Va unas interesantes reflexiones de Mijail Gorbachov sobre la política mundial, luego de 20 años de la caida del muro de Berlín. El artículo, aparecido en el Diario La Tercera de Chile, aboga por enfrentar de una buena vez el tema de la crisis medio-ambiental.
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Por: Mijail Gorbachov
El vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, conmemorado ayer, constituye un hito en la historia mundial. Pocos sucesos quedan en la memoria colectiva como un punto divisorio que separa dos períodos bien diferenciados; sin duda la caída del muro es uno de esos hechos definitivos que trajeron esperanza y oportunidades a las personas y le otorgó a los años 80 un final verdaderamente jubiloso.
Esto nos invita a reflexionar ahora que esta década finaliza y la oportunidad para la humanidad de tomar otro salto trascendental hacia adelante pareciera desvanecerse. En los 80, el mundo se encontraba en una encrucijada histórica. La carrera armamentista había creado una situación explosiva. La fuerza disuasiva nuclear podría haber fallado en cualquier momento y nos dirigíamos al desastre mientras sofocábamos la creatividad y el desarrollo.
Hoy, ha emergido otra amenaza mundial. La crisis climática es el nuevo muro que nos separa del futuro y los líderes actuales están subestimando la urgencia y la escala potencialmente catastrófica de la emergencia. En forma notoria, surgen las comparaciones con el período previo a la caída del Muro de Berlín.
Al igual que hace 20 años, enfrentamos una amenaza a la seguridad mundial y a nuestra existencia, que ninguna nación puede enfrentar por sí sola y, nuevamente, son las personas quienes exigen un cambio. Al igual que los alemanes manifestaron su deseo de unidad, los ciudadanos del mundo exigen que se tomen acciones para abordar el cambio climático.
Hace 20 años los líderes mundiales relevantes, enfrentados a la oposición y a una inmensa presión, demostraron resolución y el Muro cayó. Queda aún por ver si los líderes de hoy harán lo mismo. Responder al cambio climático exige un cambio de paradigma en una escala similar a la que se necesitó para terminar con la Guerra Fría, pero necesitamos un “interruptor automático” para escapar del enfoque continuista que domina la agenda política actual.
Fue la transformación que trajo la perestroika y la glasnost la que creó el marco para el salto cuántico a la libertad de la Unión Soviética y Europa del Este, y abrió el camino a la revolución democrática que salvó a la historia. El cambio climático es complejo y está estrechamente entrelazado con un montón de otros cambios, pero se requiere dar un paso adelante similar en nuestros valores y prioridades.
No hay sólo un muro que derribar, sino varios: la muralla entre los estados industrializados y los que no quieren retrasar su desarrollo económico; entre aquellos que causan el cambio climático y quienes sufren las consecuencias; entre aquellos que prestan atención a la evidencia científica y los que satisfacen intereses personales, y entre los ciudadanos que cambian su comportamiento y desean una acción mundial poderosa y los líderes que hasta ahora los han decepcionado.
Hoy, siento amargura al ver el abismo entre ricos y pobres, la irresponsabilidad que ha causado la crisis financiera mundial y la débil y dividida respuesta al cambio climático. La oportunidad para construir un mundo más seguro, justo y unido ha sido ampliamente desperdiciada.
Hago un llamado a los jefes de Estado y de gobierno para que asistan a la conferencia de cambio climático en Copenhague en diciembre y desmantelen el muro. Para repetir la solicitud que me hizo mi difunto amigo y adversario, el ex Presidente Ronald Reagan: Sr. Obama, Sr. Hu, Sr. Singh y también Sra. Merkel y sus contrapartes europeos: “¡Derriben este muro!”. Pues este es vuestro muro. No pueden eludir el llamado de la historia.
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