Silencios Olvidados – Capítulo III

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III


Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

Oscar Wilde

¿Qué es el amor?, ¿cómo se puede amar? Si amando se quiere, cómo quiero amar. Amando y queriendo a la vez. Entonces amé todo en ti. Amé la sinfonía de tus palabras. Ame el regocijo de tus manos. Amé el edén de tus ojos. Amé el espacio en que cupimos. Amé el tiempo desolado que nos aprehendía y nos reducía a uno. Y, quizá, lo amé todo. Pero no sé si me amaste o si amaste mi tiempo. Tal vez amaste mi presencia intelectual, y amaste cada paso inhóspito que di. Amaste mi silencio inocente. Amaste mi inocencia. ¿Amaste o quisiste? Quisiste mi tristeza, y te volvías amante de mis lágrimas que fluían por mis labios. Quisiste mi tiempo y mi alma. Quisiste mi voz estremecida.

Y me preguntaba cuánto se puede amar a alguien. Me preguntaba si podría amarte en estos tiempos, estos tiempos de guerras invisibles y discriminantes. Y te imaginaba cuando no me amabas, cuando solías quererme. Mentías levemente al momento de intentar quererme, confundías el amar con el querer. Entonces, me amabas como quien ama una canción, como quien ama leer un libro de Benedetti y luego siente una paz interna, como quien ama el teatro, como quien ama cosas que le dan paz. Tal vez encontrabas el amor en los trazos delicados en el óleo, y me amabas como una de tus pinturas. Me amabas en los silencios olvidados y procurabas no decírmelo. Me amabas en tus nostalgias pasajeras que vagaban en canciones como Tu voz de Lucha Reyes. Y amabas mi bohemia rebelde y subversiva. Amabas mis recuerdos, mis recuerdos que tendrías presente por mucho. Amabas mi recuerdo en el pasillo de tu casa. Amabas mi sonrisa al final de la calle.

No sé si te sentías amada. No sé si te amé con locura. No sé qué esperabas de mí. Y perdimos el corazón, dejamos de sentir los labios extasiados. Perdimos el amor que nunca encontramos. Nos perdimos por un lapso ingrato y mercenario. Nos acostumbramos a ser quienes somos, a amarnos por largos momentos, a pintarnos las caras con la pintura. Amamos todo lo que no se podría amar. Amamos el vino mezclado con el jazz o con el rock. Amamos nuestras tardes poseídas por entes desganados por el tiempo. Amábamos lo que no amamos.

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