Vergüenza ajena y propia

El Comercio

Servicio Militar Obligatorio

Siento pena y algo de vergüenza ajena y propia.  En el Presidente Humala primó el Comandante ® y no el político demócrata que aparentó ser. La cultura militar que cree que sólo se ama a la Patria desde su función castrense primó sobre la visión democrática y plural que respeta como amor y servicio incluso el de aquellos que no aceptan matar a otro en ningún caso y exigen libertad de conciencia.  Peor aún. Han resucitado los métodos del gamonalismo y la tristemente célebre ley de conscripción vial de Leguía: si pagas s/1,850 (50% de la UIT) evitas el servicio militar y si no lo pagas o entras a la fuerza o te conviertes en un paria, sin ciudadanía.  ¿Esa es la igualdad entre los peruanos? ¿murió la libertad?

Se sabe que sólo en el Ejército faltan 18,000 plazas, situación que no ocurre en la Marina y la Aviación.¿Se han preguntado porqué? ¿Han evaluado cómo tratan a los soldados? ¿El MEF impide que el voluntariado sea atractivo en tiempos de vacas gordas? ¿Porqué no comienzan desburocratizando las FFAA? La guerra moderna es de armas sofisticadas, manejadas profesionalmente y no por un muchachito de 18 años con un mínimo de entrenamiento, ¿Contra quien es la guerra?¿Los enviarán al VRAE? Espero que no pero para el congresista Mora allí los necesitan. Claro que este general parece moderado al lado de un almirante troglodita que quiere mandar a prisión a los que no cumplan la voluntad militar expresada en una ley sin debate público, como la que causó la tragedia de Bagua.

Combatí en el Congreso la antigua legislación del servicio militar obligatorio. Tras 1995 fui seis veces a Jaen y San Ignacio, cuando trascendió el clamor de las familias de los “levados” y el fujimorato amenazaba a la radio jesuita por transmitir sus clamores.  Al entrevistarlos encontré familias que ya habían perdido un hijo en la guerra con Ecuador y que les levaban a otro ¿se imaginan a esos padres? Los ví, hablé con ellos, traje cartas e informes que “esparcí” en un Congreso que no me escuchaba pero tenía que aceptar mi presencia, hasta que vino lo inesperado: un joven en Tacna se suicidó para no ser levado y se armó el escándalo mediático. Fujimori, con la mira en su reelección, bajó el dedo y los fujimoristas que se oponían cambiaron de posición. Se convirtió en voluntario y lo apoyé.  Eso es lo que corresponde a un país democrático y moderno.

Siempre he sostenido que si hay un servicio militar obligatorio no puede distinguir entre ricos y pobres, ni siquiera por razón de estudios universitarios, como lo ví en otros países. Pero aquí los congresistas, ministros, generales y almirantes que se sienten muy patriotas por defenderlo no están dispuestos a que sus hijos e hijas lo hagan y saben que pueden pagar los 1850 soles de multa para que no se conviertan en parias..  Estoy seguro que aquí hay problemas de constitucionalidad pero dejo a otros ese análisis.

No siento sólo vergüenza ajena.  Yo salí en público, en la segunda vuelta, optando por Humala y no por Keiko, no por antifujimorismo sino por valores democráticos y hoy me siento traicionado. Los seguidores de Keiko apoyaban esto y Humala lo hace ahora regresando a métodos del Estado Oligárquico e imponiendo una cultura militar que hace muchos años choca con gran parte de la sociedad peruana. Que conste, puedo discrepar o coincidir en varias de sus políticas económicas y sociales pero eso no es lo que apoyé. Apoyé el juramento de un demócrata que hoy viola valores democráticos esenciales. No hay democracia posible y es una farsa hablar de inclusión social si 1.850 soles de hoy, que una inmensa mayoría no tiene a su alcance, dejan a los jóvenes entre la obligación del servicio militar y dejar de existir como ciudadanos.

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