Hace poco una atinada obra pública, con dinero de todos, acabó con el cuello de botella que en San Isidro tenía la Costa Verde, vía de paseo y circulación rápida aunque no autopista como algunos pilotos creen. Pero apareció otro cuello de botella, en Miraflores, a la altura del club Terrazas que por inaudita autorización municipal tiene una puerta que permite a sus socios cruzar la vía que en ese tramo sólo tiene dos carriles y carece de espacio para veredas. En otras partes de la Costa Verde han hecho puentes peatonales “para cruzar por arriba” pero como este club ha privatizado terrenos que suelen ser públicos un puente tendría que hacerse en su propiedad. ¡No faltaba más! Les pusieron cuatro rompe muelles para seguridad de ciudadanos que violan reglas elementales de esta vía y generan colas interminables que todos soportamos.
Me consta que todo esto es anterior al actual Alcalde, persona en quien confío. Pero todo avanza, ahora el club contrata a un vigilante, le da un cartel que dice ALTO O PARE y éste abre la puerta y detiene el tránsito cuando un socio o socia quiere cruzar. Hoy tuve un incidente, venía a mi casa a almorzar y con poco tiempo para regresar a la Universidad, traía del nido a mi nieto de tres años que clamaba, con sueño, por un baño. Me esperaba la cola de la bajada Balta y esta cola del Terrazas ya era larga y ese vigilante nos paró. No manejaba pero le grité ¿Quién le dio esa autoridad que sólo tiene la Policía? De inmediato el socio a quien el vigilante protegía, sintiéndose sobre el interés público y los demás ciudadanos, actuó como los prebendados de antes, vino a mi ventana a amenazarme con gestos matonescos y palabras que todos vieron y escucharon.
¿Es esta la ciudad que queremos?
Circular por una vía que pagamos todos es interés público y la autoridad municipal lo ha subordinado al interés privado de este club y sus socios, que me consta que no son tan prepotentes, ignorantes y mal educados como el que me agredió. ¿Entenderán las autoridades que esta situación genera violencia?
Terminaré con un ejemplo que varios socios de ese club podrían aplaudir. Voy a nadar diariamente a las 8 am a la piscina de Ismael Merino. Manejaba por Benavides en el carril central, acercándome al zanjón. A mi derecha, un micro tomaba pasajeros, a la izquierda, me sobrepasó otro micro que competía con el de la derecha. Segundo después, bajó un muchacho que se paró delante de mi carro para obligarme a parar y hacer venir a los pasajeros por el centro de la pista. Perdí la luz verde y mi derecho fue conculcado por esta tierra de nadie en que se han convertido las pistas de Lima. ¿Entenderán que ningún interés privado se puede imponer al interés público? ¿Lo harán al menos en este tipo de asuntos que están obligando a todos a buscar matones o guachimanes para defenderse?
Profesor Pease,
No sé cuál sea el concepto de interés público y privado que manejen en sociología y ciencias políticas, sin embargo, su explicación se aplica perfectamente a los conceptos manejados en el derecho.
Tanto es así que el interés privado solo "prima" sobre el público, cuanto esta preferencia se base, justamente, en el interés público.
Yo paso todos los días por el circuito de playa y no encuentro alguna justificación razonable para el privilegio que se le da al interés privado de los socios del Club Regatas la cual responda al interés público.
En el caso particular de la Costa Verde, además de ser un tema de Lima Metropolitana, existe una Autoridad para la Costa verde que debe actuar en estas situaciones por una ley que los ampara; no obstante su capacidad o su interés parecen ser nulos. Es el caso de las obras que se vienen realizando en el malecón de Barranco, donde se violentan todas las normas municipales y las que conciernen a dicha autoridad.
El problema de nuestra ciudad y nuestro país (véase el caso Conga) es que hay gente que cree que tienen prerrogativas que están por encima de la población y se justifican para ello en presuntos derechos adquiridos, en una supuesta condición superior o en un no demostrado beneficio a la comunidad de la cual ellos se sienten lo más importante y así se lo hacen creer su entorno clientelesco.
Hay un gran trabajo por realizar en materia de inclusión social, pero también en cuanto a capacidad de integrarse en un colectivo donde prime el interés común y no el de uno o unos pocos.