Sobre la historia universal

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Según se señala, Hegel y Marx postulan un tipo de historia universal. El caso de Marx es el que conozco mejor por algunas lecturas que he realizado. Mi lectura me ha permitido notar que para Marx el motor de la historia es la lucha de clases, su partera es la violencia, y el sentido que la guía (su telos) es llegar al comunismo.

Considero que las propuestas de Marx representan un alto grado de antropocentrismo cultural que no dan espacio a la diferencia tanto en sociedades como individuos. Representa postulados occidentales para hacerlos universales, sólo que en este caso ya no son los de la élite burguesa. Todo esto hacia la búsqueda de una meta: el comunismo y todos sus ventajas.

En este tipo de narrativas universalistas se niega la diferencia propia de cada colectivo de individuos que le confieren un sentido particular a su propia existencia. Lo universalista tiene un alto grado de imposición de un único sentido. Una solo punto de llegada teleológico.

La manera de dividir la historia universal en edad antigua, media moderna y contemporánea representa el sentido de occidente que busca centralizar su narrativa en la modernidad y progreso. La selección de fechas, sucesos y personas no es más que una acción arbitraria de un individuo de acuerdo a sus intereses personales y colectivos. Este tipo de modelos es lo que se busca de imponer a otras sociedades. Con respecto a Occidente, pareciera ser que también podría ser una creación discursiva del tipo orientalista. La periferia define performativamente lo que es Occidente, pero esto no ocurre de tal manera porque es occidente quien se reconoce bajo esta categoría . El mismo Occidente se construye discursivamente. Esto se tocará en otro artículo más adelante.

Es en la realidad (el mundo de la vida Husserliano) donde existen diversas sociedades (desde las más “básicas” hasta las mas “complejas”) que dan lugar a diferentes culturas. Cada una le adscribe un propio sentido a su existencia para representar su particular manera de estar en el mundo y de fijarse una orientación. Esta condiciona su narrativa histórica (considerando esto como la manera de filtrar episodios del pasado para articularlos en un discurso) y la hace diferente a/de otros.

Es importante señalar que las culturas no funcionan como categorías rígidas donde el individuo no puede escapar. Sino que permiten al individuo desplazarse a través de ellas para fijarse una identidad. Todo esto conforme a la agencia de las personas.

El problema surge cuando se impone el tipo de narrativa de selección de hechos pasados propias de occidente que viene a ser conocida como Historia (con mayúscula). Este tipo de narrativa (que tienes su historia que es la historiografía) influye en las sociedades de distinto tipo por imposición en cualquiera de sus formas (puede ser política o poder blando). En el Perú del siglo XIX se dividió la historia a manera de símil de la europea. El período prehispánico pasó a semejarse a la edad antigua, el periodo virreinal y colonial pasó a ser la edad media y la república lo contemporáneo (ahora con la visión del pasado era lo moderno). Muchos alegan que este tipo de división es legítima puesto que se sustenta en la defensa que hacen de su condición occidental (imperiosa nacesidad de justificar gracias a la presencia hispánica).

Lo interesante, el meollo del asunto, radica en que la imposición de la narrativa histórica occidental no escatima en considerar que todas los sentidos de representar el estar en el mundo son iguales en cuando son diferentes. No hay un sentido mejor que otro puesto que cada uno representa una tradición de considerables años de experiencia en conocimiento del mundo. Si surgen argumentos de los que postulan superioridad de unos sobre otros no son ni de dimensión ontológica ni epistemológica sino netamente subjetivas.

La imposición de la narrativa histórica occidental y de la Historia como disciplina se hace evidente cuando se quiere (pretende) estudiar al otro. Se comienza mediante la elaboración de un tipo de metodología que guardan detrás el intento implícito de subordinar al otro y “congelar” (reducir) mediante etiquetas su alteridad.

Ejemplo de este tipo de metodología es la etnohistoria que se ha desarrollado en algunos países de la periferia (¡porque es imposible aplicarlos en la metropoli!). El prefijo etno viene a subordinar el sentido y criterio con los cuales sistematizan su pasado a través de inscribirlos en algo parecido a la Historia pero que en fin de cuentas no es historia: los que enuncian sí la tienen. Se busca, en palabras coloquiales, “escuelear” a las diversas colectividades humananas en torno a una sola narrativa que es la occidental. En la realidad ese criterio no es ni Historia ni etnohistoria ni cualquier categoría que se enuncien sobre ellas, es lo que los integrantes de la colectividad le denominen.

Se elabora una metodología particular que combina a la Historia, Antropología y Arqueología para hacer frente la alteridad del otro. Se utilizaron (y se utilizan) etiquetas como lo “andino” para congelar en ella esa diferancia que le excede a cualesquier marco epistemológico. Aun con la interdisciplinariedad no llegaron a resaltar la agencia del otro (se les escapó y continuará escapándose hasta que sea sea ese mismo otro quien la enuncie). Por esta fuga de la alteridad que se da de manera constante se urge encerrarla en categorías dimensiones finitas, cerradas y subjetivas. Esto es lo que da paso al esencalismo del cual se percató y resalta Orin Starn en su artículo “Andismo”.

Si se reconoce la diversidad de los sentidos que el estar en el mundo de cada tipo de colectividad implica y no se busca encasillar en un solo modelo que es el tipo de “Historia” se puede avanzar más en los esfuerzos de inclusión social y convivencia. Sólo se le puede reconcoer al otro cuando se le reconoce como igual y se inicia con él un diálogo. Lo importante de esto (y el sentido) es que uno se vea también interpelado por el otro para ser “desplazado” por su influencia al conocerlo. La influencia se da en sentido bidireccional.

Cuando en la Historia Universal se produce la imposición de un tipo de narrativa, lo que ocurre en la historia nacional es una emulación de la “autoridad occidental”. Esta copia (que funciona como la estandarización de un modelo para occidente nos pueda entender) también tiene un tipo de narrativa determinada por las élites. Sólo cuando se se intenta dialogar, además de reconocer la agencia del otro para adscribirle un sentido particular a su existencia diferente, se podría realizar un entendimiento y quizás una Historia Nacional en sus propios términos.

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