Sin diálogo, la democracia sucumbe

Publicado en El Comercio

El país respiró aliviado cuando el Arzobispo Cabrejos y el Padre Garatea aceptaron facilitar el diálogo sobre Conga. Tras ocho meses de soberbia autoritaria en el gobierno y violencia irresponsable en los actores antimineros, este es el resultado. La espiral de violencia, primero verbal y luego incendiando y disparando, dejaron un saldo de muertes injustificables. Así es imposible aplicar una política pública o hacer empresa.

El gobierno, interrumpió el diálogo que intentaba el Premier Lerner, cambiándolo por el Premier Valdez cuya línea dura, vertical y autoritaria deja ocho meses después al Presidente Humala acorralado y al país ante un nuevo desborde autoritario.

La derrota es por errores políticos del gobierno, no por capacidad de la oposición antiminera que sólo puede triunfar con un creciente baño de sangre que acabará con ellos mismos y de paso con la institucionalidad democrática. Que un Presidente que aún no cumple un año de gobierno tenga que recurrir a la labor facilitadora de la Iglesia Católica para buscar rendijas del diálogo indispensable para trazar políticas públicas es la prueba del fracaso, aunque todos valoremos el gesto presidencial, tardío pero capaz de detener por un momento la espiral de violencia.

Leer lo que declaran actores y analistas de uno y otro bando es comprobar la polarización extrema a la que hemos llegado. Como en la guerra, los principios y valores son arrasados. La abusiva captura de uno de los actores antimineros, golpeando a quien no ofrecía resistencia sino gritaba “no me peguen”, no es aplicación de la ley en ninguna democracia del mundo, pero es tal la polarización que sus adversarios, que se creen demócratas, no se indignan sino la ven como una maniobra para quedar como víctima. De la misma manera los alcaldes que tratan de dialogar con el gobierno son vejados y los ciudadanos que no son antimineros en Cajamarca son amenazados y chantajeados desde antes del paro. La polarización lleva a declaraciones extremas como la de Arana afirmando que no está dispuesto a negociar. Entiendo que haya “sangre en el ojo” de Marco Arana pero él y todo el país debemos entender que quien no está dispuesto a negociar no es un demócrata. Recuerden las frases de Fujimori, el autócrata que no negociaba con nadie.

La polarización lleva a deformar los análisis: sostienen que este es un conflicto entre el gobierno nacional y un Presidente regional. Llueven iniciativas para someter a las autoridades elegidas a nivel regional de modo que no puedan oponerse ni verbalmente al gobierno. Quieren regresar al país del 5 de abril de 1992: no existía autoridad representativa territorial que no caiga por orden del Presidente, ya que sólo éste nombra, se prefieren los sobones, no los críticos. Que eso sostengan los conservadores y autoritarios vaya y pase pero que haciéndolo se consideren liberales y demócratas es una contradicción, porque sin libertad de acción política, prensa incluida, no existe régimen democrática.

Pero el análisis sólo ideológico distorsiona la realidad social ¿la violencia antiminera, con más de 30 días en su último tramo de paralizaciones, es obra de un Presidente regional? Es una parte de la sociedad cajamarquina, mayor fuera de su capital, la que se ha vuelto antiminera, la manera de hacer política del gobierno anterior y el actual han contribuido a eso, pero desde mucho antes hay agravios entre Yanacocha y parte de la población. Hay quienes trafican con eso pero eso existe y es la raíz de la ausencia de licencia social para Conga.

Hay que abrir el diálogo, no son los dos clérigos, queridos y respetados por muchos peruanos, los que dialogarán, su labor facilitadora es muy difícil y hay que apoyarlos. Entendamos, sin diálogo es inevitable la violencia y sin negociación no funciona la democracia.

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