Estimados blogueros:
En los últimos años constato que cada vez las personas –especialmente los jóvenes y niños- tienen dificultades en concentrarse adecuadamente para acometer las actividades de estudio, investigación o incluso conversación. A esta situación se le suele llamar “Síndrome de Atención Dispersa” o “Trastorno por Déficit de Atención”.
Acabo de toparme, gracias a la colaboración de un buen amigo, con un interesante artículo Eduardo Chaktoura (psicólogo y periodista), publicado en el Diario La Nación (Argentina) el 03.06.2012, denominado “Multitasking: la manía de estar en todo”. El autor parte de la constatación de que “Hacer varias tareas a la vez disminuye el rendimiento y promueve cuadros de estrés, ansiedad, angustia y frustración” y se pregunta “¿Cómo llegamos a este estilo de vida urgente y de demanda de resultados inmediatos?”
Reproduzco el artículo a continuación, porque me parece muy revelador de los desórdenes que nos produce la constante necesidad de concentrar la atención en muchas cosas.
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Por: Eduardo Chaktoura
Solemos cocinar, hablar por teléfono y mirar televisión, todo al mismo tiempo. Podemos hacer una llamada, responder un mensaje de texto y chequear e-mails en sólo un instante, así como leer y escuchar música con la televisión encendida sin volumen, pero atentos a lo que pueda pasar, manejar el auto mientras hablamos por teléfono (con suerte y responsabilidad, manos libres mediante) o con el celular a tiro por cualquier luz roja que indique un mensaje. La lista es infinita y cada quién sabrá cuáles son sus particulares costumbres cotidianas en casa, en la calle, en la escuela o en el trabajo.
“Habitualmente creemos que podemos hacer muchas cosas diferentes simultáneamente, pero en realidad lo que ocurre en nuestro cerebro es que vamos rotando la atención rápidamente de un objetivo al otro. Y en este proceder automático es cuando solemos cometer errores o promover ciertas disfunciones o trastornos”, prioriza el doctor Gustavo Vázquez, médico psiquiatra, coordinador del área de Neurociencias de la Universidad de Palermo.
“Quien lleva una vida sobrecargada -precisa el psicólogo Martín Reynoso, investigador en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-, seguramente promueva un aumento en la segregación de cortisol, el que se presume puede dañar zonas del hipocampo, sector asociado al aprendizaje y la memoria.”
Una investigación de la Universidad de Stanford, publicada en 2011, prueba la teoría de que las personas multitarea disminuyen sus capacidades de rendimiento. Si bien reconoce que están mejor entrenadas para cambiar de foco rápidamente, el estudio alerta: “Cuando este tipo de personas tiene toda la información delante de sus ojos, no puede separar las cosas en su cerebro y se equivoca”.
Por citar cuestiones básicas, esta es una de las formas de entender por qué podemos salar el café o el bizcochuelo, enviar un mensaje antes de tiempo y arrepentirnos de lo escrito o equivocarnos de destinatario, confundir la maniobra o el recorrido o, lo que es mucho peor, accidentarnos de la manera menos pensada. Los avances tecnológicos han incrementado en forma notable la exposición a estímulos que requieren de respuestas rápidas. ¿Cuántas páginas solemos tener abiertas al mismo tiempo?
“Con la superposición de tantos estímulos en permanente exposición, la activación fisiológica del organismo puede llevar al desborde y agotamiento, dando lugar a los fenómenos característicos del estrés -explica el psiquiatra Juan Manuel Bulacio, experto en estrés y ansiedad-. “Cuando los estímulos superan la capacidad de respuesta del organismo y el esfuerzo de éste no alcanza o es sostenido por un tiempo excesivo, el estrés es la consecuencia natural y de él derivan la aparición de distintos cuadros físicos (desde cefaleas, contracturas musculares hasta alteraciones gastrointestinales, cardiovasculares, autoinmunes.), psíquicos (desde el insomnio, irritabilidad, agotamiento, hasta la aparición de cuadros ansiosos o depresivos) y sociales (dificultades vinculares, pobre rendimiento laboral o académico)”.
El multitasking suele ser contagioso y se aprende por modelado. De la misma manera que las PC, los teléfonos y otros dispositivos modernos que facilitan la practicidad y nos ayudan a ahorrar tiempo, somos una especie de multiprocesadoras que, en su frenesí, casi sin darnos cuenta, nos constituimos en referentes válidos de acción y proceder para nuestros hijos. Sumado a que somos nosotros quienes inculcamos en ellos este proyecto de bate/amasa/pica/corta en rebanadas.
Cuando apenas tienen energía para jugar o asumir responsabilidades o compromisos básicos, solemos exigirles y sobrecargarlos de actividades extras. Para ellos tampoco hoy nada alcanza, el tiempo no para y deben estar ocupados y ser exitosos en lo nuestro. ¿Por qué se habrán incrementado los índices de niños con depresión o, con suerte, trastornos de alimentación, aprendizaje y conducta?
El estímulo múltiple y la vida exacerbada nos han quitado la capacidad de reflexión. Estamos a tiempo.
Conocer el límite
Todo el tiempo estamos recibiendo información. El ambiente nos provee de estímulos continuamente. Somos nosotros quienes seleccionamos lo que nos resulta de utilidad o interés. Somos nosotros quienes, conscientes o no, temerosos o sumisos, aceptamos el juego de promover o responder al exceso de oferta y demanda.
En este sentido, como ya anticipamos, nuestra mente y organismo están expuestos a un costo muy alto, donde será mejor que consideremos ser previsores.
“En la distinción de estímulos -explica el Dr. Bulacio-, intervienen los significados que el individuo le otorga a cada experiencia de percepción. Esta significación depende del instinto, de los aprendizajes socioculturales, de la experiencia personal, etcétera, todos factores que constituyen nuestras creencias. Son precisamente éstas las que seleccionan, valoran, jerarquizan y descartan”. Más allá del contenido y significado de nuestras elecciones, de no aprender a filtrar estímulos en nuestro cerebro se desataría un caos.
Simplificar la mente
El gran objetivo es recuperar la atención y la capacidad de reflexión. Como un colador o tamiz, se trata de simplificar o quitarle ruido a la mente, de aprender a distinguir lo urgente de lo necesario y de lo indispensable. Siempre hay algo que puede esperar. Por otro lado, habrá que revisar el significado que le adjudicamos a las tareas, exigencias o necesidades cotidianas.
No todo es igual ni merece la misma atención al mismo tiempo.
“Aprender a priorizar estímulos es tomar el timón del propio barco y evitar quedar a la deriva sólo respondiendo o intentando hacer todo lo que demanda el exterior -subraya el doctor Bulacio, presidente de la Fundación Ciencias Cognitivas Aplicadas (Icaap)-. Ejercicios de respiración y relajación ayudan a tomar conciencia de este proceso. Los buenos hábitos de alimentación, descanso y actividad física son importantes también en este sentido.”
El psicólogo Martín Reynoso forma parte del equipo de Visión Clara, liderado por Clara Badiño, quienes promueven en la Argentina la enseñanza y práctica del Mindfulness o Atención plena. Basado en el modelo MBSR del doctor Jon Kabat-Zinn (Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts), “el mindfulness es un entrenamiento que permite una modificación de la percepción y el manejo de los estresores a partir de una mayor conciencia/presencia en el aquí y ahora, en una profundidad atencional en cada fenómeno que se nos presenta, pero también en una cualidad de empatía y aceptación hacia ellos”, detalla Reynoso.
Respiración, escaneo corporal y meditación parecen ser la clave. Científicamente comprobada, esta práctica parece estar asociada a un encendido neuronal de las zonas prefrontales del lado izquierdo (asimetría prefrontal), las que regulan los estados emocionales positivos, la aproximación y empatía, desarrolla conexiones en el hipocampo (aprendizaje y memoria), en el cingulado anterior (atención), en la ínsula (interocepción), disminuye la reactividad de la amígdala (encargada de la activación defensiva del organismo) y eleva las defensas del sistema inmunológico.
Así como poco tiempo atrás lo propuso David Levy, profesor de la Information School de la Universidad de Washington, en la conferencia No time to think (Sin tiempo para pensar), celebrada en la sede de Google: “Necesitamos una ecología de la información para luchar contra las formas agresivas de polución mental que afectan a nuestras vidas. Necesitamos el equivalente a los bosques protegidos para cuidar nuestro ecosistema mental”.
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