa de lo que el Congreso logre negociar abriendo consensos.