Sumando los días

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Hoy es lunes primero de marzo. He empezado a escribir desde hoy. Este será como un diario durante la semana. Bueno, la rutina es simple, salir a las 6 y media a pasear a mi mascota que, según mi tía, necesita respirar. Luego, saldré en bicicleta a toda la velocidad cual Schumacher en una pista de carreras. Y mucho después, estudiaré.

Son las seis de la mañana, me he levantado temprano para empezar bien la semana o, por lo menos, el día. Saco a mi mascota a que haga sus necesidades de animal, es lo único que puede hacer, aunque mi tía piense que el animal practique yoga. Luego, salgo con la bicicleta, pedaleo por toda la Av. San Felipe para luego doblar a la Av. Salaverry. Manejo y respiro la brisa de la mañana. Oigo Radio Oasis (que antes era La eñe) Llego al malecón y veo el horizonte, es todo tan bello, tan infinito desde la posición en la que me encuentro. Regreso a mi casa y veo televisión. Almuerzo. Duermo. Duermo apaciblemente en mi cuarto hasta que me levanto a las 8 de la noche. Ceno. Y me amanezco, pues me he propuesto madrugarme todos los días de esta semana.

Martes a las 6 y cuarto, sacar a mi Schnauzer, manejar alocadamente por mi distrito. Llego a mi casa y trato de estudiar geometría, pienso: “Soy un idiota, geometría ya sé. Debería estudiar lo que no sé”. Esa suerte de arenga no me alienta como yo quería, aun me da fatiga y descanso durante la tarde, me doy con la sorpresa que he dormido cerca de seis horas. No importa. Me espera otro día más de amanecida.

Miércoles por la mañana, muy mañana diría yo. Saco a mi cuadrúpedo animal para que reflexione sobre sus problemas (o eso es lo que piensa un familiar) Manejo, pero esta vez hacia el trabajo de una tía para que me dé algo de dinero, ya que debo inscribirme a el mismo centro preuniversitario en el que estaba. Luego, me dirijo a dicho recinto, me inscribo por última vez. Y después, me trato de matricular para estudiar inglés, sin embargo, me dicen que no hay el horario que deseo. Resignado, regreso a mi hogar. Duermo y duermo demasiado. Ya es tarde, tengo que cenar y con ello predigo mi amanecida.

Jueves. ¡Maldita sea! Ya me acostumbré a sacar a pasear a mi mascota. Eso no debe suceder, porque yo soy vago y por ende, en la mañana debo de dormir como lo hace cualquier persona normal. Debo de ser un anormal. Siguiendo con mi rutina, manejo bicicleta, y me he prometido ya no hacerlo; me he agotado lo suficiente, mi escuálido cuerpo se va deteriorando, voy desapareciendo. Por este motivo y tras una deducción lógica, cambio de ejercicio. Ahora, cargaré pesas. Luego, me siento a escuchar música. De hecho, la estoy mezclando para alucinarme un Dj. Después, mi sedentaria vida, lo mismo de siempre: dormir. Lo paradójico es que duermo para luego estar despierto toda la madrugada.

Viernes. Presumo que mi mascota y yo, ya nos hemos aburrido de la tranquilidad de las mañanas, pues el animal se revela y se niega a avanzar en la calle. Es extraño, muy extraño. Caminando, se me ocurre ir a la casa de mi mamá, la cual duerme con el mejor confort en su cama de dos plazas. Tras esa imagen de entrega a Morfeo, llego a mi casa a dar una siesta. Duermo tanto que no almuerzo. Parezco un anémico, un moribundo en un hospital. Mi familia saca distintas conclusiones, unas lógicas y otras muy estúpidas. Creen que debo de estar consumiendo drogas, lanzo una carcajada. Creen que moriré de tuberculosis, anemia, inclusive inventan síntomas que ni siento. Yo sé que la fatiga se debe a mis consecutivas trasnochadas, pero me quedo callado para que todos piensen que me moriré. Pero, no por ello dejo de amanecerme.

Sábado de cansancio absoluto. Mi cuerpo ya no resiste más madrugadas inútiles. Creo que mi mascota hará huelga por levantarla tan temprano para sacarla a pasear. Creo que hace sus necesidades por compromiso, y creo que es lógico, ya que la sacan en la noche y es allí donde hace todo lo que tiene que hacer para luego dormir. Siguiendo con un fascículo más de mi vida, me hago caso y no manejo bicicleta, en vez de ello mezclo música toda la mañana, me entretengo escuchando mi amplio repertorio de rock, pop, electrónica y reggae. Almuerzo y duermo placenteramente, cualquiera que leyese esto pensaría que soy un vago y que mi vida no tiene sentido, cualquiera que pensase así tendría mucha razón al pensar eso. Claro, mi vida tiene mucho sentido, aunque no parezca. Luego me amanezco, aunque no debo, ya que tengo examen temprano.

Domingo. Aproximadamente son las 3 y media de la madrugada. Me encuentro revisando los vestigios de mi anterior relación, son materiales con recuerdos perfectos, recuerdos que me confunden en la variedad de colores que habitan en ellos. Hay de todo, desde una piedra dibujada hasta un cartel inmenso con distintas imágenes. Todo se puede describir como perfecto. Juntando los rescoldos sempiternos de Kiara, las huellas que anidan en mí, caigo en el sueño. Unas horas más tarde, me levanto apresurado para rendir el examen. Llego muy temprano, por ello espero pacientemente en el quiosco que está cerca a la universidad. Logro divisar a Kiara con sus dos hermanos, cabe decir que su menor hermano va a rendir el examen. Mientras doy el examen, todo me resulta aburrido, tanto que no logro hacer la cantidad que me había planteado días atrás. Quizá se deba a las amanecidas o qué sé yo. Salgo del examen atarantado y confundido, por ello me voy con celeridad a mi hogar. Estando allí, recibo la visita de un familiar que no llegaba a mi casa hace mucho. Mucho más tarde, todos esperan con ansias el resultado de los premios Oscar, pues la película “La teta asustada” está apunto de ganar la estatuilla. Cuando dan los resultados, todo el Perú se mantiene en tensión. Pedro Almodóvar anuncia a “El secreto de sus ojos”, película argentina, como ganadora. Yo atino a decir: “¡Puta madre!” Así se acaba mi semana, con mayores expectativas para la semana que viene.

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