La letanía de los proyectos asistenciales conducidos desde los departamentos de Extensión (o Vinculación) de las universidades me deja cada vez más dubitativo. Entiendo bien el propósito moral y generoso de la acción, y las ganas de acción concreta solidaria con los estudiantes. Entiendo bien las urgencias devenidas de la carencia de servicios públicos adecuados en muchas zonas de nuestros países latinoamericanos (continente más desigual de todos). Pero veo la falta de impacto sistémico de la acción, la carencia de políticas públicas. Veo la contradicción entre el actuar generoso voluntarista por un lado y el actuar económico depredador por el otro, y veo bien quién gana la pelea. Y veo la escisión en la misma universidad entre los “buenitos” de Proyección social y los “tiburones” de Administración, Economía, Gestión empresarial… como si la universidad estuviese condenada a ser sólo un espejo de la sociedad tal como está y no un adelanto de la sociedad tal como debería estar.
Entonces me pregunto: ¿por qué tenemos metas tan pequeñas en la Extensión? ¿Por qué no pasamos al diseño de políticas económicas y acondicionamiento territorial en lugar de quedarnos en la ayuda puntual al pobre? Y ¿por qué los principales actores de la Extensión, los grupos marginados, tienen casi siempre un rol pasivo más que activo en la formulación de los proyectos? ¿por qué el universitario quiere siempre diseñarlo todo, controlarlo todo, hacerlo todo, evaluarlo todo, y no se deja invadir y sorprender por el pensamiento del otro?
Dos palabras mágicas me parecen poder reabrir la ventana de la Extensión hacia un aire fresco: “innovación socio-económica” y “encuentro de saberes”.
1- la Extensión como diseño de innovaciones socio-económicas territoriales:
Debemos dar un salto de mentalidad y acción en la extensión y proyección social universitaria, desde la ayuda social a personas desfavorecidas hasta la organización de la sociedad para erradicar la pobreza. Es decir que se trata ahora no tanto de pensar en “proyecto” y “población meta” sino de pensar en “economía”, en organización de la norma del oikos (eco-nomía). Economía colaborativa, economía de funcionalidad, economía circular, economía de flujos, son cuatro temas ejes que debemos de trabajar. Y esto nos forzará a vincularnos con otros actores con los cuales no tenemos costumbre de actuar, y quizás con los cuales en el inicio no nos guste actuar: las empresas, los poderes públicos, las grandes ONG. Esto nos forzará también a no ser protagonistas de todo sino a ceñirnos a nuestro rol universitario: más cognitivo y educativo que de líder y ejecutante. Esto nos forzará a alianzas más que a protagonismo integral. Es una dura nueva rutina que adquirir, y va a doler. Porque siempre duele la RSU.
La “economía colaborativa” implica nuevos modos de consumir compartiendo las cosas en lugar de adquirirlas como propietario único. Esto pide utilizar inteligentemente las redes virtuales para poner los consumidores en estrecho contacto.
La “economía de funcionalidad” implica que la empresa ya no vende el producto al cliente final sino sólo le alquila su función: quedando propietaria del objeto, la empresa tiene interés en que dure mucho, sea de buena calidad, fácilmente reparable, y ya no en promover la obsolescencia rápida del producto para vender más y más en detrimento de la naturaleza.
La “economía circular” implica una sinergia entre muchas empresas en un mismo ecosistema industrial para que los desechos de cada empresa sirvan de insumos para otras, circularizando así el uso máximo de las cosas de cuna a cuna, y ya no de extracción a basura (economía lineal actual).
La “economía de flujos” utiliza los flujos naturales gratuitos y autosostenibles (luz solar, viento, flujo orgánico de plantas, etc.) como fuente energética de producción en lugar de los “stocks” de materias (petróleo y minerales) cuya extracción es costosa, sucia y se agota (economía de stocks = economía insostenible en la que la generación actual le roba la tierra a la generación futura).
No invento nada, todo está en internet. Todos estos nuevos modelos de ECONOMIA ALTERNATIVA están esperando que las universidades latinoamericanas metan cabeza para ver cómo inspirarse en ellos para nuevos diseños de intervenciones sociales innovadoras, creando cadenas de valor y empresas económicamente sostenibles para los grupos marginados y ya no sólo micro-emprendedurismo de subsistencia. Todas estas economías tienen la característica de hacer más con menos, entonces de cuidar a la vez el bolsillo de quien poco tiene y la naturaleza que cada vez menos tiene. ¡No me digan que los universitarios sólo podemos ayudar a las señoras del barrio a comercializar sus mermeladas en la feria local!
2- La Extensión como “encuentro de saberes”
El otro problema es la poca voz que tienen los grupos marginados en el seno de las universidades. Son a menudo objetos de estudio para afanes museológicos y estadísticos más que colaboradores corresponsables de nuevas investigaciones-acciones mediante el encuentro y diálogo entre los saberes académicos-científicos y los no-académicos. Necesitamos renovar nuestro acercamiento al llamado “pobre” bajo metodologías de INVESTIGACION EN COMUNIDAD, en las cuales nadie es objeto de estudio por parte de un investigador externo sino que todos son co-investigadores para determinar el problema, la hipótesis de solución, los medios de intervención, la evaluación de resultados, etc. Otra vez, esto nos conduce a trabajar de otro modo, con otros actores, y trastorna las rutinas. La RSU duele, lo siento mucho.
Es absolutamente irrealista seguir pretendiendo que el conocimiento se genera hoy básicamente EN la universidad para DESPUES ser EXTENDIDO HACIA la sociedad. El conocimiento se genera hoy por todos lados, en dinámicas reticulares, debido a ciertos lazos de cooperación entre actores sociales. El asunto es que en América Latina los actores diferentes no se encuentran, cada quien se queda con su grupo de referencia y se innova muy poco (los empresarios entre ellos, los universitarios entre ellos, los funcionarios entre ellos, los pobres entre ellos, etc.).
Sin embargo, la teoría de las redes nos enseña que la innovación social viene de los puentes creados entre grupos reticulares diferentes (lo que se llama Capital Social de puente). Ser un hombre-puente (Chakaruna en idioma quechua) es muy importante para la innovación social, y esto pide que la universidad juegue su rol de AGORA para el encuentro entre estos públicos que nunca se ven la cara en las sociedades disgregadas nuestras. Juntar los actores sociales alrededor de la misma mesa, para que empiecen aunque sea a escucharse, ya sería una bendición para renovar la función social de nuestra Extensión universitaria estereotipada.
El tema RSU es de reconfigurar las funciones sustantivas universitarias en otra relación: Si lográramos pasar los proyectos sociales de ayuda a la Formación académica de carreras (Aprendizaje basado en proyectos sociales), esto liberaría tiempo y energía a la Extensión para acercarse más a la Investigación y los actores externos a fin de trabajar juntos a diseños de políticas públicas y programas de reacondicionamiento del tejido empresarial.
François Vallaeys.