LA VIDA PERUANA SIGUE SIENDO UNA PROMESA

En este momento de dificultades en el Perú, resulta confortante y esperanzador la lectura del trascendental texto de don Jorge Basadre sobre la Promesa de la Vida Peruana…

LA PROMESA DE LA VIDA PERUANA


Por Jorge Basadre

MUCHO se ha hablado acerca de la repercusión que tuvo el descubrimiento de América en la imaginación del mundo. Menor preocupación ha habido sobre el significado espiritual del descubrimiento circunscrito del Perú. Y, sin embargo, el Perú no ha sido fruto del azar, ni olvidado rincón continental, ni germen crecido en la insignificancia. Antes de ser realidad deslumbrante fue grandioso ensueño, utopía accesible en virtud del sacrificio ante las mentes ávidas de Balboa y de Andagoya. Su nacimiento en el siglo XVI está rodeado de mitos y leyendas, como lo había estado el nacimiento de los Incas en el siglo XI. Y, cosa curiosa, existe un paralelismo fácil entre los dos grandes mitos que adornan la aurora del imperio y los hechos que en prodigiosa reencarnación de la fábula dentro de la realidad, anteceden y siguen al descubrimiento. Si en el mito del Titicaca la pareja divina llega a enseñar las artes y los oficios a las indiadas bárbaras, la aparición de los españoles se presenta también no sólo como “conquista” sino además como “evangelización” y “colonización”. Mientras en el mito de Paccari Tampu los cuatro hermanos salen a su aventura audaz y sangrienta y luchan entre ellos hasta quedar solo Ayar Manco, los cuatro Ayar españoles podrían haber sido Pizarro, Almagro, Luque y aquel increíble Pedro de Alvarado que vino desde Centro América a participar en el botín: el hierro eliminó a Almagro, su propio ministerio a Luque y la dádiva a Alvarado. Ante los ojos infantiles, algo tiene además Pizarro del héroe que en los cuentos se consagra a la adquisición de un Objeto Sagrado: pájaro que habla, fuente que canta, árbol de frutas doradas. Siempre es algo que da mágicos poderes a quien lo tiene. Generalmente, gigantes o dragones se hallan gozando de ese privilegio; pero genios benevolentes obedecen al héroe o son sugestionados por él. Está profetizado que él logre la victoria: lo necesario colabora con el azar. El héroe es el afortunado Tercer Hijo, el que, por fin, captura el Objeto Sagrado después de múltiples pruebas vencidas gracias a su tenacidad, a su valor, a su predestinación. La diferencia con el caso de Pizarro, está en el final de su vida rutilante de oro y de sangre.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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