Por eso, en el ámbito de las políticas públicas, hay que seguir insistiendo que en un Estado moderno el sostenimiento de las actividades estatales debe estar financiado esencialmente por la recaudación tributaria, pero realizada en base a la equidad y justicia para con los ciudadanos. En ese sentido, para hablar de un modelo tributario en equidad, debería afirmarse los siguientes principios:
1. La tributación no solo tiene elementos técnicos alejados de los ciudadanos sino que es parte de las políticas públicas destinadas al bien común y todos tenemos derecho a opinar y plantear opciones de solución. Por eso, debe haber discusión pública de las medidas tributarias futuras, de tal modo que las disposiciones normativas se aprueben sobre la base del convencimiento colectivo.
2. El modelo tributario y el proceso de modificación normativa deben basarse en el irrestricto respeto a los principios y derechos constitucionales, especialmente los tributarios. Por eso, debe establecerse un estatuto claro y suficiente de los alcances de los derechos y de los deberes de los ciudadanos en el ámbito tributario, lo que no ocurre hoy, pues el Código Tributario no ha establecido un tratamiento completo y homogéneo de los mismos.
3. La igualdad tributaria es un valor y debe darse en todos los campos y aspectos. Por eso, cualquier beneficio a un ámbito territorial o sector económico debe procesarse sólo si se ha demostrado que promueve eficientemente el interés común.
4. La seguridad jurídica no sólo es un derecho sino una necesidad porque ofrece confianza y esperanza a los ciudadanos. Por eso, hay que evitar un sistema tributario basado en la transitoriedad, en el que la modificación constante de la normatividad tributaria se convierta en regla, pues genera incertidumbre, nerviosismo y litigiosidad en los contribuyentes, sobrecargando las instancias resolutoras de conflictos.
5. La ampliación de la base de contribuyentes es necesaria, incluso si afecta a empresas en cadenas productivas, porque muestra que estas no tenían estándares de competitividad real. Por eso, deben seguir usándose las medidas administrativas que suponen la colaboración activa de los contribuyentes en capturar a los evasores, pero con los necesarios ajustes que permitan revertir la sobrecarga que podría generarse sobre esos ciudadanos.
6. El régimen tributario debe basarse en pocos tributos (cuanto menos cuatro impuestos: IR, IGV, ISC y Derechos Arancelarios). Por eso, solo es valido instituir impuestos especiales o temporales cuando existan situaciones extremas de apremiantes necesidades nacionales, puesto que –y en esto hay que ser enfáticos– generan recaudación a costa de graves distorsiones o violaciones de principios constitucionales, como el de Capacidad Contributiva.
7. La recaudación no puede sentar su peso en impuestos indirectos (como el IGV e ISC) que por definición son regresivos, de modo que deberíamos transitar a un modelo en el que los impuestos directos contribuyan más a la generación de ingresos estatales. Por eso, no debe disminuirse los esfuerzos por conseguir eficiencia en el Impuesto a la Renta, lo que no necesariamente significa aumentar las tasas de ese impuesto, pues también hay que ver el tema de la competitividad del país frente a niveles de imposición que mantienen otras naciones de la región.
8. La armonización tributaria internacional, como consecuencia de la globalización económica, es un proceso sin marcha atrás. Por eso, debe ser un punto central de la agenda normativa, siempre que esté ligada estrechamente a un plan de inserción en los mercados globales.
9. La existencia de la SUNAT y su experiencia en estos últimos veinte años son activos importantes que deben potenciarse, promoviendo su independencia con eficiencia. Por eso, se debe apostar a mantener una Administración Tributaria nacional moderna, eficiente, que sea respetada y promovida por la ciudadanía y por el propio poder político.
10. El sistema de resolución de conflictos en materia tributaria es fundamental porque ahí se juega finalmente la decisión sobre lo que los ciudadanos deben tributar. Por eso, hay que asumir que el punto de partida para su optimización debe ser la búsqueda de independencia, eficacia y eficiencia de los órganos resolutores.
Tal vez si cumplimos algunos de los puntos propuestos, podremos convertir la tributación en un instrumento valioso para la consecución de los fines nacionales, de modo que en el largo plazo, los ciudadanos se sientan socios de la gran empresa que es el PERÚ, que sigue siendo –todavía– un proyecto en construcción y, por ello, una gran posibilidad.
3 Comentarios
artículo muy didactico de fácil comprensión para el ciudadano común
Porque tratamos de comprender a la tributacion como ciencia…..si hablamos de principios se refiere a ciencia……porque al caso…
"La igualdad tributaria … debe darse en todos los campos y aspectos"
Eso sería lo ideal, pero lamentablemente es muy dificil.