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Fatalmente lo trabajado es pálido, mortecino y se pierde entre escombros, carpas agujereadas, viviendas prefabricadas, falta de baños en las escuelas
Por Mariella Balbi
Un año atrás nació el Fondo de Reconstrucción del Sur, despertando la esperanza de reparar toda la tragedia con eficiencia, transparencia (cosa que no se vio en el sismo de Huaraz) y mucha eficacia. Se emulaba lo ocurrido en Armenia, Colombia, con el Forec, el organismo que reconstruyó la zona después del terremoto de enero de 1999. Forsur era privado, pero primó la desconfianza y se convirtió a los integrantes de su directorio en empleados del Estado. Como echarle agua a un gato. Si los verdaderos empleados públicos no mueven un dedo por temor a contraloría, juicios, etc., el pavor del empresario privado era comprensible. El presidente Alan García no se la jugó, bien pudo poner una ONA al lado de Forsur. No se crea que en Colombia la fiscalización era inexistente, fue fuerte, pero no trababa la acción.
Hoy se propone que el desfigurado Forsur pase al Ministerio de Vivienda, hace dos meses se planteó que tuviera su sede en Ica, quedando en Lima una oficinita muy referencial, pero no se supo más al respecto. Lo que se ve en Cañete, Chincha, Ica, Huancavelica es, como diría el vals “El pirata”, la “parálisis de la inmovilidad”. Fatalmente, lo trabajado es pálido, mortecino y se pierde entre escombros, carpas agujereadas, viviendas prefabricadas, falta de baños en las escuelas. Los 745 millones de soles invertidos en la reconstrucción (aproximadamente 280 millones de dólares), y anunciados a través de una publicidad algo atosigante, no se ven. No es necesario ser ‘tomista’ para saber que la frase “ver para creer” es absolutamente cierta.
Probablemente, una parte de ese dinero está ‘en proceso de’, perdido entre los ¡12 larguísimos trámites que recorren los proyectos de Forsur entre las diferentes burocracias! Que dependa del Ministerio de Vivienda ahorraría el envío a la PCM, pero no la supervisión de los papeles; tranquilamente pueden estancarse en esas oficinas. La ventaja de Forsur es que tiene un directorio y ahí se evalúan los proyectos con relativa autonomía, estar bajo la tutela de un portafolio le restaría independencia. Si las cosas han funcionado lentas y mal es porque los organismos del Estado son lentos y malos. A modo de ejemplo, cuando se inauguró el Forsur le transfirió a Cofopri dos millones y medio de soles para el complejo tema de la titulación, pero la maraña sigue.
Ciertamente se ha titulado a gente, también se ha otorgado el bono de seis mil soles a los damnificados. Se calcula que son 75 mil, hasta ahora estamos en cerca de 11 mil beneficiarios. Esa no es responsabilidad de Forsur sino del ministerio correspondiente. Lo mismo ocurre con la construcción de un hospital en Pisco, se puso ¡dos veces la primera piedra! (plof) y los colegios van lentos. Esto lo vive la gente del sur, lo siente, lo traduce en bronca y con cierta razón. Forsur no construye, evalúa los proyectos de inversión en la zona y ubica las oportunidades de inversión. Pasarlo de acá para allá no garantiza la rapidez y la eficiencia. Mejor es identificar los cuellos de botella y pulverizar el atraso. Usar los “hombrecitos amarillos”, esos que cobran las deudas impagas, no sería descabellado. Son visuales y útiles.
El Comercio.