A PROPÓSITO DE LA MODERNIDAD Y EL PERÚ

Va la importante reflexión de Óscar Ugarteche, Economista investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, aparecido en el Diario El Comercio el 04.04.2009.

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Por: Óscar Ugarteche

La crisis de fines del siglo XVIII que significó el paso de la Edad Media a la Edad Moderna conllevó a un cambio en la comprensión de las cosas y a una nueva relación social. En la misma década de 1780 se introdujo el vapor como fuente energética para la industria textil y con esto la revolución industrial tuvo su nombre; Adam Smith en Inglaterra publicó su clásico (1776) para proponer una lectura de la teoría económica; y se terminó con la servidumbre y la aristocracia el 14 de julio de 1789 en Francia, decretándose como los valores supremos la libertad, la igualdad y la fraternidad. La libertad de la servidumbre introdujo la posibilidad de que el obrero sea remunerado por su trabajo; la igualdad ante la ley conllevó a que los hombres (que aún no las mujeres por otros más de cien años en Europa) tuvieran derechos; y la fraternidad, que abrió la libertad de asociación.

Esta modernidad de fines del siglo XVIII es la materialización de la edad de la razón, cuando la Iglesia perdió el poder científico terrenal. Es a fines del siglo XVIII cuando la economía, la sociología y las ciencias políticas surgen como áreas de conocimiento y de estudio; cuando la psiquiatría moderna abrió sus puertas; y cuando todo lo que tiene que ver con el estudio del hombre —antropología, arqueología, etc.— se fortaleció. Las ciencias todas salieron de la férula de la Iglesia.
El valor del ser humano a partir de entonces se basó en el conocimiento que lleva consigo. Se establecieron los sistemas escolares públicos; las universidades, antes claustros cerrados, se abrieron; y la meritocracia sustituyó a la aristocracia. La propiedad de la tierra dejó de ser lo que le daba poder al hombre y, por primera vez, el conocimiento la sustituyó. Se introdujo la posibilidad de una nueva estructura de clases construida desde el trabajo y no desde la renta. La democracia moderna iba de la mano del desarrollo de las ciencias y artes. La forma de gobierno era la expresión directa de la forma de producción y de la organización social requerida para eso. Esto fue verdad en gran parte de Europa, menos en España y Portugal, que dan el salto moderno recién en 1974 y 1975, respectivamente, con las muertes de Salazar y de Franco.

En el Perú, el voto de las mujeres se obtuvo en 1956, el voto universal en 1979 y la jornada de las ocho horas se perdió en 1992. El conocimiento como la base de la nueva construcción social nunca tomó fuerza por la pervivencia de la aristocracia y la ausencia de meritocracia. Derrocada la aristocracia en 1969, la sociedad perdió sus valores: ni la renta de la tierra ni el conocimiento son fuente de poder. La meritocracia recién comienza a construirse 40 años después de las reformas, democratizándose así el país. Sin duda, la visión subordinada de la sociedad anterior a las reformas sobrevive en las cabezas de todos los que se criaron antes de ellas. El conocimiento y la creación, sin embargo, son vistos como lujos de las élites y no como parte de la construcción de la sociedad moderna. Eso quizá explique cómo pasamos de gran imperio y gran colonia a pequeña y mediocre aunque pujante república moderna, que exporta sus talentos. Incapaz de reconocer a su población, el refugio de la esperanza nacional es la renta. Esa renta choca directamente con las demandas modernas ciudadanas.

Puntuación: 4.2 / Votos: 5

Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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