Archivo por meses: julio 2011

Tan dulce como ella – Cuento

[Visto: 684 veces]

Ha debido morirse con nosotros el tiempo
o has debido quererme como yo te quería.

JUAN GONZALO ROSE

– ¡Hey! Llegas tarde.- digo.
– Sí, disculpa.- me dice.

Eran aproximadamente las seis de la tarde cuando nos hallamos en el Café-Café.

– Te ves extraña. ¿Ha sucedido algo? – le pregunto.
– No. Estás alucinando. – se acomoda el cabello con su mano.
– No te has conectado al Facebook desde hace una semana.
– Estuve saliendo con algunos amigos y el tiempo se me fue.
– ¿Qué raro es el tiempo, no?
– ¿Raro? Pero si el tiempo es la base de la vida.
– No hay bases en la vida, Isabel.

Cierto, no hay bases en la vida. Nos levantamos por la mañana y nos dirigimos a nuestras labores, comemos, salimos con personas, regresamos a casa y dormimos. La vida no tiene bases, Isabel.

– Claro que sí, tonto. ¡Imagínate! ¿Qué hace que quiera salir con mis amigos a tomar y bailar?, ¿qué me impulsa a estar con alguien?, ¿qué me motiva a tener una buena conversación y reírme y sentir que así es bueno pasar el tiempo? Hay bases, loco.

Amaba eso de ella. Amaba su forma de filosofar vagamente mientras le daba sorbos al café. Me mira y conversar con ella es un diáfano placer.

– Ahora me vas a decir que el amor es la base de la vida.
– Hmm … no. El amor es algo que la vida me quedará debiendo, porque no sé que es ni para qué sirve.

¡Vaya! Isabel decía cosas muy interesantes. Es como si la cafeína nos hiciera pensar más de lo habitual. Ambos gesticulábamos y creíamos en cosas absurdas, cosas que no muchos hablarían un sábado como hoy.

– Isabel, para qué pensar en el amor y otras fantasías pasajeras si bien se puede ser feliz de distintas maneras. Tú eres feliz oyendo a Soda Stereo por las madrugadas, leyendo a Benedetti, viendo a Woody Allen, bebiendo como loca en el Sargento.

– ¡Mierda! Creo que tienes razón, la felicidad está en huevadas tan insignificantes. Cuando hablamos por primera vez en Facebook, creí que eras el típico chico que me hablaría sonseras.
¿Eso pensaste, Isabel? No se qué hay en ti, qué hay en tu rostro y en tu voz. No podría decir que te quise cuando te vi, querer es un acto improvisado y sistemático a la vez. Uno quiere mientras habla, mientras observa.

– No te equivocas, digo y escribo muchas sonseras. Creo que escribir es un mecanismo de autodefensa, una tendencia a la autodestrucción.
– No lo creo. A mí me gusta lo que escribes. Es más, creo que tienes un tanto de adivino. Me acuerdo haber leído que alguna vez esperabas a alguien en el Parque Kennedy, en el Café Café. Talvez ese alguien podía ser yo.
– ¿Crees en el destino?
– En las coincidencias.
– Las coincidencias son muestras de que si algo tiene que suceder, sucederá. El amor es una extraña coincidencia.
– No creo que hablar por Facebook sea una coincidencia. Creo que tú tienes todo planeado.

Muy cierto, Isabel. Todo lo planeé, hasta la risa que hoy acompaña la noche. Es raro tenerte tan cerca esta noche y besarnos sin rozar tus labios solo con el gusto de saber que hablo contigo. Así podemos demostrarnos todo, porque el silencio es el mejor contacto con la realidad.

– Tienes razón. – le digo agachando un poco la mirada.
– ¿Sábes algo?, lo interesante de conocerte es que muchas cosas que dices son difíciles de olvidar. No pensaba encontrar a alguien que jugara bien con las palabras.
– Yo no pensaba encontrar a alguien que jugara bien con los pensamientos.

Así era Isabel, una chica extraña y divertida. Hablábamos de música. Hablábamos de libros. Hablábamos de todo. Era tan distraida y tan inteligente, tan bella; tan dulce, tan dulce como ella.

Sigue leyendo

Cartas

[Visto: 491 veces]

Te gustaría estar aquí, Mariela. Aquí todo es como tú gustas. Aquí están los mejores artistas, los mejores músicos,la mejor comida. Aquí podríamos fumar juntos, Mariela. Aquí podríamos retomar nuestras noches vagabundas por el Centro de Lima o nuestra amena dialéctica en algún Café miraflorino. Creo que a mí me gustaría más que tú estés aquí. Por eso suelo oír a The Strokes mientras tu rostro palidecido trata de conservarse en la imagen que imprimí de ti. Es lo único importante que me traje en la maleta, Mariela. Tu rostro sonriente nunca se extinguió. Mucho menos tus ojos como umbrales del tiempo, como túneles ínfimos del recuerdo. Cuando leas esto, yo estaré camino a respuestas que nadie preguntó. Creo que por eso te quiero aquí. Necesito tus preguntas extravagantes, que conversemos horas y horas con un café pasado. Me quedo con esa imagen tuya alzando la taza hacia tu boca. Con esa sensibilidad para encender el cigarrillo. Pero, mejor solo me quedo con tu voz, tu graciosa voz.

Te gustaría estar aquí, Mariela. Aquí no existe el amor. Aquí no existe la felicidad. Aquí no hay en qué creer. Amarías este lugar. Aquí solo existe el pensamiento propio. Aquí no podría quererte. No si no es recíproco. Sin embargo, no habría problema en que vengas una temporada. Si vienes en otoño, te agradaría más este lugar. La gente tiende a sonreír más en esta época. Tal vez tú violarías esa norma boba con tu sonrisa. Tu rebeldía haría hacerte amiga de todos. Aquí serías feliz, Mariela. Aquí el tiempo no pasa. Inclusive, si haces algo mal, puedes borrarlo. Aquí no hay temores, no hay miedos. Aquí puedes sentarte a fumar y ver andar a las personas, ver la vida renovarse. Creo que por eso te esribí hoy. Mientras tus ojos deambulen por estas líneas recordarás que aún existo, que aún te recuerdo. Aquí el recuerdo es en loúnico en lo que se cree. Eso es lo malo de este lugar, porque recordar no siempre es bueno. El recuerdo es un viaje impreciso, Mariela. Por eso vine hasta aquí. Y por eso te esperaré aquí sentado en esta banca del parque. Aquí te espero, Mariela. Sigue leyendo

Breves resignaciones

[Visto: 538 veces]

Coldplay – Yellow
A los que sienten la misma resignación que yo.
Estos últimos días estuve resignado al tedioso cálculo matemático para obtener promedios alentadores y/o mediocres. Me he resignado a saber que jalaré Perú en los tiempos modernos, pues no fui responsable al presentar los trabajos y mucho menos audaz para intervenir en las clases. A esta resignación se suma una caricaturesca esperanza al rezagar este examen unos días más, lo cual solo es un tiempo más para adaptarme, estoico, a la idea de que jalaré dicho curso. No me es grato hacer una crónica de un jalado anunciado, pero tampoco tendría por qué evocar a la madre de mi profesor; es más, reconozco que mi profesor fue exigente, pero dicha exigencia lo define como bueno enseñando. Me he resignado a hacer un mea culpa por haber faltado a varias clases: la irresponsabilidad es solo una culpa que tarda en llegar.

Me he resignado a pensar que fui muy cojudo al jalar Realidad Social Peruana. Esta resignación posee argumentos que me desfavorecen y me hunden en una profunda frustración. No fui a clases, dejé para el último momento la lectura de las separatas y, por último, fui repentinamente avisado de un examen oral. Esto último solo fue preludio eficaz de que jalaría dicha materia: primero, porque los exámenes orales me intimidan, me cojudean, me vuelven temeroso de cada palabra; segundo, porque tenía previsto dar este examen un jueves, sin embargo, el martes en la noche vi que esta prueba se tomaría el miércoles. Cuando vi el cambio de fecha, mis ojos eran vertientes acaudaladas, eran representaciones físicas de una incapacidad innata: hablar frente a un profesor. Usted tal vez considera que escribo bonito, paja, chévere, bacán, pero expresando mis ideas en una conversación, más aún si es con un profesor, me inhibo, me hago mierda. Con esto, he hallado una conclusión: escribir es un proceso muy complejo, pues escribiendo graficas ideas, pero si no sabes darlas a conocer, te jodiste.

Me he resignado a sentirme ansioso, con ganas impulsivas de fumar, con un acoso díscolo como el de la conciencia. El “debí de haber sido más responsable” ya no me traería el tiempo que pude y no valoré. Las matemáticas ya me han signado a la derrota, a las oscuras sendas del desapruebo. Me jode, me asquea, me frustra la sensación de no haber ocupado bien mi tiempo. Me he resignado a la culpabilidad del irresponsable, a la sombra de aquel que pudo y no hizo. Me he resignado a esperar crédulo los resultados finales que quedan. Me he resignado brevemente a pensar que la PUCP está demostrándome la ineptitud de la cual no logro salir. Me he resignado a encomendar los lapiceros de mis profesores por un buen camino. No estoy rezando, no soy hipócrita, pues no acudiré a Dios solo cuando entre en crisis académica. Estoy resignado, lector. Mi resignación es el proceso más lento por el cual debo pasar estas vacaciones.

Sigue leyendo

Fin de ciclo

[Visto: 447 veces]

Un ciclo más que se va. Mi segundo ciclo, exactamente. No sé que es lo rescatable o lo entrañable de estos meses. Me gustaría decir que he crecido,pero eso sería solo un formalismo soso. No se crece en unos meses,creo yo. Tan solo he aprendido mucho y, sobre todo, he hallado conclusiones en temas generales. En el estudio, no debo de acumular lecturas para antes del parcial, no debo tirarme más de tres clases antes de un examen y, maldita sea, debí haber hecho las tareas de Holguín,y no estar como idiota diciendo: “Me voy por 15” con lagrimas bordeando mis ojos(bueno, lo de las lagrimas fue algo exagerado); en la amistad, hubo mucho tiempo para huevear con quienes compartí muchos cursos, hubo tiempo de burlas, de ganas de rajar, de ir a Plaza San Miguel sin motivo alguno, de ir al cine, etc.;en el amor, no sé qué decir, el amor es relativament pasajero, medianamente ilusorio y, referencialmente,te vuelve un stalker, pero, quizá esté confundiendo gusto con amor, así que no me arriesgaré a dar mayores referencias, solamente diré que este ciclo fue signado por R., una chica que me resultaba totalmente interesantepor sus ideas, su forma de pensar, todo lo que proyectaba,pues fue lo único que logré conocer de ella en la Cafetería de Letras cada almuerzo; sin embargo, fue en mayo, cuando después de unas reuniones me topé con algo extraño, algo sumamente inpensable que me hizo violar la mayor regla de la amistad: “Nunca con un amigo, porque la puedes cagar”. Por suerte, todo ha resultado bien, lo cual le da la contra,por el momento, a dicha regla. Entonces, como vemos, esto de andar enamoránose es dañino, pero como gesto gracioso de la vida,pasa, y es bueno cuando sucede.

Cada ciclo te deja un mensaje(quiero creer). Cada ciclo no solo te encuentras con colinas de lecturas, litros de café, ojeras del carajo, reus-tonos, flacas que te llaman la atención en tu salón, en la biblio, en el comedor, etc. Todo ello hace más divertido los cinco meses de “estudio”. De este modo, podría rescatar más cosas que condecoraron este ciclo,pero este post quedará aquí. Yo, Cristhian Trinidad, espero que usted disfrute unas buenas vacaciones. No sé cuándo subiré otra entrada, estoy trabajando en mi blognovela para que resulte intensamente interesante. Hasta luego.

Sigue leyendo