Inca vs Inka (o Incas?)

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Para Gonzalo Portocarrero

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El presente artículo tiene por objetivo reflecionar en torno a la figura del Inca. Esta figura ha ido construyéndose y modificándose en el transcurrir del tiempo. Desde Garcilazo, los cronistas, Guaman Poma, Lorente, los etnohistoriadores, Daniel Estrada, Toledo, entre muchísimos más,  han venido articulando  diversas narrativas. Éstas se constituyen a partir de distintas evidencias representado en la diversdidad de fuentes a las que recurrieron. Todas estas narrativas tienen una finalidad que necesariamente es legitimar ciertos intereses en el presente a través de  la ‘conquista’ de la identidad.

Partamos del siguiente modelo:

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Se parte con la figura del Inca que necesariamente constituye un sujeto histórico. El axioma de inicio, la evidencia que no se cuestiona, es que fue el soberno de un estado muy sofisticado (imperial?) que existío en el territorio del actual Perú antes del arribo español. Sobre este sujeto se recoge información para “construir” su historia a partir de distintas fuentes (orales, escritas, artísticas, semasiográfocas, etc.) para identificar su vida. A partir de esto se articulan diversas narrativas en donde, siguiendo los mecanismos del inconsciente, se condensan y transfieren los intereses de quien las genera (casos paradigmáticos son el ‘Inca’ de Estrada y el ‘Pachacutec’ de Toledo). También se puede seguir el ‘método científico’ de las investigaciones académicas pero igual contienen en ellas una alta dosis de subjetividad pese a su intento por objetivizarlas. La diversidad de las intenciones derivan en la formación de un Inca1, Inca2, Inca3, Inca4, …, Inca n.

Asumimos que el realizar el esfuerzo histórico, darse el tiempo para cotemplar el pasado para obtener cierta información y conjeturas, otorga ciertas beneficios. El principal de éstos es conseguir la ‘identidad’, conquistarla, ese argumento que legitima la condición presente y provee a quien se vald de ella de un cierto poder ancestral, de una herencia. Esto acorde a que el poder del Inca era legítimo; por tanto, la continuación también lo ha de ser. Esta identidad se representa a partir de muchísimos y diversos discursos en el presente y en el pasado (que fue presente). El lema hisótico de esta consigna es ‘Incas sí, Indios no’ que no sólo acontece en el Perú como lo señala Méndez sino en toda América del Sur.

Entonces, no tenemos un solo un Inca sino también un Inka y asimismo una serie de Incas. Estos van desde los académicos formados por Franklin Pease, María Rostworowski, John Murra; los políticos como los hechos por Toledo y Daniel Estrada; los artísticos como el de Ollantay y la pintura de Luis Montero; los representados en los monumentos, en los textos escolares; etc. Es aquí donde el imaginario se representa en lo simbólico a partir de una supuesta realidad, una siempre insuficiente, debido a la contingencia de la reconstrucción histórica del sujeto a quien se investiga. Claro que toda representación sigue determinados patrones (una estructura canónica) un Inca con un tipo de corona, un cetro, un vestido tipo griego con una ‘correa’ en la cintura, la mascaypacha, la nariz aguileña en señal de la condición racial, etc.

En este artículo sólo mencionaré dos tipos de Inca: el de la academia limeña y el realizado en el Cusco (ojo que este puede ser también un universo de diversidad de Incas). El Inca realizado por la academia se construye a partir de la más rigurosa investigación, estructura metodologica y la imparcialidad de toda investigación objetiva. Para ellos se retiran todos los prejuicios para tomar distancia en la utilización de diveras fuentes como son las escritas (crónica, documentos administrativos, visitas, etc.), orales, etnográficas, etc. El discurso de la academia es la que nutre a la Historia Oficial a partir de las investigaciones históricas, arqueológicas y antropológicas. Esta Historia que es heredera de aquella que en un inicio legitimaba al estado con la herencia Inca a partir de la apropiación del pasado prehispánico y la segregación del ‘indígena’. Los últimos herederos de este tipo de escribir son los etnohistoriadores que se apropian del pasado haciéndolo suyo para presentarlo en congresos, simposios, etc. Pero en el país tienen una posición política conservadora y, en algunos casos, prominara lo que va en detrimento de las comunidades que estudian. POr esta razón cuestiono el trabajo de la academica y lo catalogo como una narrativa más. No la verdad sino algo que es verosímil pero que representan también intereses particulares.

La otra narrativa es la que actualmente se puede observar en el Cuzco (mucho ojo, es todo un universo) . Aquella hecha a partir de la herencia y costumbres junto con el trabajo de fuentes (riguroso o no eso depende de quien lo utiliza). Este tipo de construcción le permitió a Daniel Estrada generar su propia narrativa para ornamentar Cuzco con un Pachacutec de dantescas dimenciones, un cóndor aún más grande, una plaza con un inti, etc. Este tipo se representa, se vuelve realidad y performa, en el Inti Raymi en donde hay toda una actuación que permite que el Inca vuelva a la vida encarnado en un individuo.

Hay otro tipo de Inca que sólo mencionaré. Estos son aquellos que se construyen en diversas partes del Perú a partir de diversos argtumentos ‘históricos’. Entre ellos destaca para mi el colocado en Vilcashuaman, que tiene un halcón en la mano, que otrora era tierra chanca. El turismo y el discurso autoritario/personalista del alcalde llevan a que se coloque el monumento desplazando una supuesta ‘identidad’ local.

Es evidente de que hay una relación de asociación intrínseca entre el Inca y el gobierno autoritario/centralista/individualista. Si el Perú tuviese una herencia democrática, se representaría con más énfasis al parlamento o algún tipo de poder popular. La proliferación del Inca es una exposición social del autoritarismo aún vigente en nuestra sociedad. Sólo que se camufla con la ‘Utopía Andina’.

Pero, qué pasa cuando los Incas se confrontan? Cuándo el Inca de la narrativa de la academia limeña quiere imponerse sobre la cuzqueña? Cuándo los otrora ‘indígenas’, ahora ciudadanos, se valen de esta figura para legitimar sus reclamos y tener un símbolo para identificarse? Acaso la academia limeña tendría que desplazar su ‘verdad’ para permitir que más figuras entren en el debate? La contienda consiste en desprestigiar los argumentos de cada uno de los que articulan su narrativa. La academia se vale de la objetividad y se cobija en su método científico. Los cuzqueños en estar insertos en una tradición y costumbres ancestrales. Por un lado se les achaca subjetividad y poca rigurosidad en el trabajo; por el otro, el estar distanciados y dar una información artificial.

El Inca es el protegonista de una serie de ficciones hechas a base de la ‘Utopía Andina’. Sólo resta que termine la función para empezar a construir el país desde el presente hacia el futuro. Claro, no desatendiendo el pasado.

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