Una semana de intenso debate en la PUCP permitió mirar el tema desde muy diversos ángulos, comenzando por mirar la reforma desde las necesidades del país, desde la sociedad y la política, con amplitud que permite el diálogo de diferentes perspectivas ideológicas y que sospecha del “pensamiento único”.
El lunes se debatieron enfoques posibles: un Estado al servicio de los ciudadanos, capaz de acabar con la exclusión. Que acerque los extremos y construya bases de equidad, que convierta crecimiento en desarrollo, que eduque –incremente capacidades– y que organice. Que defienda y construya seguridad. Que se acabe el cortoplacismo y funcione concertadamente el planeamiento estratégico de nuestro desarrollo. Al clausurar, el primer ministro Del Castillo anunció que este reclamo, hecho desde las sesiones del 2006, se atendería.
El martes se debatió la reforma administrativa. Tres talleres analizaron la función reguladora en servicios públicos, en medio ambiente y en servicios financieros, las políticas públicas en descentralización y la vocación de servicio del empleado público.
El miércoles fue el día de la reforma política. Se ofreció información sobre el descontento ciudadano con la democracia tal como funciona hoy, además de los pocos logros alcanzados. Sin negar las amplias posibilidades de participación ciudadana moderna, se enfatizó la urgencia de fortalecer la democracia representativa, comenzando por propuestas para que los representantes se dediquen principalmente a la función de representar: la más descuidada en el Parlamento y en los consejos regionales y municipales. Se han presentado reformas posibles en el sistema electoral, para el fortalecimiento de los partidos políticos y en el sistema de gobierno para llegar a un Estado descentralizado.
El jueves el ministro Wagner demostró que en defensa nacional hay avances que modernizan y fortalecen innovaciones que posibilitan una mejora de nuestra capacidad operativa, afianzando la conducción civil en la materia, y un panel debatió ponencias en la misma dirección. Esa tarde, una mesa redonda organizada por Internacional IDEA reunió a seis especialistas andinos que debatieron sobre las características de la democracia en la región.
El viernes el presidente del Poder Judicial examinó descarnadamente la reforma judicial. Me ha convencido de algo que no pudieron sus antecesores: falta voluntad política para hacer esta reforma; no está en los jueces sino en el Gobierno y el Congreso, especialmente en el MEF, que sigue siendo el freno decisivo. Luego se debatieron dos ponencias: cultura legal y organización judicial. Con mucho filo para el futuro y con un tema medular que regresa como reto a las universidades: replantear la formación académico-profesional de abogados y magistrados.
Una mesa redonda sobre el último terremoto y la evidente incapacidad de respuesta estatal nos volvió sobre un tema contundente: estamos ante un Estado inoperativo, algo observable desde cualquier ángulo. Incapaz de comprar a tiempo patrulleros o ambulancias (más de quince meses) o de cubrir y defender a sus propios policías en la comisaría emboscada por narcoterroristas. Es el Estado ausente de tantos centros poblados en nuestra endiablada geografía, donde peruanos abandonados y excluidos de derechos esenciales son víctimas de las violencias que antes denunció la CVR y hoy pueden volverse a dar, porque todo vacío se llena en la física y en la política. El narcotráfico lo está aprovechando como ayer lo aprovechó Sendero Luminoso.
El seminario, organizado por la Universidad Católica en su aniversario 90, ha elevado el nivel del debate y más de mil ciudadanos inscritos para asistir a las deliberaciones muestran que el tema interesa a muchos. No somos los que hoy tomaremos las decisiones pero contribuimos a discutirlas, a que surjan nuevas ideas y se contrasten unas con otras. Esperemos que las usen quienes tienen la responsabilidad de no dejar las cosas como están. Sigue leyendo