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La libertad de discrepar
Cuando concluyó su trabajo de investigación, la Comisión de la Verdad entregó el primer ejemplar de su voluminoso informe al Presidente Toledo. Horas después recibí en la Presidencia del Congreso el segundo ejemplar. Me sorprendió cuando los comisionados fueron abucheados en la entrada del Congreso por personas que trajeron dos congresistas sin haber leído, ninguno de ellos, una línea del informe. Este comportamiento dura hasta nuestros días y algunos creen que los insultos y calificativos pueden sustituir el estudio, el análisis riguroso y la propuesta alternativa razonada en una investigación.
Las últimas semanas un error informativo del gobierno hizo creer a algunos que tenían a la mano un error destacable para sus objetivos de desprestigiar a la CVR pero el nombre fue luego desmentido. Así hubiera sido cierto sería un error puntual que no desnaturaliza el informe, pero provocó titulares y hasta una moción de congresistas que en este tema tienen “rabo de paja”, pues se negaron a ver los crímenes del grupo Colina La moción pretendía formar una comisión investigadora sobre la CVR. Es como si en otro momento el Congreso nombrara una comisión investigadora para evaluar un libro de historia o cualquier trabajo académico. No quieren entender que el camino está abierto y todos somos libres de investigar lo ocurrido en nuestra sociedad y discrepar con cualquier versión de la historia. Obviamente hay métodos y se requiere rigor que el mundo académico conoce de sobra y que deja en el olvido lo que no se hace con seriedad.
Pero el proyecto de ley de negacionismo presentado por el gobierno al Parlamento puede ser usado para penalizar a quien discrepe de la versión oficial de la historia del terror en el Perú, pues cualquiera puede ser la versión que apliquen los gobiernos. El informe de la CVR no es vinculante y si hay algo constatable en sus más feroces críticos, durante tantos años, es que en ellos prima la subjetividad y se hacen escuchar con fuerza los que sólo quieren ver un lado de la moneda, el de los crímenes de Sendero Luminoso y el MRTA. ¿y los crímenes del grupo Colina? ¿Y lo sucedido en Acomarca o Putis?
Quien me ha convencido de que el proyecto de ley de negacionismo es endeble, es el propio Presidente del Consejo de Ministros al responder con tres requisitos que pone ese proyecto, en una entrevista de una hábil periodista local. Con o sin esos requisitos, por varios lados, el proyecto deley puede afectar la libertad de discrepar si lo maneja un hábil abogado y un juez formalista.
Este no es un camino para derrotar a los defensores del terrorismo, es la manera de relativizar principios esenciales en una democracia y así muchos jóvenes les darán la razón a los que la relativizan o no creen en ella. El camino, que tampoco es fácil, puede ir por la legislación sobre apología del terrorismo pero no avanzará si no construimos ciudadanía y por tanto partidos y asociaciones capaces de defender nuestra verdad y combatir ideas con ideas, en vez de poner bozal a las que nos enfrentan penalizando interpretaciones de lo ocurrido o de lo que ocurre. He combatido a Sendero enfrentándolo cara a cara no sólo en las aulas, también en las calles, eso requiere ejercicio de ciudadanía y organización política ¿creen que lo reemplazará una ley ambigua?
En el último Latinobarómetro escandaliza el desencanto y la desconfianza de los peruanos en las instituciones democráticas. Esta manera de hacer política, que agiganta odios y calificativos entre quienes están de este lado de la mesa y no del lado del terror, es uno de los factores que tienen que superarse para no poner en peligro la libertad de discrepar sin la cual no existe ni libertad de prensa ni democracia.
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