27/07/08: Avances en inversión; retraso en inclusión y seguridad

El Peruano, 27 de julio del 2008.

EDITORIAL

Al cumplirse dos años del segundo gobierno aprista, es inevitable evaluar los avances y eventuales desvíos de dicha gestión, que no se puede medir simplemente por los guarismos fríos de las encuestas. Hay hechos aparentemente contradictorios que deben analizarse de modo objetivo: ¿Por qué si estamos tan bien en la macroeconomía, persisten altos niveles de pobreza y exclusión? ¿Por qué, en suma, somos tan bien vistos en el exterior, pero internamente nos vemos aún tan complicados ?

En la reciente encuesta nacional de El Comercio, elaborada por Ipsos Apoyo, la aprobación de la gestión presidencial se sitúa en un preocupante 26%. Sin embargo, lo que esto refleja, a primera vista, es sobre todo el contraste entre las numerosas y rimbombantes promesas de campaña, muchas imposibles de llevarse a la práctica y que alimentan hoy la desazón y frustración de muchos peruanos.

A pesar de ello, tenemos que reconocer los esfuerzos del Gobierno en rubros fundamentales de la redemocratización. En lo institucional, a pesar del zafarrancho congresal de estos días, es evidente que persiste el equilibrio de poderes y que se hacen esfuerzos por modernizar el Estado y cambiar la actitud de los burócratas. Tal era uno de los objetivos de la serie de artículos sobre “El perro del hortelano”, en que el primer mandatario trazaba líneas de acción para promover la inversión y aprovechar mejor nuestros recursos, de modo responsable y sin anteojeras ideológicas, en lo que queda aún camino por recorrer y muchos sectores por involucrar.

Otro avance se sigue dando en el sector educación, en el que con gran esfuerzo se han institucionalizado las evaluaciones. Pero sigue pendiente despolitizar el sindicato y seguir mejorando los magros niveles de calidad educativa, en lo que es crucial incrementar el presupuesto del sector (al 6%) según el Acuerdo Nacional.

En lo económico, hay que reconocer la gestión del saliente ministro Luis Carranza, que supo mantener el modelo y lograr la estabilización macroeconómica, al punto que el Perú ha logrado reconocimientos de grado de inversión y récords de crecimiento, exportaciones y empleo en algunas zonas, aunque queda como desafío seguir formalizando la economía y la tributación. Otro gran logro es la implementación del TLC con EE.UU. y el ánimo de abrir se a otros mercados mediante nuevos acuerdos bilaterales.

A diferencia de lo que pasaba antes, hoy la preocupación ya no es por la falta de recursos e inversiones, sino se orienta a cómo compaginar el sólido crecimiento económico con el aumento de la demanda. El telón de fondo es el control de la inflación, que ha subido debido principalmente a factores exógenos vinculados al incremento de los precios del petróleo y de alimentos como el maíz y la soya. Este es uno de los retos del Gobierno y del nuevo ministro Luis Valdivieso. Otro es aliviar el enorme déficit de infraestructura, a través de inversión pública responsable y de concesiones privadas.

En el ámbito de la descentralización los resultados son ambiguos. Hoy los gobiernos regionales están más asentados, pero es evidente que no tienen ni la capacidad técnica para elaborar proyectos y ejecutarlos, ni a veces tampoco los recursos. Las intenciones de transferencia del Gobierno Central chocan muchas veces con barreras burocráticas antiguas, que deben seguir derribándose para dar lugar a una nueva forma de gestión en la que alcaldes y regiones asuman responsabilidades y dejen de echarle la culpa de todo al Gobierno. En relación con esto, es imperativo que las regiones entiendan la urgencia de fusionarse con otras para incrementar su potencial , atraer inversiones y dinamizar sus economías .

La creación del Ministerio del Ambiente es un avance notable, que apunta a atender un ámbito tan importante como relegado que ha sido fuente de muchos conflictos, principalmente entre comunidad y empresas mineras. Lo que queda claro aquí es que, fuera de intereses particulares o de injerencias radicales que deben denunciarse, se necesita un ministerio con orden y prestigio, así como un organismo regulador autónomo y fuerte que dirima las desavenencias.

Otra fuente de desazón nacional es la falta de resultados más visibles en la lucha contra la inseguridad y la corrupción, en todas sus facetas. Las encuestas expresan el temor de la población por la rampante delincuencia, los accidentes en las carreteras, así como la inseguridad e indignación que producen algunos escándalos de aprovechamiento indebido de la función pública (el Caso Banmat y la irresponsabilidad del Fonafe). Una señal positiva, al respecto, sería que, conforme al previo anuncio presidencial, el nombramiento del nuevo contralor sea un proceso abierto a la participación de la oposición política y la sociedad civil.

En general, pues, mantenemos el rumbo, pero queda mucho por hacer. El Gobierno del doctor García, que ha resistido responsablemente la tentación populista, tiene también que dejar de lado algunos arrebatos de soberbia y de desmanejo político, que podrían ser contraproducentes. El caso de Moquegua, por ejemplo, demostró malas estrategias de prevención y de contención, así como carencia de reflejos políticos para evitar daños mayores. La política del bombero apaga-incendios es desgastante y sienta malos precedentes.

La relación con el Congreso, que tiene la tarea monumental de remontar su desprestigio, debe ordenarse, para coordinar mejor los proyectos y no recurrir simplemente a la delegación de facultades, más difícil con la nueva correlación de fuerzas legislativas.

Finalmente, aunque han disminuido en algunos puntos los niveles de pobreza, el Gobierno tiene que ser autocrítico y consciente de que su principal reto, vinculado al crecimiento económico, es el de la inclusión social. La fusión de algunos programas de apoyo social es positiva, pero resta crear focos de desarrollo para no caer simplemente en el paternalismo centralista. El ejemplo de la costa, ahora pujante con la agroexportación, tiene que trasladarse al centro y al sur, aprovechando sus ventajas comparativas. Lo que no puede permitirse es que el sur se empobrezca más, tanto por la postergación histórica cuanto por la injerencia de desestabilizadores locales y extranjeros que propagan doctrinas radicales y violentistas.

En los días venideros el Gobierno tiene que promover que la peruanidad, que estos días celebramos con orgullo, se afirme en todos los rincones del país con consensos políticos amplios, obras, empleo, educación, desarrollo e inclusión plena.