A continuación se reproduce una entrevista realizada por Bruno Ortiz Bisso a la periodista francesa MARIE-MONIQUE ROBIN, aparecida en el Diario El Comercio (29.01.2009) sobre los transgénicos en el Perú. Robín estuvo por Lima presentando su libro “El mundo según Monsanto” y su documental del mismo nombre (pueden acceder a él al final de este post).
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Por Bruno Ortiz Bisso
Usted ha trabajado tres años en la elaboración de un libro y un documental sobre la mayor productora de semillas transgénicas en el mundo. A su entender, ¿los transgénicos son buenos o malos?
Los que ya existen son plantas pesticidas y son malos. Digo pesticidas porque, por ejemplo, hay una soya resistente a productos como el llamado Roundup. ¿Le darías a tus hijos un producto que ha sido fumigado con un pesticida tan potente? No son buenos. Si un día aparecen transgénicos buenos, que realmente sirvan para algo y que cuenten con el respaldo de estudios serios, ¿por qué no consumirlos?
Existe un clima de incertidumbre porque no existe ninguna investigación que diga si los transgénicos son realmente malos o buenos, ¿verdad?
Ese clima no viene de la nada. En mi investigación pude revelar que el tema de los transgénicos está basado en un principio llamado equivalencia sustancial. Este principio se acuñó en 1992, en EE.UU., tras la aparición de un texto publicado por la Administración de Drogas y Alimentos de ese país (FDA) en el que se señala que un transgénico es equivalente a una planta convencional. Sobre la base de ese principio, no hacen falta estudios de verificación para saber si estos productos traen o no consecuencias para el medio ambiente y para la salud humana. En mi documental se revela que ese principio fue impuesto por un ex abogado de la empresa Monsanto (que comercializa el 90% de las semillas transgénicas) que logró formar parte de la FDA y escribió ese texto. Luego, esa misma persona llegó a ser vicepresidente de la empresa. En la investigación se demuestra que fue una decisión política y no científica.
Por sus conversaciones con agricultores y especialistas, ¿cree que puedan coexistir los transgénicos con los cultivos orgánicos?
No. Y el motivo es muy sencillo: la contaminación por parte de los transgénicos es inevitable. En los casos de la canola y del maíz, las semillas son muy ligeras y vuelan por el aire. Al cabo de unos años todo se contamina de transgénicos.
Realmente, si se logra el etiquetado de los productos para saber si son o no transgénicos, ¿ese negocio se verá afectado?
No lo digo yo. Hablé con analistas financieros de una institución llamada Innovest y me explicaron que, si los consumidores de Canadá y EE.UU. pudieran escoger entre productos transgénicos o no, de un día al otro el 50% del mercado de Monsanto desaparecería. Si se logra el etiquetado, el mercado de transgénicos caería. Al tener la posibilidad de elegir entre dos aceites, uno hecho con soya transgénica y con pesticida y otro hecho con soya orgánica, ¿cuál le darías a tus hijos? La respuesta es lógica. Por ello, esa empresa invierte tanto en países como el Perú para evitar el etiquetado. Dicen que eso hará que los precios suban, pero en Europa (donde es obligatorio) no ha sucedido eso. Es importante que los consumidores tengan esa posibilidad y que, si no se prohíben los transgénicos, por lo menos tengan el derecho de escoger si es que los quieren consumir.
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Va el documental:
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