En la segunda vuelta, los que perdimos en la primera damos un voto condicionado. Al día siguiente de estas elecciones podemos estar combatiendo o apoyando al gobierno que votamos, porque nuestra opción quedó trunca en la primera vuelta. Es el voto por lo que vemos como el mal menor.
Pero esta elección es hoy especial para quienes luchamos en la década de los 90 contra la autocracia fujimorista por medios democráticos y ganamos. Con el paso de los años, los votos de esa dinastía corrupta han crecido porque diez años de democracia fueron poco menos que austeros e incapaces de compartir con todos el crecimiento económico logrado en democracia, no en la autocracia como dice su publicidad.
Me jugué por una opción de centro aunque no he abdicado de mis aspiraciones de cambio social e inclusión que toda la vida marcaron mi opción política. Quería ahorrarle al Perú la polarización que vivimos hoy. Perdí. La derecha buscó su propio rostro, desdibujando el panorama. PPK dio todo lo que el márketing puede dar. Creyeron que podía ganar un personaje que muchos peruanos identifican con la gestión de negocios particulares y que viene a beneficiarse de una democracia por la cual no luchó ni con una sola palabra.
Es un dato objetivo a escala mundial que la dinastía Fujimori es parte de las autocracias que ningún demócrata acepta hoy. Escuchar a Martha Chávez, envanecida por los votos de la primera vuelta, amenazar al juez San Martín, que presidió el tribunal supremo que sentenció a Fujimori, nos hace pensar: ¿De qué no serán capaces si son elegidos gobierno? Volveremos a ser los parias del mundo. Pero si miran el abanico de la votación provinciana, no hay manera de imaginar gobernabilidad democrática bajo la dinastía Fujimori. La represión de los regímenes autoritarios es mayor si hay resistencia, aquí la habrá desde muchos lados.
Votaré por Humala y estaré en guardia desde el día de las elecciones por la noche. Porque los ciudadanos debemos defender la democracia y nadie –menos con título democrático– nos impedirá defender las libertades y derechos ciudadanos. No tengo poder alguno pero como ciudadano reclamo un pacto de reglas del juego. Me interesa más que se defina cómo se harán los cambios que listarlos, pues su necesidad es evidente. Pero la historia enseña que a la mala nada sale bien.
No hay alternativas intermedias como votar en blanco, no hacerlo o viciar el voto. No votar significa votar por el que gana, como lúcidamente afirmó Mario Vargas Llosa y como la historia enseña. Creo que no optar ayuda a restaurar la dinastía corrupta de Fujimori.