En estos últimos veranos ( bueno después del accidente) trato de estar en la playa lo más que puedo, busco conectarme con el mar, el sol y la arena, para olvidarme por un momento que estoy en medio de una vorágine atroz de responsabilidades, precoupaciones y demás estreses en el mundo real.
Mis días playas son siempre o casi siempre junto a mi familia, y no me refiero especificamente a mis padres, sino a mi familia hermana, cuñado sobrinos y familia de mi cuñado. (Por cierto mi cuñado tiene dos hermanas, cada una casada y con dos hijos). Entonces paso mis días entre juegos en la arena, bañadas en el mar con “huacachitas” incluidas , y chapuzones de piscina cuidando que nadie se ahogue.
Pero dentro de todas estas escenas familiares, en las que yo soy la única individualista que toma la foto o se queda en la sombrilla mientras todos están con sus hijos, puedo disfrutar o participar de varios momentos.
El primero de ellos es ese que estos últimos tiempos anda resultando más frecuento y se vuelve medio incomodón: “¿porqué sigues sola?”…seguido de : “¿Pero y que paso con fulano, mengano y perengano?”, para terminar con :”¿Pero seguro en tu trabajo hay mas chicos, y ayer que saliste conociste a alguie?”. Luego del incómodo momento de “Gracias por recordarme que nuestro concepto social no admite mujeres solas por mucho tiempo”, viene la calma de disfrutar de la soltería. Digamos que este está comenzando a ser ese momento al que me estoy acostumbrando, no tengo una respuesta fija…pero sé que siempre se me ocurrirá algo para salir del paso y evadir el tema =).
Muy bien, entonces ahora viene el momento del que participo, uno que ocurre en medio de ese trance de soponcio que nos causa el sol; y de relajación que nos trae la brisa marina. Es en este instante que las imágenes de las personas que vemos frente al mar empiezan a dibujarse de manera distinta, y no me refiero a la forma contorneada de los cuerpos no, sino a las acciones, los gestos, los movimientos, y hasta las risas que podemos ver y escuchar. Porque siendo sincera, para mi el verano es aquella época del año que nos convierte a todos (ya seamos niños o adultos) en personajes de historias extraordinarias, dispuestos a enfrentar al mar y a la arena, “luchar” con ellos, zambullirnos recordando las peliculas de “Tiburón” o “Pirañas”. Todo eso pensando en el premio nos espera al final del día: el mega heladazo (del carrito amarillo) o la chelita bien helada.
Hago esta introducción a mi momento especial, porque cuando entramos al mar hay un solo sentimiento que nos embarga “cautela“. Miramos las olas con precaución y medimos la fuerza a la que nos podemos enfrentar en función del “golpe” que podamos sentir. Tanteamos bien hasta que parte debemos dejar que nos llegue el agua y nos plantamos fijos dispuestos a recibir al mar para saltarlo o sumergirnos debajo de el. Es exactamente este momento el que me encanto capturar, una imagen maravillosa en la que hijos y padres , todos juntos, enfrentan con alegría y compañerismo el golpe que les da la marea; se toman de las manos fuertemente se sonríen juntos, y deciden en equipo si se sumergirán o si pasarán por encima, para finalmente y luego de la “tempestad” de esa ola bien sorteada, felicitarse todos por el buen trabajo hecho. Esto claro sólo por unos breves segundos ya que tienen que alistarse para recibir a la siguiente sin dejar de lado a la sonrisa y la emoción.
Este es mi momento perfecto en la playa, la sensación completa de sentirte acompañado enfrentando retos y divirtiéndote, junto a quienes más te aman, y cuando mis ojos capturan esta imagen tan perfecta es inevitable sonreír desde mi posición en la sombrilla.
Nosé si algún día tenga hijos, pero definitivamente estoy guardando este momento para ponerlo en práctica y si ustedes los tienen no dejen que se acaben los días de verano para intentarlo, verán que bien se sentirán.
Éxitos en la semana =)