Aunque esté ahora claro para muchos que nuestras organizaciones deben de ser social y ambientalmente responsables, persiste una poderosa barrera conceptual que impide la concepción de los deberes éticos en términos de Sostenibilidad: es la definición de la noción de Sujeto en términos meramente cartesianos, como una “cosa que piensa” separada de los demás y desarraigada.
Durante el siglo XX, se ha hecho mucho para superar el carácter solipsista, aislado, autosuficiente, del sujeto cartesiano. Gracias a los esfuerzos de numerosos filósofos, de Wittgenstein a Habermas, se ha podido realizar un “giro lingüístico” de la filosofía occidental, pasando de una concepción de sujeto aislado, atomizado, a la figura de una “comunidad de hablantes”.
El argumento fue el siguiente:
1. Descartes descubre la certeza del sujeto como la autoafirmación del “yo soy, yo pienso” aunque todo esté dudoso. Aunque pueda imaginar un “genio maligno” que me engañe siempre en todo lo que creo verdadero (versión cartesiana de la “Matrix”!), ese genio no podrá hacer que yo no sea nada mientras piense ser algo. Es decir, aunque todo sea ilusión, que no tenga yo cuerpo, ni alma, que no haya mundo ni dios ni nada… “yo soy, yo pienso” sigue siendo una afirmación indudable cada vez que la pronuncio o la concibo en mi mente. Esto fundamenta, a partir de Descartes, la diferencia radical entre el Sujeto que piensa y… ¡todo el resto!. Todo ese “resto” se vuelve “cosa extensa”, mero objeto, materia no pensante a disposición del yo pienso, ontológicamente diferente y preeminente. Aquí se corta todo vínculo entre el Sujeto y su lugar de residencia. Aquí se fundamenta la increíble soberbia y poder destructivo del modelo occidental de dominio capitalista liberal del mundo (o de su hermano “dominio socialista estatal”, da lo mismo) bajo la ideología del progreso al infinito, que conduce al estado crítico de insostenibilidad de las condiciones de residencia planetaria en la hora actual.
2. A partir del siglo XX, lo que muchos filósofos han reprochado (con razón) a Descartes, es la imposibilidad de haber dudado exhaustivamente de “todo” al momento de establecer el “yo pienso” como primera certeza: En realidad, Descartes no podía dudar del lenguaje, porque “yo pienso” se formula siempre en un idioma. Y como un individuo solo no puede inventar por sí solo un idioma (ver Wittgenstein y su prueba de la imposibilidad de formular un lenguaje radicalmente privado), el “yo pienso” presupone siempre una comunidad de hablantes que utilizan juntos el mismo idioma. Luego “yo pienso” no puede estar solo, si “yo pienso” entonces “tú eres”, tú que eres mi interlocutor y me da la posibilidad de pensar en y por el lenguaje.
3. Así, el nuevo Sujeto de la filosofía contemporánea se ha vuelto la “comunidad de comunicación”, o dicho de otro modo: se ha pasado de la subjetividad aislada a la intersubjetividad en diálogo, en el medium del lenguaje.
Muy bien! Efectivamente, la intersubjetividad lingüística es una complejización útil para la ética de segunda generación (ética social de los Derechos Humanos) porque fundamenta la afirmación central de reivindicación de justicia para todos: “no puedo ser libre si todos no lo son”. No puedo tener derechos si el otro, como alter ego, no los tiene también. Esto explica porqué el discurso de los Derechos Humanos tiene hoy tanta legitimidad adquirida (y merecida) y no es casual si la Iglesia se ha dotado durante el siglo XX de una sólida “Doctrina social”.
Pero, fíjense que si se ha hecho mucho para superar el solipsismo del sujeto cartesiano, para reintroducir el otro yo como condición del ego, no se ha hecho gran cosa para superar el desarraigo del sujeto cartesiano. En efecto, el “yo pienso” de Descartes, no sólo está aislado de los demás, sino que no “está” en ningún lugar, puesto que es una certeza incluso cuando “todo es dudoso”. El yo pienso está, pues, fuera del todo… ¿dónde? No hay modo de saberlo a priori con certeza. La “cosa que piensa”, como no es “cosa extensa”, no tiene espacialidad. Pudiendo estar en todos los lugares a la vez, no tiene ella misma ningún lugar (el “yo pienso” es en realidad una pura forma lógica vacía como Kant lo reconocerá después de Descartes).
Ojo, esto es muy importante si recordamos que el primer sentido etimológico del término “ética” es, justamente, la morada! Si el sujeto cartesiano no tiene morada… en buena cuenta, no tiene ética.
Si la filosofía occidental no le ha hecho suficientemente caso al desarraigo del sujeto moderno , si muchas veces no se supera la burda interpretación de la “territorialidad” (o del “terruño”) en sentido caricaturesco de relativismo antiuniversalista o comunitarismo chauvinista, es quizás porque la ética de los Derechos Humanos sigue sin entender de qué trata la problemática de la “sostenibilidad”, y cómo esta necesita de la toma en cuenta del contexto y la residencia de los sujetos, sin por eso significar una pérdida de universalidad al “ubicar” al sujeto en su entorno real local. Históricamente, el universalismo de los Derechos Humanos se ganó negando las diferencias y particularidades entre individuos, los sujetos teniendo derechos “en cualquier parte”… pero termina siendo un riesgo de “ninguna parte”. Es notable también que la Iglesia no haya producido hasta ahora una “Doctrina ambiental” a la altura de su Doctrina social, y es más notable todavía que nuestro vocabulario hable de “ambiental”, “medioambiente”, para designar a la Naturaleza de la cual somos parte, manteniendo así la distinción entre los actores y el “escenario” que rodea su acción. Seguimos sin reconocernos como parte de la casa común (oikos).
Por eso, debemos ahora denunciar otro error de Descartes, ya no ligado al solipsismo de su “yo pienso”, sino a su desarraigo. Hay que producir ahora la prueba de la imposibilidad lógica de dudar de la residencia desde donde se puede formular la certeza del “yo pienso”, es decir reencarnar y reubicar al sujeto moderno en el planeta tierra: No sólo si “yo pienso” entonces tú eres (conmigo en una comunidad de lenguaje), sino que si somos comunidad, compartimos y somos un mundo común, “con todas sus pertenencias”. Esto último, los idiomas occidentales no tienen, creo, nada que lo designe adecuadamente, pero el idioma de los indios lakota lo designa como “Mitakuye oyasin”.
Mitakuye oyasin, para los amerindios, significa algo así como “yo y todos los míos”, comprendiendo en el “todo” tanto a los familiares humanos como todos los demás familiares animales, plantas y elementos de la casa común de la vida y el universo. Puede también traducirse como afirmación: “Todos estamos relacionados” y es una frase frecuentemente pronunciada durante los rituales para recordar a la gente su parentesco con todo lo que existe. Se dice Mitakuye oyasin al terminar una oración, al momento de entrar en la tienda de sudación (sweat-lodge) para una ceremonia de purificación, etc. La expresión se universalizó en el mundo amerindio y se ha vuelto una técnica de sanación shamánica: el Mitakuye oyasin nos ayuda a recordar cómo somos en relación con los demás y el universo, ayuda a tejer de nuevo (re-ligar) la trama compleja entre el yo y el universo.
Personalmente no veo aquí ningún folklorismo antropológico cediendo a la nostalgia del buen salvaje en comunión con los elementos. Veo sabiduría, congruencia con los problemas que nos toca hoy plantear y resolver, tanto a nivel filosófico como político, social y psicológico. Veo en ese concepto de Mitakuye oyasin el nivel de complejidad adecuado para entender al Sujeto de la ética de tercera generación. ¿Será casual si Edgar Morin, inventor del pensamiento complejo, aboga por una ética de la “religancia” (reliance)?
El escribe: “Nuestra civilización separa más que religa. Estamos en estado de carencia de religancia, y ésta se ha vuelto una necesidad vital (…) La religancia es un imperativo ético primordial, que comanda a los demás imperativos para con el otro, la comunidad, la sociedad, la humanidad” (La Méthode 6, Éthique. Yo traduzco).
A esta llamada de un filósofo occidental responde la Maestra amerindia (Séneca) Jamie Sams:
El Abuelo Sol brilla en todas las razas y creencias. No limita su luz a una determinada variedad de árbol o extensión de tierra. La Abuela Luna marca el paso de las estaciones y dirige el flujo de las mareas para todos los Hijos de la Tierra. La Madre Tierra nutre a todos los seres vivos y da vida abundante a todas las Tribus del Planeta. El Padre Cielo alberga a las nubes, a los truenos, a los relámpagos y a las lluvias que dan vida. Las piedras, las plantas y los animales que son nuestros Hermanos y Hermanas están aquí para enseñarnos a ser humanos. El Gran Misterio pone estas creaciones en movimiento para que todos los humanos Bípedos encuentren su lugar en esta familia de Todos Nuestros Familiares.
Es la hora de agradecer este don de la familia aceptando nuestro papel como Guardianes de nuestros recursos. Debemos ser los amables vigilantes que el Gran Misterio quiso que fuéramos. La separación del Cuarto Mundo está llegando a su fin. Es el momento. Ahora debemos encararnos a los enemigos que moran dentro de nuestros corazones. Los enemigos del odio y la amargura estrangulan nuestro espíritu y endurecen nuestros corazones, diciéndonos que apartemos de nuestras mentes el sueño de un planeta único. El Amante de Todas las Cosas nos muestra que somos un planeta, un pueblo, una raza: la Tribu Humana.”
(Jamie Sams: La Medicina de la Tierra)
Aquí vemos una excelente definición del Sujeto de la Ética de la Sostenibilidad como “Guardián amable de nuestros recursos”. Fíjense que el discurso es a la vez perfectamente universalista y perfectamente encarnado, ubicado en nuestra residencia común planetaria. Desde ese punto de vista, la filosofía de la Responsabilidad Social, en cuanto gestión de los impactos de nuestros actos individuales y colectivos, se esclarece de por sí, y el principio complejo de la Ecología de la acción está presente. Esto es lo que llamamos una Etica de tercera generación. ¿Se va esclareciendo?
Mitakuye oyasin!
Es así como quiero contestar al pedido de René Poggione (comentario anterior) de des-centralizar al ser humano para que la ética sea más abarcativa y respetuosa del medioambiente: no creando una ética más allá de lo humano (cuyo sujeto sería la "naturaleza" o la vida) lo que (1) no significaría nada (porque una exigencia ética sólo se entiende dirigida a un ser racional capaz de comprenderla y obedecerla) y (2) implicaría el peligro de un antihumanismo ecologista. Sino más bien ensanchando al ser humano haciéndole reconocer su pertenencia íntima y directa al todo de la vida: Mitakuye oyasin. Como una imposibilidad trascendental (en sentido de Kant) de afirmar "yo soy, yo pienso" sin afirmar al mismo tiempo que todos mis familiares planetarios (la ecoesfera) son conmigo. El ser humano sigue siendo el único sujeto de la ética, pero con él es toda la trama compleja de la vida que viene a ser sujeto del respeto ético.
Profesor:
Como menciono en clase esta frase amerindia que se diferenciaba del pensamiento cartesiano, la estuve buscando en la web pero no la encontraba, ahora que ya esta posteada la entiendo a mayor profundidad.
no se si podria poner un link de su blog al mio, porque asi ayudaia a entender los temas que pienso tratar(y autopreguntarme como es que debemos habitar este mundo).
La comprensión de la responsabilidad social como un valor ético de tercera generación, se logra en la medida que se supere de manera profunda y sincera el esquema cartesiano. En un mundo donde los valores occidentales tratan de prevalecer, aun en las propuestas de cambio social, ello parece ser difícil, pero no imposible.
Estimado Jesús,
Creo que hay que tener fe en el cambio, sobre todo si está ligado con la supervivencia, y apoyado con una sólida información científica. Mira cómo fue posible pasar de un estado de insalubridad y falta espantosa de higiene en las ciudades europeas del siglo XVIII a una cultura ciudadana generalizada del higiene en el siglo XX con sólo el descubrimiento por Pasteur de los microbios y su impacto en las infecciones y enfermedades. El conocimiento científico pertinente adecuadamente difundido sí puede cambiar los hábitos del habitar humano del planeta.
Al realizar un análisis sobre la Responsabilidad Social para mi plan de tesis, me di cuenta que la Responsabilidad Social tiene a siempre expresarse en terminos restringidos, por ejemplo: responsabilidad social empresarial, responsabilidad social corporativa, responsabilidad social universitaria, etc.
Pero si podemos concluir que la responsabilidad social es aplicable a una organización en general; si lo tomamos desde el punto de vista de la estandarización por ejemplo, en el caso de la calidad, no se refiere a tipos o alguna clasificación sino a una condición que es comun a toda organización.
De allí que me atrevo a proponer un concepto para la RS.
La Responsabilidad Social es una condición inherente a cualquier tipo de organización, la cual esta vinculada al hecho del reconocimiento y gestión de las relaciones que tiene con su ámbito externo e interno, y a la generación de un proceso de desarrollo sostenido dentro de la misma y en el espacio con el que se relaciona.
Debemos resaltar que el desarrollo sostenible implica no solo expresarnos en terminos de una unidad de tiempo, sino expresarlo en una autonomía que deben lograr todos los implicados en el desarrollo de proyectos que contribuyan al cumplimiento de responsabilidad social en una organización.
He tratado de tomar en cuenta el concepto de desarrollo, considerado en el curso de ética que llevamos en la maestria en gerencia social, que tiene como fin la autonomía.
Estimado Dionicio,
Muy inteligente tu definición y acotación sobre la sostenibilidad como autonomía. Me gusta mucho. Sobre el caracter "restringido" de la RS distinguida entre "empresa" "universidad"… es cierto que la RS es para toda organización, pero es bien importante también distinguir bien los impactos específicos de cada tipo de organización para no hacer de los estándares un saco en el cual entre todo (quien mucho abarca poco aprieta). Sólo la definición precisa de los impactos de cada organización le puede dar su hoja de ruta para asumir su RS.
Saludos! Gusto escucharte!
Una de las fallas que tenemos los seres humanos es que no pensamos en el futuro, y solo pensamos en el beneficio propio que nos dejan ciertas acciones para el presente. Destruir el ambiente para crear grandes obras y edificios son un claro ejemplo. El ser humano no comprende que la interaccion medio ambiente y seres humanos es vital para nuestra propia existencia. Entonces es muy facil preguntarse ¿si no pensamos en nosotros mismos, como podemos pensar en los demas?
Todas las personas debemos tener en cuenta que sin el medio que nos rodea no somos nada, que el nos da lo que necesitamos para vivir asi que tenemos que ser ciudadanos ecologistas y ser lo mas respetuoso con el ambiente; no pensar en nuestra satisfaccion y desarrollo sin tomarlo en cuenta para tener una etica mas respetuosa del medioambiente. Tenemos que pensar en el medio que nos rodea como si fuera parte de nuestra familia para asi manterlo siempre en buen estado. Debemos concientizar a las personas para que se den cuenta del daño que le causamos al ecosistema y asi lo cuiden como debe ser.
Buen ejercicio sobre un tema tan importante para nuestros tiempos. No obstante considero que desde la perspectiva de la academia tradicional del pensamiento, aún faltan muchos hilos que ligar, antes de que se comprenda del todo un concepto como el del Mitakuye Oyasin. Sencillamente puesto que lo que plantea el pensamiento lakota, es una forma completamente distinta no de ética, ni de acción, sino del sentido mismo de la realidad (la cual no se centra en el ser humano, sino viceversa). Bien indicado en el artículo -en el hecho de que no se trata de caer en el relato suspirante del buen salvaje- pero cierto es que, en diferentes tradiciones locales en todo el mundo, la gran pregunta de la acción del hombre en su medio ha sido resuelta (y con coherencia)en muchas tradiciones. Aquí en México al menos aún existen culturas autóctonas que mantienen ésa "religación" de la existencia en un todo unificado. Es tiempo de quitarnos nuestras gafas de "experto" y asumir con humildad la riqueza de la creatividad humana en todos los rincones del orbe, sentido común que aboge por reeencontrar el propósito ahora planetario de la familia -no humana, sino de la vida entera- de la cual, somos sus únicos hijos conscientes, sus únicos hijos mal agradecidos.