Te quiero cuando no te veo- Parte I

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¿Nunca les ha pasado? Es decir, escuchar una canción en una fiesta o en una discoteca y recordarse de una ex o una persona a la que quieres. Eso me sucedió hace unos días cuando asistí a una reunión como cualquier invitado que va a beber un poco y, quién sabe, a encontrar a alguien. Llegué a eso de las siete, era un local donde reinaba la oscuridad y la música a alto volumen, las chicas bailaban con los chicos de shorts y zapatillas de skater. Caminé unos pasos y hallé a unos viejos amigos transportando el vaso con cerveza en forma circular. Me senté y observé esa imagen de diversión: chicas bailando y moviendo el cabello, entregándose al delirio de la música predilecta de nuestra época.
Estuve en silencio por mucho tiempo, tan solo consumía el alcohol como cualquier líquido. Más tarde, cuando todos empezaron a bailar y una chica me jaló al centro fui seducido por las notas que solo la salsa produce en las personas.
– ¿Cómo te llamas? – me dijo.
– Cristhian, ¿Cómo te llamas tú? – le dije.
– Miriam.
– Bailas bien. – le dije haciéndole un cumplido.
– Tú también.
– Se nota que sales seguido. – dije con una pequeña sonrisa.
– Ni tanto, luego que salí del colegio los tonos son ocasionales.
– Entonces, habrá que aprovechar esta noche.
– ¡Bonita cadena!- me dijo mirando mi cuello.
– Ah, gracias.
Conforme fue pasando la noche, esa chica de cabello castaño y mediana estatura se fue juntando a mí como si me conociera de años. En un momento sonó la canción Eres del Grupo Niche y bailábamos sutilmente en esa penumbra extraña hasta encontrar nuestros rostros cerca. No obstantes, esa canción me hizo acordar a la chica que me gustaba y mientras bailaba la pensaba misteriosamente como si estuviese bailando con ella. No sé bien si la oscuridad que predominaba o los vasos de cerveza que bebí me hicieron acercarme a ella como si intentase besarla, pero no podía, mi mente pensaba en una muchacha quizá estaría bailando con alguien o besando a alguien pero que aun así no podía sacarla de mi cabeza. En ese momento entendí lo que era el amor. Quería tanto a esa persona que sentía que aunque no esté con ella debía de mantenerme a distancia de otras chicas. Quizá porque es fácil decirle a una chica que la quieres cuando estás frente a ella, pero cuando sales olvidas ese pacto. Supe, entonces, que la quería Aprovechando el ritmo, me fui alejando lentamente y atiné a bailar a unos centímetros de distancia, y cuando acabó la pieza me dirigí a mi asiento. Consternado, quise beber y decirme a mí mismo que ya no debía de pensar en ella, que no era para mí. Sin embargo, entre la Cristal y el ron con Pepsi solo fui seducido más a su recuerdo, al recuerdo de una chica que no me daba bola, pero que en el fondo me gustaba. Los cigarrillos que dije dejar solo llegaban a mis labios para tratar de olvidar a esa chica que me había gustado desde hace meses y que ahora sabía que no podría conquistar, que quizá debería buscar a otra chica.
Una hora más tarde, sentía los efectos nocivos del ron y la cerveza, pero allí estaba yo, bebiendo como un desquiciado, derramando gotas de alcohol en mi pantalón por mi estado. Veía todo nublado y quería llamar a todas las chicas que en algún momento quise, quería tan solo escuchar la voz de cada una de ellas y luego cortar cobardemente como lo hice al no estar con ellas o al ser un idiota. Me conduje hacia el baño, me lavé el rostro y vi en mí un rostro marginado por la pena de un desamor, por los vasos de cerveza y por los recuerdos que esta produce.
Entre el reggaetón y la salsa, y un estado etílico como el mío, mi cuerpo solo lograba moverse de un lado a otro sin conciencia de los pasos de baile. Y así transcurrieron las horas hasta el momento en el que tuve que irme. Llegué a mi casa y mi cuerpo, débil por el exceso de alcohol, solo podía encender el computador y teclear estas líneas. Antes, entré al Facebook y observé algunas imágenes de ella y me puse a pensar lo raro que había sido todo, lo raro que puede ser enamorarse. Y, por esas coincidencias raras del destino, encontré a una amiga conectada a las tres de la mañana y conversamos mucho, hasta la hora en que dan los titulares. Le conté mi historia y ella solo logró decirme lo que otras personas me habían dicho antes: “Busca otra chica”. Quise comprender el consejo, pero mi obstinación me llevó a idear un plan raro: buscaría, a lo largo de la semana, a las chicas que me gustaron, hablar con ellas y averiguar cómo fue que me enamoré de ellas. ¿Por qué?, porque el amor logra ser pasajero y me he dado cuenta que mientras más ves a esa persona, más te gusta, pero a mí me pasaba que cuando no la veía la quería más.

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