En los ùltimos dìas en Lima nos enteramos de la posible llegada de Sasha Grey. La apariciòn de una fotografìa suya en donde se podian apreciar unas combis (pareciera estereotipo de la ciudad) es lo que alimentò la noticia. Ademàs, se sumaba la realizaciòn de la feria del libro en donde ella posiblemente presentaria su ultimo escrito. Es que Sasha representa uno de los ìconos sexuales que conoce gran parte de la poblaciòn juvenil masculina.
Poco tiempo despuès se desmintiò la noticia, Sasha no estuvo en Lima. La foto fue trucada siendo una imagen en EEUU “photoshopeada” siendo reemplazado el escenario por las combis limeñas. Tambièn los organizadores de la FIL negaron rotundamente cualquier presentaciòn de esta estrella y su libro. Con todo esto se viviò un escenario particular: se difundiò una noticia real pero inverosimil.
Esta noticia repercutiò en las redes sociales en gran medida. Muchos comentaban cualquier posible acciòn respecto a esta chica. Lo inverosìmil generò respuestas reales. Lo falso genera comportamientos verdaderos que desconocen la condiciòn de verosimilitud de la premisa.
Este efecto, al que llamo Sasha, se presenta en gran medida en la historiografìa peruana. Todo esto en un caso paradigmàtico: la proclamaciòn de la independencia por San Martìn en la plaza de armas limeña. Este celebre acto constituye un guiòn teatral peformada anualmente en los diversos colegios del paìs. Niños se disfrazan de San Martìn y exclaman que “El Perù es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y …”. Otros se disfrazan
de soldados realistas y patriotas. Algunos de sacerdotes y otros de criollos patriotas. Las chicas tambièn participan siendo mujeres con un vestido o las famosas tapadas. Todos actùan un guiòn en donde los personajes principales son San Martìn y los patriotas criollos con ansias libertarias. Todo esto para celebrar la independencia del Perù.
El primer grito de independencia es inverosìmil que se dio en 1821. Podemos debatir si fue en 1811, 1812, 1813, 1814 o quizas otra fecha; pero no es en el 21 de ninguna manera. Esto trae importantes consecuencias como son la participaciòn de la poblaciòn indìgena que demostraba una capacidad de agencia (capacidad de las personas para actuar polìticamente de manera autònoma) anterior o paralela a los mismos criollos.
Tampoco se les enseña a los niños que los mismos criollos de Lima, agrupados en el tribunal del consulado, eran quienes financiaban la campaña de resistencia realista. No se les enseña ademàs que todos esos hèroes militares fabricados en complicidad por el estado y los historiadores como son Castilla o Gamarra lucharon contra las rebeliones llegando a reprimirlas en favor del rey. Son aproximadamente diez años en donde tienen todo el tiempo para limpiarse y adquirir la condición de celebridades nacionales.
Los niños performan un guion caduco e històricamente falso año tras año. Se les inculca una mentira que ellos no tienen la capacidad de ir contra. Constituye una negligencia mayor puesto que la educaciòn infantil repercute en la formaciòn de sus categorias mentales que lo sostendràn en su madurez. Se les està engañando y condicionando el resto de su vida en una mentira!. Esto no se ve apoyado por unos profesores de educaciòn tanto primaria o secundaria
que no critican el discurso historiogràfico que viene desde el estado y de la academia. Sòlo se valen del copiar y pegar para armar sus guiones de clase, sumandole en algunos casos una alta dosis de chauvinismo, para adoctrinar a sus alumnos. Estos son los que acentùan la falsedad de la premisa y dirigen las actuaciones con un modelo de lo que debe ser correcto.
Es momento de detener esa abominaciòn de las representacioens escolares en donde se celebra la proclamaciòn de la independencia por parte de San Martìn. Es nuesto deber como historiadores el generar una historiografìa que contradiga todos errores hasta ahora cometidos. Ademàs de generar una historia inclusiva para enseñarles a los niños. Esperan que llegue un foraneo a proclamar algo que ya fue dicho muchisimo antes por, quien sabe, alguno de sus parientes. Es necesario quitarnos el velo de los ojos de una historiografìa còmplice tanto del estado como de los militares. En este caso, somos los encargados de detener el efecto Sasha.