Nosé si bailar sea la cosa que más me gusta en el mundo, pero definitivamente lo considero escencial, me encanta la música en todos sus versiones y puedo pasar varias horas disfrutando en medio de una pista de baile.
Por estos últimos tiempos varias cosas habían ocurrido, primero que me había desconectado un poco de mis eventos de baile, rumba y diversión. Los cambie por tardes de cine, viajes relampagos y uno que otro evento que aparecía por allí (incluye peleas también). El punto es que sea como fuere hacía mucho que no salia a bailar con el entusiasmo y las ganas que me caracterizan.
Pues bien lo segundo, tiene que ver más bien con “La Costumbre”, esa que se queda metida en nuestra mente, corazón, piel y huesos; y que por más fuertes que seamos se resiste a salir y dejarnos tranquilos. Este resistente sentimiento a fijado en mi mente un patrón de bailado orientado a compartirlo en pareja, si señores. Por alguna extraña razón mi mente tiene asociado el compartir mis perfectos y complejos pasos de baile con aquella persona de la que, en algún momento, me enamoré. ¿Y cómo me di cuenta de eso?.
El fin de semana pasado salir a bailar con mis amigas, tenía que bailar “sola” ( en sentido figurado claro, porque estabamos en grupo) y disfrutar y divertirme; pero algo no estaba del todo bien, mi mente asociaba ese momento a los compartidos en pareja los últimos meses y no lograba encontrar la cadencia correcta en mi cuerpo al no tener a mi compañero de baile conmigo, no estaba completa…estaba raramente parada en la pista de baila esperando por encontrar el paso de baile que me devolvierá la vitalidad de siempre, aquella que tenía antes de toda la transición de los últimos 8 meses, no podía entender que me pasaba.
Me tomó bastantes horas y algunos consejos de mis amigas el regresar a mi realidad, y el poder sentirme completa con mi escencia, pero finalmente logré mi objetivo: divertirme con la música en medio de la pista de baila, ¿con alguien como acompañante?, pues no señores porque esta vez he decidido volver a bailar sola, volver a sentirme completa con el solo hecho de sonreir, volver a interesarme por comprenderme a mi misma y ha entender que cada día es una nueva oportunidad àra hacer mejor las cosas.
Finalmente es mejor bailar sola que esperar por alguien que no sabes si algún día llegará para compañarte en la pista de baile, con todas las canciones que escojas.
Besos a montón.