SOBRE HEROES Y DERROTAS: A propósito de la novela “Sangre de Hermanos”

El Psiquiatra Ignacio López-Merino acaba de publicar una novela llamada “Sangre de hermanos”, ambientada en el periodo de la Guerra del Pacífico. Entre otras fuentes, ha bebido historias narradas por su bisabuelo que peleó en la Campaña de La Breña junto al Mariscal Cáceres. A continuación transcribimos una muy buena entrevista que le hiciera Gonzalo Galarza Cerf, la misma que se publicó en el Diario EL COMERCIO de Lima.

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El día de la presentación de su novela Ignacio López-Merino tenía ante sus ojos no solo al grupo de amigos médicos de siempre, colegas al fin y al cabo, sino también a algunos de los hombres más apasionados por el tema de la guerra con Chile. Estaba el mayor coleccionista privado de objetos de aquel cruento episodio. También un grupo de jóvenes fanáticos que realiza excursiones a distintos puntos donde se llevaron a cabo los combates. A diferencia de ellos, este psiquiatra de profesión no visitó ninguno de esos lugares. Él se nutrió de la fuente directa para escribir “Sangre de hermanos”: su bisabuelo peleó al lado de Cáceres y conoció al último sobreviviente que luchó junto a Grau. Una novela histórica que seguirá desatando pasiones desmedidas.

¿Cómo influyó en su vida la presencia de su padre?
Enormemente; fue mi mayor influencia literaria. Él ejerció el periodismo toda su vida y quizá debido a eso su producción literaria no fue como tuvo que haber sido. Él decía que el periodismo era un vicio, una droga. Pero publicó una obra de teatro que tuvo bastante éxito en los años 20 y un poemario que se llamó “Sonetario tardío”.

Él fue amigo de grandes intelectuales, ¿usted se nutrió de eso?
No gocé de su época bohemia cuando conoció a Mariátegui, Chocano, Vallejo. Pero he leído cartas a mi padre y a lo promisorio que era su futuro como escritor, la confianza que todos ellos le tenían. Mariátegui en uno de sus ensayos habla de él como una promesa de la literatura peruana; él me transmitió eso.

¿Y las historias también?
Él fue mi fuente oral principal. Lo que escribo en “Sangre de hermanos” en gran medida fue lo que él me contaba, porque el abuelo de él peleó en la guerra al lado de (Andrés A.) Cáceres; hizo toda la Campaña de La Breña como sargento mayor. También me he nutrido de Basadre, Vargas Ugarte, pero la anécdota, la cosa viva, me la contó mi padre.

Ha tenido fuentes de primera mano, incluso su padre le presenta a un hombre que peleó con Grau.
Manuel Elías Gomazon; fue el último sobreviviente del Huáscar, murió en 1961, tenía 99 años. Para mí fue ver la historia. De niño no comprendí el significado que tenía este hombre que había estado al lado de Grau, pero es un recuerdo imborrable. Después están las historias que me contaba un tío que había conocido a Cáceres.

¿Su tío Gerardo?
Claro, él contaba que a comienzos de los años 20, cuando mataperreaba con los niños de su edad en Miraflores, había un viejito en silla de ruedas que decía miren lo que nos hicieron los chilenos. Era Cáceres. Mi tío murió hace dos años, a los 95. Él me contaba lo que había ocurrido en su niñez.

Testimonios fundamentales…
Sobre todo desde el punto de vista emocional quise mucho a mi tío. Cuando estás escribiendo una novela de esta naturaleza, y tienes a alguien de carne y hueso que ha interactuado con uno de los personajes, qué mayor inspiración se puede pedir de una fuente entrañable, querida.

¿Midió el alcance que podía generar escribir sobre la guerra con Chile?
No le di demasiada importancia. Escogí ese ambiente porque es el que conozco. Era esa la guerra que tenía que abordar. Más bien me sorprende por qué no fue tocada anteriormente esta situación extrema en el país.

¿Su paso por el Leoncio Prado también sirvió al escribir?
También tuvo importancia. En esa época nuestros instructores militares eran antichilenos. Era la herida que no estaba bien cerrada, el honor y orgullo militar humillado por una derrota de esa magnitud. Ahora corresponde a cada uno seguir con un fanatismo antichileno. Yo quiero juzgar con la razón y no solo con el sentimiento. Espero haber tomado una perspectiva madura.

A veces en la novela histórica el lector promedio no diferencia la ficción con la realidad
Hay siempre ese peligro, que se crea que uno de mis personajes de ficción existió en la realidad. Los míos son individuos benévolos, otros con menos idealismo. Hay uno que evade y al final gana, porque queda vivo y se queda con la novia de uno de los buenos idealistas que va a morir.

¿La psiquiatría le ha facilitado la construcción de los personajes?
Espero que no. El hecho de ser psiquiatra lo veo como un aspecto negativo en cuanto a interpretación de personajes. Trato de verlos más como artista que como profesional. No me pongo a estudiar los recovecos mentales y ver qué pasa subconscientemente. No he ahondado en la infancia de Bolognesi y Grau.

La ficción le permite esa licencia.
Sí, la licencia de interpretar a un personaje en su conjunto. Cuando invento un personaje o converso con alguien no puedo evitar ver aspectos que pueden ser síntomas de una situación. Cuando escribo procuro dejar todo tecnicismo y convertirme más en una persona que siente y piensa, darle sentimiento al personaje.

Siendo una novela histórica, ¿han aparecido las correcciones?
Ya me han hecho, por ejemplo, la corrección de las trincheras. Yo lo menciono, y en esa época no había, y eso que dieciséis personas habían leído el manuscrito, entre ellas gente que ha leído mucho. Una de ellas tiene el museo privado más importante que hay sobre la guerra con Chile.

¿El señor Ferreyra?
Claro, él me dio datos importantísimos sobre los calibres que utilizaron, las marcas. Objetivamente he procurado ser fiel a la historia. Ahora, en la interpretación y en la interacción de personajes principales, no soy neutral, estoy del lado peruano, no soy imparcial.

¿Investigó bastante tiempo?
En total unos tres años para escribir la novela, de manera fragmentaria porque he tenido otras obligaciones. Uno de mis amigos me prestó los cinco tomos de “Adiós al séptimo de línea”, que era el nombre del batallón constituido por la clase más alta de Santiago que peleó durante la Guerra del Pacífico. Es la versión chilena escrita por Jorge Inostroza.

¿Cuál versión encuentra más neutral?
La chilena no es peyorativa ni debilita el actuar de los militares peruanos. Por supuesto su simpatía está con ellos, es un autor chileno; como mi simpatía está en el lado peruano. Desde el punto de vista histórico es objetiva.

¿Va a publicar en Chile?
Eso es lo que me ha dicho el editor. Lo mío no se debe ver como una respuesta a esa obra publicada en 1952. Yo no había leído ese libro antes de escribir. Mi intención fue escribir sobre unos personajes en una situación extrema.

¿Qué tanto de homenaje tiene esta novela a su bisabuelo?
Fundamental, y a mi padre y a Cáceres. Él es el dios tutelar de la novela. Gracias a Cáceres nosotros los peruanos podíamos salir con la frente en alto, mientras los chilenos paseaban por la calle fusilando a gente, porque en la sierra había un hombre que seguía peleando. No se había rendido ni ido del país. Hasta días antes de firmarse el Tratado de Ancón, Cáceres estaba organizando a sus tropas en Andahuaylas para seguir peleando; no se rindió nunca.

¿Su espíritu luchador ha trascendido internacionalmente?
Claro que sí, fue un gran militar y estratega. Él ha sido reconocido universalmente como Bolognesi y Grau. No estuvimos cortos de héroes, quizá porque perdimos. Los chilenos también tienen, pero el héroe victorioso impresiona menos. Su gran héroe fue Arturo Prat, quien murió. Para ser héroe hay que morir.

¿A Cáceres le faltó eso?
Eso es lo que decía mi bisabuelo. Cáceres debió haber muerto en batalla. Hubiera sido el más grande de todos. Él fue el honor nacional durante tres años; él salvó la línea nacional. La novela es un homenaje a él, a mis antepasados y al Perú.

Fuera de los homenajes, da la impresión de que se ha divertido mucho escribiéndola.
Lógicamente, yo defino mi escritura como la lectura de mí mismo. Me gusta ser lector antes que escritor. Cuando escribí esta novela no sabía cómo iba a terminar. Sabía cómo terminaba históricamente, con el Tratado de Ancón, pero no sabía si mi personaje, Olazábal, iba a morir o iba a traicionar a su patria. No soy un escritor que haya estado en talleres. Lo que quiero es contar una historia que se entienda y entretenga.

¿Usted ha hecho terapia o la literatura ha sido su mejor psicoanálisis?
No he hecho terapia; la literatura lo ha sido. Yo escribí mi primera novela cuando tenía 30 años y estaba en Boston haciendo mi adiestramiento en la especialidad. Fue como una terapia, y una manera de descubrir mi pulso literario. Al comienzo fue muy difícil esa primera obra de largo aliento; después me resultó fácil seguir. Con esa primera novela me formé. Tengo otra inédita, y hay otra que estoy en la mitad.

¿Le costó tomar conciencia sobre ser escritor?
Siempre quise serlo y siempre me consideré escritor hasta cierto punto. He ganado un concurso por allí, y la escritura siempre ha sido mi pasión. Esta es la primera vez que la llevo a un nivel público.

¿Ya no quiere saber más con la novela histórica?
Preferiría no escribir otra novela histórica, porque es muy demandante, y hasta cuando uno la publica no sabe las metidas de pata que uno tiene, y salen. Van a salir. Algún historiador chileno va a corregir, va a haber controversia.

Sobre todo con este tema.
Yo aspiro a que se vea como una novela, y los errores históricos que pueda haber tenido, caramba, son licencia artística. Que la gente cuando lea esta novela tenga emoción, que comprenda a los personajes, su época, las decisiones que tuvieron que tomar que afectaron sus vidas.

¿Escribirla le ha permitido entender más al peruano?
Me ha permitido entender las razones de nuestro caos, de nuestra desorganización. Uno de los factores por los cuales perdimos esa guerra ha sido por la falta de preparación de esa clase dirigente para asumir una responsabilidad de esa naturaleza. Tuvimos la mala suerte de que hubiera un civil, muy patriota; pero muy ineficiente en cuestiones castrenses, que se arrobó el título de director supremo de la guerra. Ese fue Nicolás de Piérola.

¿Usted es de la idea de mantener una línea armamentista?
No me ponga como belicista, no favorezco un armamentismo. Lo que digo es que no nos tienen que hallar sorprendidos, tiene que haber equidad. Ya lo dijo Castilla: “Si Chile compra un buque, el Perú debe comprar dos”.

¿Mantiene esa idea?
No sé si dos, pero sí debe haber equidad en las fuerzas. Lo único que no quisiera es que nos agarraran otra vez desprevenidos. Ojalá que eso nunca ocurra.

¿Esa es la lección de este libro?
Espero que mucha gente tome conciencia cómo se estuvo y la falta de preparación y cómo las circunstancias llevaron a esa destrucción, y en la medida de lo posible eso no vuelva a ocurrir y que estemos siempre listos. No quiere decir que nos armemos hasta los dientes en una carrera belicista. No nos descuidemos.

¿Qué hay que hacer para dejar ese espíritu derrotista y mirar con otros ojos?
Creo que debemos inculcar en la juventud un sentido crítico de actualidad racional. Fue una guerra cruel. Cercenaron nuestro territorio, y eso ha quedado en la historia; pero no debemos tener ideas revanchistas ni tampoco olvidar el pasado. Ahora, que he escrito para no olvidar el pasado y tener un resentimiento continuo, pues esa no fue mi intención; mi intención fue escribir una novela.

Puntuación: 4.00 / Votos: 4

Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

4 Comentarios

juanjose

he leido la novela.es una novela que tiene de todo: historia, romance, drama, aventura, etc…la verdad me ha emocionado bastante leerla…seria genial si hicieran una pelicula de alto presupuesto con el argumento de esta excelente novela….

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juanjpse

Muchos no le damos el valor que tuvo la Campaña de la Breña. Caceres ha sido el mas grande heroe de nuestro pais y a veces no lo recordamos como tal. Caceres tuvo que luchar contra los chilenos y contra Iglesias. Defendio el honor y con mas apoyo hubiesemos expulsado al chileno invasor.

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Hernan

aun no leo la novela pero lo voy a hacer, sin embargo no es como dice el autor que le sorprende que nadie haya hecho una novela sobre la guerra del salitre, los cuatro libros de thorndike lo rebaten, son muy pero muy buenos aunque si son totalmente parciales, fueron escritos durante la epoca de velasco y son antichilenos, pero son recomendables, lo dificil es encontrarlos, yo tengo los 4 luego de buscar y buscar…

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jorge ortiz

Totalmente de acuerdo con juanjpse.Cáceres fués el gran héroe que tuvo el Peú con el debido respeto y ve
neración a Grau y Bolognesi.En momentos de caos y desgobierno y bandos políticos,tuvo que luchar contra el invasor chileno y contra militares peruanos como Iglesias , Panizo,Vento,jamás se quebró ante tanta adversidad y durante casi tres años mantuvo en jaque a los chilenos en la campaña de la Breña,manteniendo en alto el orgullo y la dignidad del Perú.Por eso no debemos olvidar el pasado y estar prevenidos para que la historia no se repita jamás.

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