El atentado contra la vida de la fiscal de la Nación ha conmocionado al país.
Aparece como la respuesta a la valiente actuación de la doctora Echaíz al apresar a los marinos “chuponeadores”, actuando con decisión y sin poner paños tibios.
Se produce en medio del desmentido del alto mando naval a la hipótesis también valiente del congresista Víctor Andrés García Belaunde.
Por eso, uso de la jerga castrense aquello que define la máxima alerta o emergencia. Nadie puede dejar el escándalo de los “petroaudios” en la corrupción de unos o en el “chuponeo” limitado al espionaje entre empresas.
Es impensable que tras esto no haya un juego de poder, al margen de su posibilidad de tumbarse al jefe del Estado.
Porque desde que la corrupción y la autocracia de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos penetraran nuestras instituciones han dejado resultados que necesitan reagruparse para defenderse, subsistir y reproducirse.
Pertenezco a la legión de peruanos que ama y admira a Miguel Grau Seminario y a nuestra Marina de Guerra del Perú y recuerdo a todos que del gran almirante nace el respeto de los marinos al orden constitucional.
Por eso mismo no puedo imaginar que estamos viendo solo algunos oficiales corruptos que hasta ayer entraban y salían de una de las sedes de inteligencia como Pedro por su casa.
Este rezago del profundo daño moral dejado por la autocracia fujimorista no se resuelve con paños tibios.
¿Por qué siguen usando su grado y son tratados como oficiales en retiro delincuentes como Ibárcena y los que prohijó?
Hay políticos que han propiciado paños tibios con los que destruyeron el régimen democrático y corrompieron sus instituciones. ¿Hasta dónde se les dejará llegar? Sigue leyendo