Algunas reflexiones sobre el artículo ‘Visión de los vencidos o subalternidad?’

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El presente artículo constituye una crítica sobre un artículo de Liliana Regalado publicado en el libro Crónicas Coloniales. Hay que reconocer que quien escribe este artículo es sólo un estudiante de pregrado en la especialidad de Historia. El análisis toma en cuenta principalmente las conclusiones y la bibliografía. También ha de señalarse el respeto por la doctora Regalado adquiridos por sus trabajos y su excelente labor docente. Este crítica se contextualiza en medio de un profundo respeto académico.

Una primera preocupación surge al revisar los libros que se utilizaron para la elaboración del artículo. Considero que para efectuar una reflexión crítica de una corriente de investigación o conceptos se urge revisar gran parte de la literatura o al menos los representantes más significativos. Faltan trabajos de su fundador Ranajit Guha (Elementary aspectos of Peasant Insurgency in Colonial India) y de los principales exponentes como Dipesh Chakrabarty (Provincializing Europe), Homi Bhabha (The location of culture),  Gayatri Spivak  (Can the subaltern speak?) o Partha Chatterjee. Al margen de esto, toda reflexión crítica debe de valorarse en cuanto a sus argumentos.

Sobre la subalternidad describe tres ideas. La primera lleva a considerarla como un logos que persiste en sujetos que estuvieron en situación  de dependencia colonial. La segunda considera que los antiguos colonos desarrollaron una historia separada con sus propios registros de historicidad; además de sus propios hitos y símbolos. La tercera consiste en considerar a la ‘gestas’ emancipadoras como parte del establecimiento de una cadena de colonización.

A partir de estas valoraciones sobre subalternidad contrapone su apreciación sobre la <visión de los vencidos> propuesta por Nathan Wachtel. La primera idea consiste en revelar una historia desde la óptica del colonizado. La segunda se centra en que tanto el colonizador  como el colonizado comparten el mismo curso histórico. La tercera señala que se produce la existencia de relatos complementarios desde una perspectiva  no hegemónica. Acá sostiene que la inclusión está presente por el ‘coprotagonismo’ de todos los actores que participaron en la situación colonial. La cuarta implica que la subalternidad, a diferencia de la <visión de los vencidos>,  no suprime el hecho colonial aun después del ‘develamiento’ de las prácticas y discursos que colonizaron la historia y la cultura de los pueblos originarios. La quinta idea es la más importante: todas las explicaciones sobre el curso de la historia obedecen a particulares puntos de vista, manejo de teorías específicas y de la selección de acontecimientos a usar.

La crítica es la siguiente (en ánimos de contribuir a la historia rural del Perú). Para la primera idea sobre subalternidad. ¿No es acaso el gamonalismo un factor que persistió en la sierra hasta la reforma agraria? ¿No persistió de esta manera el yanaconaje, el sistema de pongos y otro tipo de trabajo servil hasta el siglo XX?  Por tanto, la dominación colonial en tanto coerción servil persistió y transgredió la periodificación que divide colonia/república. No sé si es que constituye un logos, pero si es una constante que persiste contemporáneamente a través de mecanismos como el racismo.

Sobre la segunda idea sobre subalternidad. ¿No es acaso la Historia del Perú una Historia criolla hasta la fecha? Esto tomando en cuenta la Historia que se enseña en los colegios y no la que se difunde en el círculo académico. La diferencia se da a partir de la reducida distribución de la segunda y de la masificación de la primera gracias al circuito del libro escolar. La Historia que se enseña en el colegio no es inclusiva porque no representa a las minorías. A diferencia de grandes personajes como Grau, Bolognesi, Ugarte, etc. A las minorías se las enseña como ‘indios’, ‘negros’, ‘chinos’. ¿Acaso se reconocen a las sublevaciones campesinas y su reconocimiento en las guerras (Chile/Independencia)? ¿ Se enseña  la participación criolla en favor/defensa de la monarquía y de los ‘grandes héroes’ luchando por España? ¿Se enseña la existencia del yanaconaje y el pongaje así como la expropiación de tierras? Ninguna de estas se da; por tanto, sí existe una historia separada formada por los ‘antiguos colonos’ y actualizada por sectores conservadores.

Sobre la tercera idea. Las ‘gestas’ emancipatorias no conocieron la realidad interna del Perú. San Martín y Bolívar, así como otros precursores, tuvieron ideas positivas para abolir el tributo y extender la condición de <peruano>. Pero estas iniciativas no contemplaron el respeto por la propiedad de la tierra y la defensa jurídica gracias a su ceguera propia del liberalismo. ¡Querían invertir en la tierra por tanto tenían que desamortizarla, quitársela a los ‘indios’, abolir las comunidades! Es con Castilla que tras la abolición definitiva del tributo indígena se forman los grandes latifundios. Estos fueron alimentadas a partir de mano de obra servil agrupada en el yanaconaje con mecanismos como el enganche o socorro. Pese a las buenas intenciones, sí se generó una cadena de ‘colonización interna’. Esto llevo el problema hasta 1920 cuando la constitución reconoce la personería jurídica de las comunidades y les otorga la propiedad sobre sus tierras. Todo esto bajo la condición de inenajena/imprescripti/inembarga – bilidad.

En cuanto a las ideas sobre la <visión de los vencidos> es necesario utilizar su quinta idea:  todas las explicaciones sobre el curso de la historia obedecen a particulares puntos de vista, manejo de teorías específicas y de la selección de acontecimientos a usar. esto resalta el papel inherente de la subjetividad del historiador en su condición de escritor y de enunciar en medio de un tiempo/lugar específico. La <visión de los vencidos> se enunció durante el auge la etnohistoria y muchas cosas han cambiado a partir de ese momento.

Sobre la primera idea sobre la óptica del colonizado. En primer lugar, siguiendo las líneas de conversación con William Aranda, la <visión de los vencidos>  es un reduccionismo maniqueo de la realidad. Se utiliza como pieza fundamental la dominación inherentemente política pero hay otras variables en las cuales la situación se cambia. Por ejemplo, la posesión de los recursos la tienen los ‘colonizados’ y de no trabajar la tierra perjudicarían a los ‘colonizadores’. En esta situación el primero tiene agencia sobre el segundo pero tomando en consideración otras variables. Esto con el objetivo de reconocer la agencia de los sujetos. Entonces, la <visión> nos deja una ‘historia del colonizado’ pero sin el ‘colonizado’ no para el ‘colonizado’. Quien escribe es un investigador extranjero (Murra/EEUU, Wachtel/Francia, Curatola/Italia Someda/Japón, etc.) o de Lima en situaciones privilegiadas al resto de la población (Pease/Católica, Rostworowski/IEP, etc.) que escriben desde  universidades o instituciones prestigiosas  para generar textos que circulan en el reducido ámbito académico.  A esto se le puede sumar que están escritos en español/castellano, inglés, alemán, japonés, francés, etc. Es imposible que la comunidad lea su estudio etnohistórico/subalterno/visionariovencido siempre y cuando no sepa el idioma de la escritura del trabajo. La impresión que se genera es de un investigador que se pone la máscara del ‘colonizado’ para escribir sobre él. Termina siendo la imposición de un discurso de uno sobre otro.

Sobre el compartir del curso histórico. Esto realmente es evidente a partir de que los actores comparten el mismo tiempo y, en fin de cuentas, el mismo espacio. ‘El aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo’ por tanto la existencia de la condición de ‘no-contactados’ parece imposible. Esto ya lo dejó en claro Eric Wolf en ‘Europa y los sin Historia’. El problema recae en saber reconocer la alteridad, querer reconocerla además, ver el rostro del otro como un igual. A partir de la perspectiva de la primera idea, la de un ‘colonizado’, entonces es imposible que se cumpla un reconocimiento del otro a partir de la <visión>.

La tercera idea sobre la existencia de relatos complementarios y el reconocimiento de la inclusión. No podemos negar, aunque sea en la postura más positivista, que la desigualdad y opresión son los elementos que estructuraron la existencia de las instituciones de este espacio denominado ‘Perú’.  La existencia de un relato complementario sin una previa reconciliación entre los actores no es más que un acto de cinismo y consiste en pegar discursos con agua. ¿La inclusión consiste en sólo señalar el ‘coprotagonismo’ de los actores? Este es un primer intento y fundamental. Pero no se puede quedar aquí sino en el reconocimiento de su accionar, de su agencia, en todos los sectores que vienen a ser minorías. En la escritura no se buscan protagonistas sino actores sociales que luchan por su vida en las diversas condiciones.

La cuarta idea, en donde resalta la preferencia de la autora por la <visión> , supone que la subalternidad cree la existencia de prácticas y discursos que colonizaban a la Historia y la cultura pese a su ‘develamiento’ . En el interior del país aún subsisten las prácticas religionas cristianas, las corridas de toros y la utilización de los ‘animales coloniales’ (vacas, chanchos, ovejas, etc.). No se puede entender a la sierra sin el queso o el pan. Las prácticas y algunos discursos aún subsisten (y subsistirán) pero está en los individuos el revertirlas.

En conclusión, considero que la manera de abordar la Historia de los ‘Andes’ (utilizando este sujeto para designar un espacio geográfico en torno a la cordillera en donde habitan muchas personas) no implica ni la subalternidad ni la <visión de los vencidos>. Ambas posiciones colapsan y no explican la realidad de manera idónea. La ‘subalternidad’ porque como teoría y concepto parte de axiomas propios a una realidad distinta a la peruana (la india). Es indispensable utilizarla como marco de reflexión que permite afrontar, por oposición negativa o semejanza, lo que aconteció en el ‘Perú’. La <visión de los vencidos> es una forma de escritura que no toma en cuenta la subjetividad de sus historiadores que pretenden abordar al otro, al colonizado.  La falencia de esta <visión>se desarrolla en este artículo http://blog.pucp.edu.pe/item/176944/vencidos-o-vencedores
pero se continuara sobre este tema en los sucesivos artículos. La situación que se plantea, la disyuntiva entre la subalternidad o la <visión>, es irreal. El verdadero desafío es afrontar el pasado con la Historia Social.

La solución que se propone es la siguiente. Al margen de posiciones historiográficas o teóricas que solo sirven para una minoría, los historiadores y los que la estudian, se debe de masificar la enseñanza de Historia. No como discurso que es lo acontecido hasta la fecha con pésimos resultados sino como práctica. Se han de enseñar en el colegio el ‘arte de escribir’ en términos históricos reconociendo el visitar los archivos para poder redactar su condición histórica individual y colectiva en los diferentes lugares. Hay que difundir la enseñanza de la Historia en el interior del país con buenos profesores que permitan que más personas sean invitadas al debate por el conocimiento del pasado (actualmente lo tienen muy pocos en calidad de feudo como la Academia Nacional de la Historia). Enseñar la escritura histórica permitirá generar una producción masiva de textos para generar un circuito al interior del país que permita conocer la realidad de los diferentes lugares. Es el momento en el cual la memoria histórica de cada uno de los peruanos se canalice para desplazar al discurso histórico vigente que no es inclusivo (parafraseando a Gabriel Salazar).

El esfuerzo de la Dra. Regalado es notable por reconocer diferentes líneas de investigación. Es importante y digno de resaltarse que al transcurrir el tiempo ella actualiza sus métodos y perspectivas. No como algunos, los ‘hipsters’ históricos, que continúan defendiendo a la Etnohistoria. Pronto seguirá la crítica contra esta línea de investigación.

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