Niveles de aproximación a la alteridad

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El ser humano es único, pero no es el único ser. Al igual que uno existen otros. Estos otros son los que no son el que es. Tienen una condición de ser otro que viene a ser denominada por los términos de alteridad u otredad.

Un ejemplo de alteridad. Imagínese usted lectora (o lector con el respectivo cambio de género) que encuentra al chico de sus sueños. Sale una vez, dos veces, tres, etc. Se da cuenta que lo de sus sueños encuadra con la realidad hasta que sucede algo que le cambia todo el pensamiento. Descubre que gusta de personas de su mismo género. Si usted tenía intenciones con él ya tendrá que dejarlas y poder llegar a ser amigos sería interesante. Lo que descuadra a uno de su concepción tradicional considero que es un atributo de la alteridad.

Para entrar en contacto con el otro y lidiar con su alteridad, el ser usa tres niveles. Estos van acorde con la constitución cerebral en parte reactiva o reptilácea (la de los actos no pensados), la parte límbica o emotiva (parte emocional) y la consciente o racional.

Es necesario señalar que la alteridad ya juega un papel importante (y determinante) con la madurez del individuo. Cuando uno es niño esto se ve obstaculizado por el narcisismo propio de la infancia. Más adelante se reconoce al otor y debe serlo con la condición humana intacta (sino no es madurez). Es muy hermosa la frase de Levinas en la cual señala lo necesario de reconocer el rostro del otro.

El otro es como yo en cuanto a la diferencia, pero distinto a mi en tanto ella. Ambos poseemos la condición humano pero con la diferencia propia de la alteridad inserta. Ésta es la magia de la existencia.

El primer nivel de reconocimiento del otro y contacto con la alteridad es cuando se actúa de manera impulsiva (impensada) contra el otr. La persona no puede lidiar con la alteridad al tener emociones muy intensas que no puede deconstruir. No tiene manejo e inteligencia emocional. Es un comportamiento típicamente infantil y narcisista. Es esta parte, la alteridad se ve en sentido netamente negativo (como una amenaza contra la existencia del yo). También se encuentra la carencia de empatía no porque no exista sino por agresiones. En este nivel no se encuentran testimonios escritos porque implica acciones.

El segundo nivel es el límbico o emotivo. Se le asocia una emoción al oro. Puede ser de amor, gusto, afinidad, entre otras emociones. También pueden ser de rabia, cólera, odio, etc. En este nivel se pueden situar, por ejemplo, los habitantes de Estados Unidos en su posición contra los emigrantes latinos porque atentan contra su trabajo. También las élites peruanas del siglo XIX en su relación con el idnio. En este nivel sí se pueden dejar testimonios escritos como los relatos.

En estos dos niveles el patrón de comportamiento podría estar dirigido (asociarse) con los mecanismos de defensa del yo propios del psicoanálisis. Un estadounidense puede transferir su psique al inmigrante o las élites proyectarse en el indio. Pero no se habla del otro y su alteridad en sí mismo, sólo en su relación en tanto al yo. Es una representación prejuiciosa de la alteridad de manera muy infantil.

El tercer nivel es el óptimo que implica la madurez de la persona. No es una elección sino una responsabilidad y deber. Es el nivel donde se reconoce al otro como ser con la misma condición humana que el uno. Al reconocerlo al mismo vinel, entonces se produce un intercambio entre el yo y el otro propios de una conversación. Se realiza un diálogo que llevará a una posterior interpretación. En este nivel la hermeneútica resulta importante.

En esta entrada quise repsar los niveles de relación entre el uno y el otro. Además de entrar en contacto con la alteridad o condición de ser otro. Uno puede situar cada experiencia personal en este modelo.

Una última idea. La ética radica en considerar la alteridad como algo positivo (como realmente lo es).

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