Tanto el dictamen original como el que se debatirá próximamente proponen la eliminación del voto preferencial. Los congresistas deberán sopesar bien lo que significa quitarle derechos a los ciudadanos. Hace tiempo que el Parlamento muestra una enorme orfandad de aprobación ciudadana y sostengo que es el sistema el que hay que cambiar, que no solo es cuestión de calidades personales. Pero el cambio que necesitamos va en la dirección opuesta a lo que propugnan estos congresistas: mayor democracia, nunca menos derechos.
Derecho de los ciudadanos. Hace más de 30 años tenemos el derecho de elegir a nuestros parlamentarios y dar prioridad a uno entre los candidatos de un partido. Es lo más cercano al derecho que en otras partes ejercen a través de las elecciones primarias. La dirigencia de los partidos no puede monopolizar la propuesta de candidatos a la ciudadanía. Con la ley que pretenden imponer, especialmente desde el partido de gobierno, seremos convidados de piedra en la selección de qué congresista gana: entrarán solo los colocados en buen puesto por su dirección partidaria.
Defectos del voto preferencial. He criticado muchas veces los defectos del voto preferencial: daña irremediablemente la disciplina de los partidos, hace creer a congresistas que lograron solo 6.000 o 7.000 votos que están en el Parlamento por ellos mismos y no por su partido. Da prioridad a los que tienen más recursos económicos o algo de buena imagen. Probablemente por la segunda razón llegué yo al Congreso en 1993, ya que no por mi voluntad ocupé el puesto 80 de la lista y salí segundo sin tener dinero ni para un spot de TV.
Pero los congresistas deben examinar las cosas a fondo. Hay que fortalecer los partidos pero solo la democracia interna y el freno al caudillismo podrá construir partidos de verdad.
No mientan con la Ley de Partidos. Luché por esta ley desde mucho antes de presidir el Congreso y la firmé como presidente con ilusión aunque sabía que en algo fundamental había sido mediatizada. Instaura elecciones primarias pero permite que los partidos que quieran lo hagan a través de su congreso o asamblea partidaria, algo que el caudillo manipula muy bien. Basta con que diga: “Si no van estos no seré candidato” y todos sabrán que se rebajan sus posibilidades. Un partido sostuvo en la comisión que si esta ventana no se abría no votaba a favor y sin su voto no había ley. Así se mediatizó el texto.
¿Con qué cara sostienen ahora que basta con hacer vinculantes estas mediatizadas primarias internas para reemplazar el voto preferencial?
Reemplazar el voto preferencial por primarias abiertas. He propuesto eliminar el voto preferencial solo para aquellos partidos que participen en primarias abiertas a todo ciudadano, organizadas por la ONPE en una sola fecha, para impedir que los ciudadanos de un partido influyan en otro. Aquellos partidos que no se sometan a este proceso seguirán usando el voto preferencial. Esto garantiza el derecho ciudadano a seleccionar candidatos que comenzó a ejercerse a través del voto preferencial y que de esta forma alcanza plenitud.
Fortalecer partidos sí pero partidos democráticos. He apoyado toda iniciativa que fortalezca a los partidos políticos. No hay democracia posible sin ellos. Pero entiendo que un partido no puede ser simplemente un caudillo con su entorno. Las primarias abiertas fortalecen a los partidos y la piratería puede controlarse e impedirse si las elecciones son responsabilidad de la ONPE. Pero se nos quiere vender en el dictamen una hipoteca a algo que solo fortalecerá a cúpulas caudillescas, incapaces de hacer de los partidos un canal de participación ciudadana.
Con razones debemos recordar, además, que se ha avanzado en crear condiciones para una mayor equidad de género. Al perder la posibilidad de dar prioridad entre candidatos también se afectará esta dimensión. Sigue leyendo