EL AMIGO SECRETO (El post Navideño que nadie quiere leer)
Al iniciar la semana ya sabía cuáles eran las reglas, las muy sencillas reglas “regalito semanal (o notitas y esas cursilerías) y el regalo final no debía de bajar de cuarenta lucas”. Excelente, pero como mi espíritu navideño estaba más chiquito que el corazón del Grinch me dije que yo no iba a empezar la regalada así de gratis, mi “amigo” secreto debería dar el primer paso para ablandarme el corazón y la billetera, o sea esto se convirtió en un dame que te doy.
Pasaron los días y sobre mi escritorio no aparecía nada de nada, mientras a mi alrededor se vivía el espíritu navideño de forma inconmensurable, las risas, los agradecimientos, las reuniones informales a ver que le había tocado al compañero de al lado eran pan de cada día, mientras sobre mi escritorio solo llovía toda la semana.
Me sentí un poco mal pues mi amiga secreta estaba pagando los platos rotos y con lo viejita que estaba podría sufrir un paro cardiaco y podría reunirse con su esposo, el Señor de Sipan, en cualquier momento, así que empecé a regalarle detallitos muy pequeño, me sentía traicionado pero bien al mismo tiempo.
Días antes de que se cumpliera el plazo fijado empezaron las peticiones del regalo final, se había acondicionado en la cocina de la oficina un panel para dejar los agradecimientos y pedidos a los amigos secretos. Yo quería un holder para poner mi celu en el carro para poder usar el GPS de forma cómoda, había visto el artilugio en mercado libre y un amigo había comprado uno hacía poco, así que en mi nota a mi amigo secreto puse “Preguntarle al Peluca”.
Por esas casualidades de la vida estuve presente cuando mi amiga secreta escribía su nota de pedido, quería un Baylys, ok me dije, razonable, alcohólicamente razonable. Lo que no me pareció razonable era que se quejara en mi cara de que su amigo secreto no le había dado muchos regalos semanales. Mejor no te quejes mi venerable y anciana amiga, pensé, hasta ahora yo he recibido una tartaleta de fresa (que estaba bien fea) y un carinto de china (a la larga fue lo único que recibí).
La frase “Pregúntale a Peluca” cayó en saco roto, le preguntaba a mi amigo si alguien se había acercado a hacerle una mínima consulta pero no, negativo, nada, jamás, fueron las respuestas de mi cachaciento amigo proyecto de monaguillo. La esperanza se diluía, el regalo esperado no llegaría.
Llegado el día del respectivo intercambio las risas y la alegría rondaban en la oficina, todos recibieron el regalo esperado, el Frutis recibió su canguro y un canguro (de plástico el cual adorna el escritorio que comparto con él ahora), el Peluca recibió su cooler (no.. no ese cooler, uno para laptop) mi jefe recibió su trago, el Chiquitin las pelotas que le faltaban (de tenis) y así todos; cuando llego mi turno la caja de 30x40x3 me decía que ni cagando era lo que yo esperaba, era un polo rojo, rojo, rojo, o sea ni en el color le atinó.
La explicación de la falta de regalitos semanales de mi “amigo” secreto era las vacaciones que tomó, la falta de interés aun no me la explico. No le guardo rencor, de repente al igual que a mí esto le parecía una cojudez. Le agradecí el día que regreso de sus vacaciones.
Conclusión, jamás vuelvo a jugar a esta ridiculez así me digan miserable y demás adjetivos calificativos denigrantes y ofensivos, con un no me jodan bien puesto me librare el próximo año de este jueguito al cual antes de esta desastrosa experiencia no le veía sentido y hoy tampoco. Para mi es mejor invertir esa plata en algo que realmente te guste y comprártelo sin intermediarios, así de sencillo, directo y práctico y si quieres decides que te lo envuelvan y abres el paquete en la oficina con todos mirándote, al final el resultado es el mismo pero sin tanta parafernalia.
Me despido deseándoles que pasen una Feliz Navidad, feliz Hanukkah, feliz solsticio o lo que celebre tu religión, tu ciudad o en todo caso tu corazón, pásala en familia y sobre todo espero que tu balance desde la navidad pasada sea positivo y merezcas pasarla bien y que tu actitud durante todo el año haya sido la misma y que no solo quieras ser bueno el 24 y el 25 si te has comportado como un perfecto imbécil los doce meses anteriores.
Descansa Humanidad donde quiera que estés, pero despiértate a celebrar en Navidad si es que lo mereces.