Vaya cola alla en el bañooooo!!!!
Artística: Voy a pintar un angelito negro.
Filosófica: Voy a pasar de lo abstracto a lo concreto.
Culinaria: Voy a ponerle sabor al caldo.
Romántica: Voy a entregar unos bombones
Franca: Me voy a sincerar.
Bien intencionada: Voy a sacar lo mejor de mí.
Coqueta: Me voy a echar agüita en los cachetes.
Voy a evacuar una duda.
Voy a soplar la vela, antes de que se me caiga la torta.
Voy a mandar unos troncos al aserradero.
Voy a sacarme un peso de encima.
Voy a despedir un amigo del interior.
Voy a tirar la basura.
Voy a desalojar al inquilino.
Voy a echar una boya.
Voy a echar un topo al remolino.
Voy a hacer una escultura efímera.
Voy a hundir un zeppelin.
Voy a externar mi malestar.
Voy a tumbarle el puro al cachetón.
Voy a desechar una hipótesis.
Voy a negociar la liberación de rehenes.
Voy a liberar a Willy.
Haciendo un poco de historia, el baño ha pasado de los amplios espacios exteriores al hogar (lo más alejado posible) a convertirse en una habitación a la que se le presta bastante atención en términos decorativos. Como decía, en la antigüedad lo único que se requería para ir al baño era saber dónde ir, pues cualquier paraje desolado y un poco de tierra era suficiente. Con el correr de los años el baño se fue acercando cada vez más a la vivienda y se empezaron a inventar múltiples cosas para este espacio, como el papel higiénico, el silo dio pase al inodoro (que en sus primeros modelos tenía el tanque a una altura considerable), luego el bidet cuyo uso ha pasado un poco de moda, quizás por la falta de espacio. El mayor esfuerzo tecnológico en lo que se refiere a inventos para baño se han concentrado en aromatizantes para disfrazar lo más posible las consecuencias de la básica función biológica humana de evacuar desechos. Todos estos avances e inventos han hecho del baño del hogar un lugar con comodidades antes impensadas y con artículos indispensables que se nos hace imposible siquiera imaginar la vida sin ellos (¿Como habrá sido la vida sin papel higiénico?). Pero ahora las cosas se han complicado debido a los grandes centros de concentración humana, llámense centros educativos, centros comerciales y oficinas, en estos recintos el baño es un tema del que vale la pena hablar.
Hoy voy a hablar de los baños en las oficinas, y por supuesto que hablaré de los baños masculinos, cualquier comentario sobre baños femeninos será bien recibido, lo único que puedo comentar que en el 85% de veces que las mujeres van al baño, en una oficina, van acompañadas, espero que ese porcentaje se deba a que en promedio la vejiga tiene más trabajo que el intestino, pero aun así no comprendo porque la necesidad de compañía en esta situación, ruego que alguna mujer me lo aclare, es más seria bueno comentar que si los hombre hicieran eso de pedir compañía hay dos opciones, o van al baño por sus profundas aspiraciones (cemento a la nariz) o el toqueteo está presente en esa parejita.
Yo me hago una pregunta ¿A qué clase de tarado se le ocurrió que podía hacer sentar a dos o más personas, en varios inodoros, una al lado de la otra? Es realmente jocoso, imaginen en su oficina todos los inodoros ocupados sin las puertitas esas que no sirven de mucho. Está bien que haya que ahorrar espacio pero creo que estadísticamente es poco probable que dos o más personas que comparten un baño estén sincronizadas fisiológicamente. No sería mejor tener dos o tres cuartos de baño privados (individuales) en un piso, sin distinción de género y ser civilizados y compartir el baño entre hombres y mujeres? De esta manera también las oficinas podrían ganar espacio y hacer ambientes de trabajo más amplios. No sé si alguien recuerda la serie Ally McBeal, en esa serie la firma de abogados donde trabajaba la protagonista tenía un solo baño (con cubículos) y era compartido por hombres y mujeres, siempre me pareció raro pero digno de una raza que se jacta de su inteligencia y de su grado de civilización alcanzado.
Ahora pasemos al punto de este Post y a uno de los artefactos solo existentes en los baños públicos masculinos, hablo del singular artefacto llamado urinario, el cual pueden ser “individual” (lo pongo entre comillas porque no hay nada de individual en estos baños) o comunitario que no es más que una zanja con desagüe forrada en mayólica con un tubo con huequitos en la parte superior que gotea constantemente, claro que en lugares más elegantes se han introducido variantes y han tratado de asemejar el urinario a elegantes cataratas. Es realmente gracioso ver a varios hombres uno al lado del otro, codo a codo, vaciando sus vejigas y mirando al techo, porque es una ley no escrita, parte de la tradición oral del baño masculino no bajar la mirada bajo ninguna circunstancia pues se puede malinterpretar con intenciones de medición o deleite. En algunos baños, sobre todo en discotecas o bares, se han colocado sobre los urinarios a la altura de los ojos del miccionante, afiches publicitarios, bastante ingenioso, pero creo que más efectivo hubiese sido ponerlos en el techo.
Ahora pasemos a una hora clave dentro del día a día de una oficina, la hora después de almuerzo. Es en esta hora en que los baños están más abarrotados, uno abre la puerta del baño y encuentra a siete u ocho personas pugnando por lavarse los dientes, luchando codo a codo por un pedacito de espejo, es una lid de caballeros en reluciente traje de negocios armados con cepillos de dientes, peines, hilo dental y demás artilugios de belleza masculina tratando de salir del aquel ring de combate lo más guapos posible. Durante treinta minutos el baño se vuelve intransitable, tus necesidades biológicas tienen que ser interrumpidas durante ese tiempo pues el baño, más que un baño masculino parece Ripley en las cien horas de locura con exclusivas ofertas en ropa femenina, imposible. Pasada esa hora, el baño se convierte en un desolado paraje, que muestra los evidentes signos de la guerra finalizada minutos antes. La espuma dental salpicada por todos lados, charcos de agua que se formaron de las gotas escurridas de los cabellos recién peinados, trozos de comida pegados en el espejo fruto de una lucha cruel desatada en los pequeños espacios que existen entre los dientes y que el hilo dental penetró sin compasión catapultando con fiereza al invasor hacia el exterior. Se pueden encontrar cabellos humanos esparcidos por todo el piso producto de la avanzada calvicie de algunos compañeros de trabajo que ven como el piso tienen más cabello que sus cabezas, es en realidad un escenario post masacre capilar. El tacho está abarrotado de papeles humedecidos y fruto de esa vorágine papelera muchos retazos quedan chorreando agua en los alrededores y el hedor de dieciocho perfumes y siete enjuagues bucales flotando en el ambiente hacen la atmosfera irrespirable. El susto de lo lleva el personal de limpieza que encuentra en el baño monedas, documentos, fotochecks y hasta practicantes regados por el piso pues en el baño, con tal de arreglar la pinta que la naturaleza buenamente pudo darle a un hombre, vale todo.
Los hábitos durante aquel momento privado, el más privado del que puede gozar un ser humano, han cambiado en los últimos años con la aparición de celulares, reproductores de mp3, etc. Antes, si un hombre se paraba de su escritorio, y cogía un periódico, un Condorito o cualquier documento y lo ponía bajo su brazo era indicador inequívoco que el intestino había tocado la alarma. Hoy en día esta señal no se da (problema que pasare a desmenuzar más adelante) pues los medios de entretenimiento mientras el hombre está sentado en su trono “meditando” ya no son solo la lectura. Actualmente si uno entra al baño puede escuchar tras esas puertas que separan el inodoro del resto del ambiente sonidos de canciones, ruidos electrónicos, explosiones, autos acelerando y un sinnúmero de expresiones como “dispara, dispara!!!” o “demonios! Perdí otra vez” o peor aún, personas que alucinan que como están con audífonos, como ellos no escuchan, a ellos tampoco los escuchan y convierten el cubículo en un box de Karaoke, lo peor de todo es que los mas afanosos y entusiastas cantantes son los más desorejados y desafinados. Otro momento jocoso es cuando uno está en el baño, digamos, lavándose las manos y de improviso suena un celular, uno trata de apurarse en secarse las manos para verificar si no es el de uno, pero segundos después escucha algo como “amor, te llamo luego estoy un poco ocupado… no amor, pero por favor te llamo luego… si amor, si compre la leche, pero te llamo luego… jijiji, amor estoy en el baño” y esto último lo dice casi en susurros porque sabe que hay alguien afuera pues te oyó entrar pero nunca te escucho salir, lo que no sabe es que lo que oirá inmediatamente después de su susurro es una carcajada estruendosa y el cerrar de la puerta mientras la risa escandalosa se aleja.
Pero creo que el tema más sensible es el tema de los olores cuando uno entra a un baño. Sé que les debe haber pasado que están el baño viéndose el peinado o lavándose un poco la cara para despertar y suena algo muy parecido a una ráfaga de metralleta que los obliga a cubrirse la cabeza por temor a que una bala perdida los fulmine en el acto, pero unos segundos después notas que estas en el baño y que los “disparos” provienen de más cerca de lo que imaginaste, luego de eso solo aguantas la respiración mientras logras huir del lugar. A veces uno entra al baño y es participe y hasta cómplice de un atentado flagrante contra el ecosistema, sabes que en algunos minutos, en alguna parte del planeta una especie en peligro de extinción desaparecerá o que la capa de ozono colapsará. Creo que el Ministerio de Trabajo debería de exigir extractores de aire (potentes, de preferencia industriales) en todos los baños públicos y que en caso de avería, su reparación tenga la misma prioridad que reparar la laptop del gerente general de la compañía. Hay veces en que envidio a Darth Vader pues esa máscara debe haber evitado más de un mal rato en los baños de la Estrella de la Muerte (“Yo soy tu padre y no temo entra al baño del estadio nacional…..hhhhhhhhh hhhhhhhh”).
Y llego el momento de mi comentario personal, es una situación realmente desesperante; al parecer el personal de limpieza tiene una alarma conectada directamente a mi vejiga, apenas me dan ganas de ir al baño, en el cuartel general de limpieza suena una estrepitosa sirena, en ese instante se inicia una cuenta regresiva en un reloj que informa la disminución de un segundo con el sonido con el que pasa el tiempo en la serie 24. El personal de turno se viste rápidamente y se deslizan por un tubo que da directamente al baño de mi piso, al caer abren la puerta de par en par, desalojan a los ocupantes de forma inmediata y algunas veces hasta violenta, echan un balde de agua al piso y se ponen a trapear frenéticamente. Cuando yo llego a la puerta están al inicio de su faena de limpieza por lo que mi querida y cada vez más elástica vejiga sufre lo insufrible por unos minutos. ¿Creen que es broma? No es así y mis compañeros de trabajo son testigos de esta situación que me viene hinchando las boloñas (casi literalmente). Es un hecho comprobado que el 95% de veces que me levanto para ir al baño regreso a los 10 segundos pues el baño esta en limpieza. A veces siento que estoy en la dimensión desconocida y no sé porque imagino que cuando me doy vuelta, y enrumbo derrotado a mi escritorio luego del respectivo carajo, todos los integrantes del personal de limpieza se reúnen y verifican que el plan se cumplió a la perfección, evalúan las metas de la próxima invasión y tratan de mejorar sus tiempos de ocupación y sus tácticas de desalojo.
Yo sé que muchos de ustedes tienen anécdotas similares que quisieran compartir así que los invito a desenmarañar y sacar a la luz los oscuros secretos de los baños de sus oficinas, colegios, universidades o cualquier otro baño de uso público.