Estimados blogueros:
A continuación una noticia penosa, pero que puede dar fe del problema ambiental que los seres humanos hemos creado. Es necesario cambiar hábitos, actitudes y demás.
Cada vez hay menos abejas en el mundo, eso no permite la polinización, lo que al final vuelve desértico el planeta. La noticia la tomé del Diario El Clarin y se menciona como autor a Jorge Dotto, médico, patólogo y genetista, autor del libro “Genética. Cómo puede cambiar nuestras vidas”.
—
Por: Jorge Dotto
Uno de los grupos activistas a favor del medio ambiente más importante en Estados Unidos llamado Natural Resources Defense Council (NRDC, en castellano sería traducido como el Consejo por la Defensa de los Recursos Naturales) fundado en 1970 y con más de 1.4 millones de miembros asegura que la escasez de abejas afectará la producción mundial de alimentos. A mí también me sorprendió ese dato pero, ¿por qué las abejas (Apis mellifera) son fundamentales en este caso?
La Argentina es uno de los países que más producen miel en el mundo junto con Estados Unidos, China, y México. La mayoría de la producción nacional se exporta. Es evidente que las abejas son necesarias para producir miel, pero lo que más llama la atención es cómo este insecto es clave para la producción de otros alimentos.
Alimentos transgénicos
Los pesticidas durante décadas revolucionaron la agricultura y, junto a los avances biotecnológicos, incrementaron de manera exponencial la producción de alimentos a nivel mundial.
¿Qué es un alimento genéticamente modificado o transgénico? Es un alimento que, gracias a la biotecnología, contiene en su genoma (ADN) un gen que proviene de otra planta, animal u organismo. Es un alimento que no es natural o como se lo llama ahora: orgánico. Tomates, soja, papas, maíz, zapallo, y múltiples ingredientes de alimentos se modifican genéticamente todos los días alrededor del mundo, llegan a las cadenas de distribución, y el ciclo termina con el consumo.
China fue el primer país en comercializar productos transgénicos en la década de 1990, primero fue el tabaco, y luego una variedad de tomate, ambos resistentes a un virus. En los Estados Unidos, una variante de tomate transgénico fue el primer alimento modificado genéticamente que fue aprobado para ser vendido en el mercado, y por ende, poder ser consumido.
El ejemplo de la soja
La soja (Glycine max) se utiliza como alimento y para fabricar aceite, y se cultiva en China desde hace 5.000 años. Este país era su máximo exportador hasta 1996. A partir de ese momento, la producción de la soja transgénica aumentó en los Estados Unidos, Brasil y Argentina. Al mismo tiempo, China progresivamente dejó de producirla en forma masiva y se convirtió en el principal importador de soja a nivel mundial ya que aumentó su calidad y el precio fue conveniente para su comercialización. Durante la década pasada, la soja transgénica se convirtió en el cultivo genéticamente modificado más cultivado a nivel mundial representando el 47% de los cultivos biotecnológicos en el mundo con 75,4 millones de hectáreas en 2011.
La soja que se siembra en la Argentina y en el resto del mundo, modificada genéticamente, es la llamada soja RR o Roundup Ready, la cual es resistente al herbicida (pesticida) glifosato. La resistencia que tiene la soja a este herbicida se da gracias a la inserción de un gen proveniente de la bacteria Agrobacterium.
El glifosato mata a las plantas al interferir en la síntesis de los aminoácidos esenciales fenilalanina, tirosina y triptófano. Estos aminoácidos son necesarios para el proceso de fotosíntesis, por lo tanto, el glifosato, al no permitir este proceso, provoca que las plantas crezcan menos y, eventualmente, mueran. Cuando la soja es resistente a este herbicida, al aplicarlo sobre las superficies sembradas, el glifosato interrumpe el crecimiento de malezas que se secan y mueren, sin afectar el crecimiento de la soja.
Menos abejas
Pero los pesticidas también están provocando un problema dramático en el ecosistema causando la desaparición de abejas. El efecto negativo de estos compuestos químicos fue publicado en varios estudios científicos recientes. Además de los pesticidas, el calentamiento global, las alteraciones en el hábitat y los parásitos colaboran en la falta de abejas a nivel mundial.
Como ya mencionamos, las abejas no sólo son insectos que producen miel, sino que también son responsables de la polinización cruzada (transporte del polen y semillas de una planta a otra posibilitando la fertilización de dichas plantas) del 30% de los cultivos mundiales que incluyen almendras, brócoli, cebolla, cítricos (limón, lima, naranja), palta y zanahoria, entre otros.
Estos insectos, además de tener un rol biológico/natural en la producción de alimentos, según un informe del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales (NRDC) generan más de US$15 billones de dólares por año en los Estados Unidos gracias a la polinización cruzada en estos cultivos.
Como vemos, los pesticidas y la genética revolucionaron la producción de alimentos. Algunos expertos de la industria alimentaria expresan que no será posible alimentar a 11 billones de habitantes en el mundo para el año 2050 sin la utilización de la biotecnología.
Por el otro lado, expertos ambientalistas plantean un problema real que, aunque parezca insignificante por el tamaño tan pequeño de estos insectos, consideran que la falta de abejas realmente afectará la producción mundial de alimentos. Se estima que en Estados Unidos desaparecieron un tercio del total de abejas.
Aunque parezca una exageración, este es un problema serio, y en algunos países ya están trabajando para solucionarlo en el corto y mediano plazo. Está claro que hay que encontrar un balance entre ambas posturas, algo que será complejo, pero realmente necesario.
Deja un comentario