Los cien días de “PPKeiko”
“PPK se ha bajado el pantalón ante Fuerza Popular”, “El matrimonio entre PPK y FP anuló el enamoramiento y el noviazgo”, entre otras frases surgieron durante la semana ante los cien días de gobierno de Peruanos Por el Kambio (PPK), un gobierno con mucho baile, poca seriedad y muchas filtraciones “adrede” son las características de la gestión implantada desde el pasado 28 de julio.
La encuesta publicada hace una semana atrás por GFK, que conserva en algo mi ímpetu de tomarla como verdadera, da cuenta de los estragos en la aprobación del presidente de la República, fruto de los desaciertos, escándalos y bailes constantes.
El 52% de los peruanos desaprueba la gestión de PPK, muy inferior respecto a septiembre (62%); diez puntos en un mes, a diciembre podrían llegar a 32% de desazón, hecho que sólo dependerá de él (PPK) y su entorno.
“PPK SE HA BAJADO EL PANTALÓN ANTE FUERZA POPULAR”
Los temas álgidos, según la encuesta, no abordados directamente son delincuencia con 44% de nivel de preocupación de los peruanos, acompañado de la “barbarie” cometida al momento de realizar los nombramientos en cargos importantes como el caso “Moreno” y otros; fruto de rodearse de “zorros políticos” de dudosa procedencia y reputación.
Desde mi punto de vista, la encuesta no consideró los conflictos socio-ambientales como factores que determinaron el declive en el nivel de aprobación. No se abordaron a tiempo ni utilizaron las estrategias adecuadas como en el caso Las Bambas y los derrames incontables de petróleo en la selva peruana. Tal parece que ni siquiera hubo cambios en la, inactiva por excelencia, oficina de diálogo y sostenibilidad de la PCM.
Para no ser tan destructivo, es necesario rescatar algunos aciertos como la aprobación de la Ley de la “muerte civil” para los involucrados en corrupción como un instrumento legal para disminuir este flagelo social que es responsable del 2% de evaporación del PBI peruano. Sin embargo, es necesario mirar ambos lados de la orilla, pues la corrupción es un baile de a dos.
Está claro que los cien días son muy cortos para evaluar, en su integridad, lo que desea realizar PPK y compañía (FP) desde el ejecutivo, a favor de la población peruana; sin embargo es una muestra de lo ineficiente que es al momento de designar cargos, establecer mecanismos adecuados de comunicación interna, fragilidad institucional al interior del partido y otros.
Cuidado que el discurso florido y aroma a cambio, termine por marchitarse y encender la pradera de la desconfianza, ante el matrimonio tempranero de FP y PPK.
“Entre el olvido y el abandono”
A pocos días de celebrar el 90 aniversario de la Provincia de San Román, la ciudad de Juliaca luce inundada, abandonada por sus habitantes y autoridades; es una especie de hijo sin padres: en el completo olvido.
Este aniversario no es uno cualquiera, es una fecha especial; sin embargo tal parece que la suerte está echada. Una crisis que se alarga desde la pasada gestión de Mamani Paricahua, hoy tras las rejas. Una autoridad que ha hipotecado el destino de la gestión a un grupo de expertos en hundir gobiernos. A esto se suma cuestionamientos casi probados de cobros irregulares a trabajadores de construcción civil, descuentos a serenos y pérdida de bienes en el programa de vaso de leche; en palabras sencillas, un gobierno cómplice con la corrupción.
No es ajena la fiesta del silencio de la que participan los regidores de “oposición”, ajenos por interés a la realidad que se vive en el municipio; a no ser que se hayan enfermado de faringitis.
No parece exagerado hablar de un tercer gobierno de Mamani Paricahua ante in-numerables actos negativos denunciados. Un claro ejemplo es la actuación del municipio y la actual autoridad en el caso Drenaje Pluvial; a tal punto de permitir que sea la empresa quien disuelva el contrato antes que el ente ejecutor; sumado al desinterés en la reformulación del expediente; un actual negligente desde todo punto de vista.
Sin embargo, en la otra orilla está la obligación moral de los ciudadanos, juliaqueños y juliaqueñistas de contribuir en el desarrollo de esta ciudad, participando en los espacios de concertación, ejerciendo el rol de ciudadanía efectiva; lamentablemente las cosas tampoco funcionan en esta orilla. La dirigencia y su legitimidad están en cuestión y tela de juicio; hecho que pone aún más difícil la situación de esta ciudad.
Cansa tanto que mencionen que Juliaca tiene la autoridad que tiene porque se la merece, no creo que sea así de absolutista, sino más bien relativa; pues no estamos lecturando la real dimensión de sus habitantes y su composición multicultural e idiosincrasia producto de la explosión demográfica que también influye en todo proceso electoral. Hoy Juliaca es una ciudad de todas las sangres, de todas las razas y también dueño de todos sus problemas. La autoridad así sea doctor, licenciado o simple señor tiene la obligación de co-gobernar con la población; el diálogo y la concertación deben primar, antes que los intereses ajenos; y los que “dicen ser eruditos” deben apoyar el proceso; pues si eso no ocurre seguiremos teniendo gobierno corruptos y delincuentes de saco y corbata, con un silencio cómplice de dirigentes, eruditos, sabiondos y pobladores sin autoestima.
Los “dueños” callejeros…
Estas últimas semanas se han propalado noticias respecto a víctima de mordeduras caninas e incluso muertes a consecuencia de ataques de perros vagabundos; hecho que obligó a los sectores salud, Ministerio Público, Educación, Municipio y demás actores reunirse para abordar el tema.
Se discutió como siempre sobre lo mismo: ¿cómo logramos tener menos perros en las calles?, las respuestas fueron casi siempre las mismas: Eliminación bajo la premisa “muerto el perro, muerto la rabia”, aplicar la castración, campañas de educación dirigida a los pobladores, aplicación de la ley Nº 27596 que regula el régimen jurídico de canes, construcción del centro canino, etc.
En una ciudad con más de 380 mil habitantes, existen; según declaraciones del jefe de Zoonosis de la Red de Servicios de Salud de San Román, MVZ. Pedro Quispe Mendoza, un promedio de 60 mil canes; el 15% de estas se encuentran en las calles, avenidas y barrios urbano-marginales, abandonados y descuidados.
Con más de 10 mil perros en los basurales, merodeando en los terminales, mercados y centros de abastos, es casi hablar de una epidemia canina; porque son los que muerden a los niños, ebrios y ancianos provocándoles fisuras de por vida, y muchas veces contagiados con la temible rabia.
Ante esta situación hay que primero ver las causas de tanto perro abandonado y quiénes o qué instituciones no están cumpliendo sus funciones para los que fueron creados. Están los amigos de cuatro patas en las calles porque sus propietarios son verdaderos irresponsables, vagabundos y desvergonzados; pues no entienden que tener mascotas es un acto de sensibilidad humana y sobre todo en estos tiempos un “lujo”, pues hay que darle comida, desparasitarlo, vacunarlo y cuidar de él como un integrante más de la familia; hecho que no se da en Juliaca por el nivel cultural y educativo de sus habitantes.
A esto se suma el nulo cumplimiento del municipio de las normas y leyes existentes, como la creación y funcionamiento del centro canino antirrábico, donde se desparasite, vacune, entrene y en caso sea necesario elimine a los perros abandonados y en peligro de contagio de rabia; sumado al funcionamiento de un laboratorio en coordinación con el MINSA.
Son cosas que están en las leyes y normas, a estas alturas inventar la pólvora está bastante lejano. Se debe realizar un censo canino para determinar la población de canes en la ciudad, acompañado de una educación cara a cara y entrega de información adecuada y digerible; además una campaña masiva de tenencia responsable de canes. Luego de tener una población informada se tendrá que aplicar la sanción pecuniaria y trabajo comunal a quienes incumplan como los que abandonan a sus mascotas.
A esto se debe sumar un empadronamiento, capacitación, formalización y reubicación de los vendedores de mascotas; pues es el foco de los casos de rabia contabilizados en los últimos meses. No se puede permitir que se expenda mascotas sin desparasitarlos ni vacunados.
En conclusión, si la gente no cambia, no se informa, la autoridad no toma interés en el asunto y las instituciones no trabajan conjuntamente; la rabia seguirá matando gente y los perros continuarán dejando heridas profundas en sus víctimas; cuidado que los dueños terminen siendo los callejeros.
Congresistas entre quejas, promesas y bailes.
A un poco más de dos meses de ejercer la función legislativa, los congresistas por la región Puno han hecho del término “integración” un lenguaje difícil de comprender; pues hasta el momento no han logrado siquiera ponerse a las alturas de las circunstancias y los intereses regionales, y lograr conformar el grupo parlamentario Puno ni elegir al coordinador a fin de unificar criterios y tener acuerdos conjuntos.
La semana de representación parlamentaria ha mostrado a claras luces esta situación preocupante. Tres congresistas del Frente Amplio (Pacori, Quintanilla y Curro) emulando una especie de rendición de cuentas y orejas abiertas para acoger quejas, sugerencias y hasta recibir perfiles para intentar gestionar desde Lima y ante los ministerios presupuestos para las provincias y distritos. A mi punto de vista, bueno pero barato, barato en el sentido que no todo lo que solicitaron y expusieron los acaldes y dirigentes podrá concretarse en un corto ni mediano plazo; pues la coyuntura y el debate legislativo está encaminado en reformas macro y a nivel país.
Las actuaciones unitarias y atomizadas de los congresistas de la bancada naranja por Puno, Lucio Ávila Rojas y Moisés Mamani Colquehuanca son aún más preocupantes, pues ni siquiera ambos se han logrado poner de acuerdo para realizar alguna acción conjunta; el primero se puso a bailar en la parada de la UNA Puno en plena semana de representación; hecho cuestionable desde todo punto de vista; sumado al desazón causada en los dirigentes que ven el tema del drenaje pluvial de Juliaca.
El parlamentario Moheño y con pergaminos de “mentiroso” se internó en la selva puneña, allí en los distritos donde realizó varias actividades económicas y genera cierta simpatía su presencia. Se dio un baño de popularidad al expresar que gestionará la provincialización de San Juan del Oro; promesa desde donde se le mire bastante difícil de concretarse.
En resumidas cuentas, si bien existen liderazgos unitarios como la de Quintanilla aportando y debatiendo temas de coyuntura en medios incluso nacionales. Un Pacori proponiendo temas como el reconocimiento del Estado peruano como un Estado laico ha generado la polémica y ha puesto el dedo en la llaga de la iglesia; no son suficientes; necesitamos actuaciones conjuntas en el tema Paltiture por ejemplo.
Si bien existen diferencias y brechas extensa en pensamiento, palabra y omisión entre los congresistas, estos deberán hilar fino para “ponerse de acuerdo” y generar consensos a favor de la región, caso contrario tendremos una nueva semana de representación atomizada, fraccionada y dividida; eso no es rentable ni conveniente.
Coima institucionalizada: “Dos Azules”
Salieron a lanzar rocas hasta el cansancio que hoy están adoloridos, a tal punto que la pus no se encuentra en el cuerpo de los que cometieron el delito; sino en los que vitorearon a los cuatro vientos que deben ser juzgados y se atrevieron a cumplir el papel de magistrados. No es una exageración, es un llamado a la calma ante tanto barullo.
La noticia se expandió como una pandemia en las redes sociales la noche del último viernes en la “ciudad de los vientos”. Se daba cuenta que la integrante de la Policía Nacional, Sub. Oficial P.N.P. Susana Mamani Gutiérrez era detenida por pedir “dos azules” (200 soles) a un conductor intervenido por manejar en estado de ebriedad junto a tres de sus hijos.
El video de minuto y medio propalado por diversos medios, sentencia por anticipado a la integrante policial y deja sin argumento de defensa alguna. “Dame dos azules. Si quieres nomás, sino; también no. Por eso yo te digo te queremos llevar a la comisaría. Para ti va ser difícil, esto no es una infracción simple. Es un delito y puedes llegar hasta la cárcel”. Se escucha en el video grabado por uno de los hijos del mal padre.
“ANTES QUE REFORMAS, HAY QUE DARLE LA IMPORTANCIA DEBIDA A LA CÉLULA BÁSICA DE LA SOCIEDAD: LA FAMILIA”
El inspector de la Policía Nacional, Richard Zubiate adelantó que la mujer policía ya fue separada de la institución sin goce de haber por catalogarse dentro del reglamento interno policial como falta grave. Además, argumentó que en un plazo de 5 días se dispondrá realizar todas las diligencias que, incluso, podrían terminar en una prisión preventiva.
No es poca cosa ni minúscula el hecho; sin embargo, no hay que perder el norte del razonamiento y enfatizar que se trata de un hecho individual, más no institucional. Que se aplique todo el peso de la Ley tanto a los involucrados con uniforme y al mal conductor identificado como Andrés Sucari por el delito de peligro común. Existe la corrupción porque hay quien pide y otra que cede y muchas veces ofrece.
Ocurre que la cultura de formalizar la denuncia es lejana en el país ante hechos similares, pues además de ser considerado un acto de pérdida de tiempo, los pocos casos denunciados fueron archivados sin tener respuesta alguna; sumado al costo económico que significa para el interesado. Así las cosas no funcionarán.
Tal parece que las cifras dadas por PROÉTICA en el 2015 se han quedado cortas. El resultado del sondeo daba cuenta que la institución policial es la tercera entidad más corrupta con un 42%, detrás del Poder Judicial y el Congreso. En ese entonces, el 53% de peruanos indicaban que la corrupción se incrementaría en los últimos cinco años, tendencias hoy casi confirmadas con los últimos hechos en la región Puno y el país como el caso “Moreno”.
La coima hoy es parte de la cultura diaria de un gran sector de la población para “acelerar los procesos” y obtener a tiempo un documento, permiso, autorización, matricular al hijo y hasta para ingresar antes que otros a un banco.
Antes que reformas, hay que darle la importancia debida a la célula básica de la sociedad: La familia, hoy abandonada y sometida al fraccionamiento por la modernidad y vida acelerada que llevamos. Hagamos un alto en el camino, como diría el padre Luis Zambrano.
“Inseguridad nos respira la nuca”
“Alias Wara Wara, un prontuariado delincuente pone en jaque planes y programas de seguridad de la Policía Nacional, y hecha por los suelos el Plan Zanahoria del Municipio de Juliaca”.
Lo ocurrido el pasado domingo aproximadamente a las 3 de la tarde en el populoso barrio San José de Juliaca, pone al descubierto el rostro más feo de la ola creciente de la delincuencia en la ciudad de los panza calas y cogotudos.
Hablar de seguridad es un mito por estos días. A plena luz del día y en medio de una bulliciosa pollería disparar contra un ex integrante de su misma banda delincuencial, a Wara Wara no le costó ni una pisca de miedo.
Segundos después, el fusil y revolver también las descargó contra otro de sus enemigos públicos, cuyo hermano fuera también ultimado el pasado 10 de octubre en una discoteca céntrica de la ciudad.
“LA PREGUNTA MÁS ALLÁ DE WARA WARA ES, EN QUÉ MOMENTO SE “JODIÓ” JULIACA Y SUS HABITANTES”
Imágenes de una cámara de video instalado dentro de la discoteca ilegal “La Base” registraron los momentos de terror que provocó Roque Quispe y su capacidad de operar sin temor alguno, incluso en medio de una muchedumbre de adolescentes que se aprestaban a alcoholizarse en una fría noche juliaqueña. Disparó al mismo estilo del pequeño oeste.
La pregunta más allá de Wara Wara es, en qué momento se “jodió” Juliaca y sus habitantes; en qué momento la ciudad capital de la Integración Andina terminó siendo el “Cali Andino”, donde la actuación policial es más que una lenta agonía institucional y la desconfianza marca la pauta de la vida de los que residen en la ciudad de los vientos, hoy convertida en tierra de nadie.
Si intentamos sortear algunas respuestas, basta hacer uso del 1% de las neuronas, pues las respuestas no necesitan mayor esfuerzo. La informalidad, ilegalidad, contrabando, narcotráfico son algunas de las actividades que permiten hoy más que antes que Juliaca sea vulnerable y terreno fácil para el mundo del hampa. Los mineros informales seguirán siendo asaltados en las carreteras y nunca denunciarán ante el riesgo de ser investigados por lavado de activos, tal cual manda la ley.
Territorios como Sandia y Carabaya plagados de huanuqueños y ayacuchanos, hacen de la selva una zona liberada para la actividad del narcotráfico que concentra su proceso en Juliaca, y a la vez carcome de cuerpo entero a la policía, Poder Judicial, Ministerio Público y demás aparatos estatales.
A esta cruda realidad se suma la inútil acción de los que conducen la política local más publicitada: Plan Zanahoria. Una forma más de usar fondos económicos para generar chamba para los que agitaron las banderas en campaña, mas no para accionar frontalmente contra las mafias que abren de par en par discotecas que anidan delincuentes y embrutecen a los adolescentes de Juliaca. Un fracaso tempranero.
Claro, no nos olvidamos de nuestro papel como “ciudadanos”, es tan desgraciada como lo mencionado líneas arriba. Ya nadie tiene un poco de estupor frente a lo que ocurre a diario. Ver cadáveres y brotar de los cuerpos gorgojos de sangre y espanto, es casi pan de cada día en Juliaca. Hemos perdido la vergüenza por completo. La inseguridad sigue gobernando.
En dolor ajeno, es nuestro.
La madrugada del último martes la muerte rondó en las peligrosas carreteras del pueblo de Apurímac. 13 integrantes de la Policía Nacional del Perú se fueron tempranamente a la eternidad, seguro salieron de casa prometiendo un regalo al hijo o cenar juntos en Navidad; pero nada de eso ocurrirá, pues partieron en un viaje sin retorno.
Es duro escribir estas líneas, pensando en el dolor que sienten las familias, las madres, los padres y; sobre todo, los hijos de los uniformados que una vez más no estarán junto a su familia en las fiestas de fin de año. Es irónico hablar de noche buena, cuando el manto oscuro de la desgracia y la miseria se apoderan de los hogares de peruanos, por el solo hecho de llevar uniforme, muchas veces son linchados por todos nosotros; desde las redes sociales; hasta los medios de comunicación.
No hay un afán de santificar a nadie, es una forma de expresar la sensibilidad humana que lo hemos perdido casi por completo. Es bastante fácil aprender insultos en contra de los policías, es bastante sencillo calificarlos de corruptos, flojos, ignorantes, delincuentes y hasta de narcotraficantes; es tan fácil decir todo eso junto; sin pensar en las repercusiones; sin comprender que son tan humanos y tan ignorantes como nosotros. Es difícil reconocer la función ejercida; es imposible agradecer por la buena labor desempeñada.
Son trece familias sumidas en el fango de la desesperanza, y son muchos más los que aguardan un milagro para salvar de la muerte al ser querido. Echar la culpa al chofer quizá sea sinónimo de encontrar paz, o exigir una indemnización al estado sea otra forma de reparo. No señores, no hay forma de recompensar la partida de un ser querido, de un hijo, de un padre o de un abuelo, hoy uniformado.
La instalación de una mesa de diálogo propició el viaje; garantizar la seguridad y encaminar era la misión. Un conflicto social irresuelto por el estado terminó de la manera más dolorosa posible. Entonces puedo atreverme a decir que, hasta para hablar, necesitamos de un policía. Somos un país tan pobre de diálogo y consenso, que requerimos de la presencia policial para ponernos de acuerdo, así de precarios somos.
Podemos cuestionar muchas cosas de la institución policial, como el cobro de “azules”, las bandas del crimen organizado no capturados, los actos de corrupción y los narco policías; podemos mencionar esta y muchas cosas más; pero hay que comprender que no todo está podrido, hay casos positivos, aunque contados con el dedo, hay estrellas que se iluminan con luz propia; hay pocos buenos, pero hay, y eso debemos reconocerlo.
En estas fechas importantes, la solidaridad nos debe convocar, así como la búsqueda de la paz, la calma, tranquilidad y, sobre todo, la reconciliación, Es tan corta la existencia que es una pérdida de tiempo andar peleados, fregar a todo el mundo o enemistarnos con nuestros padres y vecinos. Es tan sencillo hacer leña del árbol caído y difícil comprender y practicar la empatía. Hoy, ante esta tragedia, reflexionemos nuestro actuar con los uniformados, ellos también tienen problemas, sufrimientos, alegrías y errores como nosotros.