Israel perpetró el peor ataque contra la franja en 40 años, en represalia por los cohetes lanzados por los radicales de Hamas. De uno y otro lado, tienen mucho que responder
Por Carlos Novoa Shuña. Enviado especial
TEL AVIV. “¿Dónde está la guerra?”, pregunta un reportero de televisión británico que espera su turno para pasar inmigración en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. El frenético movimiento de turistas contrasta con las informaciones que desde esta parte del Medio Oriente salen hacia el mundo entero.
Tel Aviv es una ciudad occidental por donde se la mire. Rascacielos que se yerguen del lado del Mediterráneo, suntuosos centros comerciales y gente que camina despreocupada por sus calles. Jerusalén es el contraste. No tanto porque parezca una ciudad en guerra –solo en los sectores árabes se incrementó la vigilancia–, sino por la religiosidad que expele cada una de sus calles, ya sea en sectores judíos, musulmanes o cristianos.
Solo 70 kilómetros separan Tel Aviv de Gaza. Es como irse de Lima a las playas del sur. Pero aquí el invierno golpea con un promedio de 3 grados de temperatura, aunque eso no importe en Gaza. El viaje desde la coqueta Tel Aviv hacia la franja es como pasar del paraíso al infierno sin escalas.
Hoy la franja de Gaza arde más que nunca. Hace ocho días Israel lanzó una feroz escalada de ataques aéreos que, más allá de los argumentos, ha dejado una estela, hasta el momento, superior a los 400 muertos y dos mil heridos.
Los ataques sobre Gaza no han sido sorpresivos. Más bien eran esperados desde que Hamas (Movimiento para la Resistencia Islámica) empezó a lanzar más de 400 cohetes artesanales Qassam sobre ciudades ubicadas al sur de Israel, a 20 y 40 kilómetros de la frontera con Gaza.
Poblaciones de Ashkelon, Ashdod o Sderot, junto con Beersheva, empezaron a vivir en zozobra y exigirle al gobierno del primer ministro Ehud Olmert una respuesta militar.
“Los ataques a Gaza han sido desproporcionados, porque nadie se cree que 300 o 400 muertos sean una respuesta a un lanzamiento de cohetes que casi nunca matan a nadie (en ocho años han matado a 16 israelíes), sobre todo cuando Hamas había dicho que estaba dispuesto a mantener la tregua”, sostiene Miguel Ángel Bastenier, ex subdirector del diario “El País” de España y quien durante más de 30 años ha cubierto los acontecimientos del Medio Oriente.
Para Mordejai Kedar, profesor de la Universidad de Bar Ilan de Israel y experto en movimientos fundamentalistas islámicos, “lo que ocurre en Gaza es el resultado del comportamiento de Hamas”.
“Por años ellos han lanzado misiles sin razones y los israelíes hemos proporcionado comida, agua, combustible y electricidad a Gaza. Hamas es la ley en Gaza, pero ellos no tienen idea de lo que es un Estado, no saben manejar la infraestructura, salud, educación, economía y solo saben hacer la Yihad contra Israel. ¿Qué harían en el Perú si alguien les lanzaría cientos de cohetes cada día”, argumenta en diálogo con El Comercio.
LÍOS ENTRE PALESTINOS
El actual no es un conflicto propiamente entre el Gobierno Palestino e Israel, sino entre Hamas e Israel en Gaza.
Hamas es un movimiento radical palestino, que pretende la instalación de un gobierno islámico y no reconoce la existencia de Israel. Al Fatah, el partido de gobierno, representa el nacionalismo palestino y sí acepta al Estado hebreo.
El territorio palestino está dividido en dos: la franja de Gaza, donde gobierna Hamas desde que en una guerra civil expulsó al gobierno oficial de Al Fatah en junio del 2007.
El otro es Cisjordania, cuya capital es Ramala, ubicada a 45 kilómetros de Gaza. No se puede pasar de un lado a otro sin atravesar territorio israelí. Aquí está la sede del Gobierno Palestino, que tiene como presidente a Mahmud Abbas –uno de los conspicuos líderes que siempre estuvo al lado del mítico Yasser Arafat, considerado el padre de la nación palestina–. Por su moderación, Abbas es considerado un interlocutor válido para Israel y Estados Unidos, el principal apoyo del Estado judío.
Pero expulsados de Gaza y sin ningún tipo de presencia en la franja, a Abbas solo le queda condenar el bombardeo y la muerte de civiles.
Durante este tiempo, el Gobierno Israelí ha mantenido importantes acercamientos con la administración de Abbas, aunque quedaba claro que de cualquier acuerdo o proyecto de solución al conflicto palestino-israelí, debía tener el visto bueno de Hamas, un actor insoslayable en este rompecabezas del Medio Oriente.
ESCENARIO POLÍTICO ISRAELÍ
El 10 de febrero los israelíes irán a las urnas para elegir al primer ministro que sucederá a Olmert del centrista partido Kadima.
Entre los principales candidatos está Tzipi Livni, la actual ministra de Relaciones Exteriores, pero que en los últimos meses ha mantenido discrepancias públicas con Olmert, sobre todo después de conocerse acusaciones de corrupción contra el primer ministro.
Livni había sido considerada frágil en su postura hacia los palestinos, pero ahora ha modificado su discurso y se ha mostrado enérgica. “Livni y Kadima quieren demostrar al votante israelí que son ‘halcones’ y no ‘palomas’, y que como garantes de la seguridad israelí nadie les gana”, agrega el analista Miguel Ángel Bastenier.
El otro candidato es Benjamín Netanyahu, líder del derechista partido Likud. ‘Bibi’, como lo llaman en Israel, fue primer ministro entre 1996 y 1999. Su posición, como la de su partido, siempre ha sido de ceder lo mínimo a los palestinos y castigar cada uno de los ataques contra los israelíes.
En resumen, tanto israelíes como palestinos tienen líos políticos internos que traban el ya alicaído acercamiento y proceso de paz entre ambas partes. Un informe de la Organización de Naciones Unidas advierte que la cifra de muertos civiles en Gaza supera ya el 25% del número total de las 462 víctimas contabilizadas hasta ahora. Mientras tanto, los pobladores de la franja de Gaza seguirán siendo los conejillos de Indias del conflicto.
El fin de una débil tregua y el castigo a la franja
Hacia marzo del 2008, Israel lanzó una ofensiva aérea contra la franja de Gaza que dejó 150 muertos. Luego, Hamas y el Gobierno Israelí que preside Ehud Olmert se dieron una tregua tácita, gracias a la mediación de Egipto, que mantuvo una relativa calma en la franja.
No obstante, Israel seguía aplicando las sanciones comerciales contra Hamas en la franja de Gaza, tratando de ahorcar al debilitado gobierno de facto de Hamas.
La tregua, siempre débil, duró seis meses hasta que los extremistas volvieron a lanzar los cohetes Qasam, con la consabida respuesta desproporcionada de Israel.
El Comercio.
estimado carlos, por favor comuniquese conmigo, gracias,
dov shinar shinard@barak.net.il