LA EMERGENCIA DEL GANSTER CHICHA

Estimados Blogeros:

Va una reflexión de Mirco Lauer sobre la existencia de un novedoso tipo de gamster en el Perú, producido por la hasta ahora bonanza económica. Una vez más, la violencia gansterill es provocada por un Estado debil y una clase política alejada del objetivo de buscar el beneficio de todos los ciudadanos.

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Por: Mirko Lauer.

La mezcla de crecimiento económico e informalidad ha venido creando un tipo de delincuencia relativamente nuevo entre nosotros. Se trata de bandas dedicadas a establecer relaciones permanentes de extorsión con pequeños y medianos negocios, formales o informales. Construcción y transportes son las ramas más notorias que padecen el asunto, mas no las únicas.
El modus operandi evoca al Chicago de los años 20-30: reparto de territorios, empleo de matones contra empresarios y trabajadores, cobranzas periódicas vinculadas a la marcha de las actividades comerciales, establecimiento de negocios propios como fachada de las operaciones, acceso a los recursos de la modernidad, incorporación de la parte corrupta o asustada de la policía local.
En el caso de la construcción el cupo impuesto viene hoy acompañado de la obligación de contratar a obreros bajo la férula de la propia banda. Así todos, constructor y obreros, terminan pagándoles a los delincuentes. La operación asume, pues, la forma de la clásica venta de protección impuesta por la violencia. Los choques entre obreros sindicalizados y obreros de las bandas son cada vez más frecuentes.
Las pocas víctimas dispuestas a hablar sobre el tema mencionan que las bandas son cada vez más numerosas y están cada vez mejor organizadas. Asimismo que tercerizan su trabajo, reclutando servicios que cubren un amplio espectro, que va desde estudios de abogados inescrupulosos hasta pandillas juveniles. Allí se empieza a ir parte del dinero que nunca llega a la Sunat.
Las historias del viejo Chicago muestran que este tipo de organizaciones barriales en expansión se encontraron con el negocio de la droga, la fase superior del negocio de licor clandestino, en la prohibición. Con el negocio de los paqueteros ya bien establecido aquí, da la impresión de que estamos más bien ante una nueva generación de delincuentes.
Por el mundo empresarial micro en que ahora se mueve (mototaxis, taxis, construcciones menores) este tipo de criminalidad organizada tiene hoy un amplísimo campo para expandirse, y convertirse en el clásico flagelo al que los grandes números y el carácter atomizado de las víctimas vuelven casi insoluble.
La debilidad de una policía falta de recursos y con sus propios problemas de corrupción endémica, la poca densidad del movimiento sindical en el mundo de la producción, el carácter extralegal de una parte importante de los negocios, más un alto desempleo, son realidades que complican todavía más el escenario.
No hay que hacer muchos cálculos para entender que a medida que las bandas crezcan y se establezcan su influencia en las actividades extorsionadas va a aumentar, lo cual supone un poder político creciente. Lo mismo que viene sucediendo con la droga, pero menos concentrado, y por lo tanto más difundido.

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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