Conquistar a los conquistadores

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La percepción que tengo de la historia que se enseña en los colegios es que está delimitada en categorías homogéneas y diferenciables entre ellas. De esta manera, se pierde la heterogeneidad en períodos como el prehispánico donde al estudiar la expansión incaica se demuestran la diversidad de mecanismos de conquista y reconquista en cada región. Diferentes fueron los mecanismos tanto en Huánuco, Chimor, Cañaris o Chincha. En este artículo pretendo desarrollar bajo el título de Conquistar a los conquistadores la campaña que emprendió la corona castellana para someter a los encomenderos después de la rebelión de Gonzalo Pizarro.
La presencia hispana en el territorio que es el actual Perú se dio en 1532. Francisco Pizarro, un hijodalgo oriundo de Trujillo-Extremadura, llegó junto con una expedición en busca de fortunas en nombre del rey Carlos V. Pizarro años antes firmó con el monarca la Capitulación de Toledo en la cual todo territorio sometido sería para la corona de Castilla a cambio de ciertas mercedes. Éstas fueron títulos nobiliarios (en el caso de Pizarro el título de marqués), las encomiendas y el servicio personal.
Las encomiendas consistieron en la cesión de extensiones territoriales para los “conquistadores” más no de tierras. Se le cedían los tributos correspondientes al rey de las poblaciones ubicadas dentro de las dichas extensiones. Por ejemplo, un encomendero de Huánuco podía recibir entre sus tributos textiles, gallinas, papas, ojotas o máiz. Los encomenderos se encargaban posteriormente de comercializar los excedentes.
También gozaron del servicio personal que consistió en poderse valer de la mano de obra de la población natural con el fin de emplearla en distintas actividades que requiera el encomendero. Por ejemplo, el trabajo doméstico.
Todas éstas mercedes fueron concedidas a los “conquistadores” a perpetuidad.
En 1542, el rió sonó e inmediatamente piedras trajo para la corona. En este año, se promulgaron las Leyes Nuevas producto de una serie de debates entre el religioso Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda acerca de los justos títulos de la presencia ibérica en América. Las Leyes Nuevas promulgaron la abolición de la perpetuidad de las encomiendas y, al llegar a América, repercutieron en gran magnitud. La importancia que adquirieron los encomenderos, también llamados entre ellos beneméritos y vecinos ilustres, adquirieron mucho poder en la posesión de ultramar que atentaba contra los intereses de la corona. Además, se oficializó la formación del Virreinato del Perú siendo el primer virrey Blasco Nuñez de Vela.
Los encomenderos bajo la dirección de Gonzalo Pizarro se levantaron contra la corona para defender sus mercedes. En esta insurrección ajusticiaron al primer virrey en la batalla de Iñaquito. Se menciona que en un determinado momento se le ofreció la corona de Rey del Perú a Pizarro, pero esto no pasó a mayores.
La corona no se quedó con los brazos cruzados y envió al pacificador Pedro de la Gasca. Este funcionario al llegar buscó conciliar con los encomenderos insurrectos ofreciéndoles no perder sus propiedades si se plegaban al bando realista y acrecentar sus posesiones con la de los que se mantuvieran en pie. El resultado fue la derrota y ejecución de Gonzalo Pizarro después de la batalla de Jaquijaguana. De esta manera, se logró conquistar a los conquistadores. Se pasó de la encomienda, una institución a caballo entre la edad media y la modernidad, al sistema administrativo moderno español.
Una segunda revuelta se produjo bajo el liderazgo de Francisco Hernández Girón. Éste personaje lidero un grupo de encomenderos contra la corona debido a la abolición del servicio personal. Fue derrotado en la ciudad de Huánuco que recuerda el suceso de dos maneras. La primera manera está en su título, pasó a llamarse de la Ciudad de León de Huánuco a la Muy noble ciudad de los caballeros de León de Huánuco. La segunda, en el escudo. De tener un león pasó a tener a un león que ataca a un personaje que hace referencia a Hernandez Girón.
De esta manera, pretendo señalar como en el primer siglo de la presencia hispana se presentaron momentos de conflicto que muy bien podían servir para el ejercicio de la ucronía (que hubiese pasado si Gonzalo Pizarro se nombraba rey). Dentro de los conflictos se puede ver la heterogeneidad que es propia de la vida misma.

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