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El siglo XVIII se inicia con un cambio dinástico: la casa de Austria es remplazada por la casa de los Borbones franceses. El último rey Habsburgo, Carlos II, murió sin dejar descendencia lo que ocasionó un problema entre las distintas monarquías para ver quien ocuparía esta corona. El enfrentamiento fue abierto entre los Habsburgo y los Borbones que finalmente llegó a la solución con la llegada al trono de los segundos. Un nieto del rey sol, Luis XIV, tomaría la corona española. El tratado que sirve como testimonio del acuerdo fue el de Utrecht donde el los Borbones renunciarían a que, si se diera el caso por sucesión, España y Francia se unan. Además, abrieron las rutas comerciales que beneficiaran a los otros estados que se encontraban desarrollándose. El esclavismo por ejemplo se les concede a los ingleses. Esto se debe a una política que permitiese un cierto equilibrio entre las potencias tras un período donde la monarquía española se hizo de buena parte del mundo. Anecdótico es recordar la frase de Francisco I de Austria donde se preguntaba donde estaba el testimonio de Adán que le cedía el nuevo mundo a España.
La casa de los Borbones buscó revertir la infausta situación económica de la metrópoli aumentando la exacción tributaria y económica de las colonias (ahora sí los virreinatos pasaron a considerarse colonias). Es en este período donde ya se puede hablar de España en el sentido completo de la palabra. Los Borbones, al tratar de tener un estado fuerte siguiendo el despotismo ilustrado francés y la utilización de burócratas de profesión, establecieron un marco legal único que atentaba contra los fueros de las otras coronas. La hegemonía Castellana permaneció en España al ser Madrid la capital. Los cambios políticos, económicos y sociales se fueron dando de manera gradual siendo su punto más importante las famosas Reformas Borbónicas.
Un suceso importante que sacudió el Virreinato del Perú fue la cesión de Potosí al recién creado Virreinato del Rio de la Plata. Esto hizo que el Perú perdiese su polo económico más importante en las dos últimas centurias. Se produjo una reorganización económica interna y se descubrieron nuevos centros mineros que serían explotados en conjunto. Entre estos tenemos Huantajaya, Hualgayoc, y Cerro de Pasco. La minería continúo siendo la médula de la economía peruana. Paralelo se dieron los desarrollos agrícolas, en especial, los azucareros del norte. Una gran concentración de esclavos eran los que se encontraban en complejos de plantación a los que se les confería parcelas a los trabajadores para que produzcan lo necesario para su subsistencia.
El último motor económico fueron los obrajes que eran grandes centros de producción textil donde se reunían grandes cantidades de trabajadores siguiendo el mecanismo de la mita. Se dio una gran producción textil en estos centros y también en los chorrillos que eran centros de pequeña producción. Conforme transcurrieron los años, la imposición fiscal sobre los obrajes y los constantes levantamientos de la población natural, tuvieron como consecuencia la aparición de estos grandes centros de producción siendo remplazados por los chorrillos.
En el siglo XVIII se dio el auge de los repartos. El cargo de corregidor podía ser comprado por un particular puesto que la corona estaba ávida de recursos económicos. Adquirir este cargo era una inversión, que estaba auspiciada por financieras tanto en España como en el Perú, puesto que el que lo adquiría recuperaba su dinero mediante este mecanismo. Consistía en la venta compulsiva de mercaderías por parte del corregidor a la población natural. El pago debía de efectuarse al cacique quien se lo daba al funcionario. En una primera instancia la historiografía señaló que las mercaderías eran banalidades como pelucas, lupas, espejos, entre otras cosas inútiles. Pero estudios posteriores como el de Golte evidencia que las mercaderías repartidas eran producidas por la economía local y este mecanismo funcionaba como dinamizador de la economía. Los productos repartidos eran mulas, textiles de los obrajes, paños de Quito, instrumentos metálicos y coca. Si bien los productos no eran de la más alta calidad, al menos podían ser útiles.
En el siglo XVIII es donde comienzan a arribar expediciones extranjeras que eran consideradas como científicas. Estas expediciones provenían de diversas potencias europeas pero principalmente de Francia y de España. En este marco se pueden ubicar las expediciones de Amadeo Frezier, Alcides D’Orbigny, Malaspina, Ulloa, Alexander von Humboldt, entre otros. Todos estos viajes dejaron un escrito a manera de conclusiones. En estos escritos, a manera de informe, se resaltan recursos naturales como la cascarilla (quinina) o el guano.
Pareciera ser que tras de todo el discurso científico se encontraban unos “ojos imperialistas” (como señala Mary Louise Pratt en el título de su libro) que estaban orientados hacia la búsqueda de fuentes de riqueza, ya no necesariamente mineral como buscaba España, para su extracción hacia Europa. En los primeros años la dependencia política estaba sujeta al mercantilismo. Esto hizo que la extracción por parte del centro a la periferia sea de recursos minerales en especial oro y plata. También el monopolio de la corona sobre ciertos productos en la periferia como bienes suntuarios entre ellos el vino. Ahora que el liberalismo estaba en boga se buscaban extraer cualquier tipo de producto que sirviera de base para satisfacer algún tipo de demanda en el espacio de los circuitos comerciales. Si es que se extraían recursos y se exportaban, los estados estaban dispuestos a generar el sentido recíproco: un considerable flujo mercantil hacia las periferias. El contrabando inglés en Argentina es un ejemplo de como se fue erosionando la dominación hispánica mediante el comercio. Peculiar y morboso es revisar que todos estos tratados revelan los recursos que luego fueron depredados por su venta a Europa. Los ojos imperialistas iban en busca de futuros mercados para las potencias que se encontraban repartiéndose el mundo.
Estos trabajos científicos también permitieron determinar la situación actual en la cual se encontraba América en pleno siglo de las luces. El conde de Buffon utilizó los expedientes de las misiones científicas para demostrar la inferioridad del hombre americano mediante la analogía del león y del puma. El puma es más cobarde que el león, así que el hombre americano es más temeroso que el europeo. Empezó a utilizarse una argumentación propia de un cierto determinismo geográfico. También se encuentran las menciones de Cornelio de Pauw y de Hegel que continuaban esta línea. El primero de ellos señala que los americanos eran seres inferiores por criarse en un ambiente húmedo. Por ejemplo un pantano que es húmedo sólo puede dar a luz insectos. Pero es en México y Perú donde aparecen dos voces, Clavijero y Unanue, que defendieron la integridad de los criollos. Un espacio crítico de la postura europea fue también el Mercurio Peruano.
El siglo XVIII marca un inicio de la colonización mental americana en el contexto del siglo de las Luces. A manera de comparación, si es que se produjo una conquista por las huestes pizarristas, también se produjo una conquista producto del implante de la taxonomía propuesta por Carlos Linneo. Por ejemplo el ave originaria de estas tierras, el gallito de las rocas, pasará a llamarse Rupicola peruviana. Toda la flora y fauna americana pasará a estar colonizada por el arte de nombrar propio del cientificismo europeo. Este es el inicio de la colonización intelectual metropolitana.
En el plano social, se formó un mosaico racial producto del mestizaje que se extendía considerablemente. Bajo tres troncos (lo negro, lo español y lo indio) se produjeron diversas mezclas donde siempre tenía mayor importancia, y era considerado superior, quien tuviera mayor cuota de sangre española. El múltiplo de cinco, quinterón, era quien marcaba el tan ansiado ascenso en la jerarquía de las castas. Para intentar comprender una sociedad como la peruana del XVIII se utiliza el término de sociedad de castas. Grupos de individuos organizados según su origen racial. Pero esto no resultaba exclusivo puesto que el color de la piel a veces no determinaba el origen de los padres por la carga genética. Peculiar son los términos que se utilizaron para denominar a las castas como tornatrás, chino, notentiendo, entre otros. Las castas contribuyeron a desmoronar el sistema de las dos repúblicas pues se encontraron vacíos legales para que los individuos encuentren sus propios beneficios. El primer paso por parte del estado virreinal fue poner nombre a todo el fenómeno porque se le estaba pasando de las manos. Si es que puedes nombrar, ya puedes controlar como lo ocurrido en la fauna y flora. Esto se reflejó a la hora de realizar los tan famosos cuadros de casta, que en México fueron varios, llevados a cabo por el virrey Amat.
En el caso de Lima, no se puede hablar de una sociedad en eclosión. Uso el término según la segunda acepción de la RAE donde se señala que es un brote, manifestación, aparición súbita de un movimiento cultural o de otro fenómeno histórico, psicológico, etc. La misma sociedad colonial estaba diseñada para “amortiguar” los descontentos sociales. La población esclava que se encontraba descontenta por su condición no llegaba a armar una rebelión conjunta como en Haití sino que huían. Podían desempeñar la actividad de bandidos donde recogían ingresos para su subsistencia. Alberto Flores Galindo analiza la sociedad del XVIII donde busca responder por qué no se produjo un levantamiento urbano en Lima que lleve hacia la independencia. Propone la existencia de una aristocracia y de una plebe que se encontraban en una sociedad con facturas que daban espacio a leves levantamientos que impedían la formación de uno general.
Un tema importante para señalar es la Gran Rebelión de José Gabriel Condorcanqui mejor conocido como Túpac Amaru. Como herencia del gobierno militar revolucionario de Velasco Alvarado y de la historiografía de Carlos Daniel Valcárcel se tiene un importante maniqueísmo. Se tiene al rebelde que lucha por la independencia de la corona y a los nobles adictos a la causa realista que lo traicionaron. La historiografía se ha encargado de vencer estas limitaciones subjetivas de un gobierno que necesitaba crear la figura de un héroe.
José Gabriel Condorcanqui fue un cacique que se levantó en armas en pos de encontrar un lugar importante dentro de la nobleza cuzqueña. Condorcanqui era un cacique tributario de Surimana, Pampamarca y Tungasuca. Al quedar vacante el marquesado de Oropesa que era la principal posesión territorial en la región del Cuzco. Los sucesores a este cacicazgo eran descendientes directos de los incas. Primero, perteneció al matrimonio entre Beatriz Clara Coya, hija del Inca Sayri Tupac, y Marín García de Loyola, descendiente de San Ignacio. Luego pasó a manos de su hija Ana María Lorenza García Sayri Túpac de Loyola quien se casó con Juan Enríquez de Borja, descendiente de San Francisco de Borja. Su hija se casó con un descendiente del otro santo jesuita San Francisco Xavier y la pareja recibió la misma propiedad. Esa posesión era importantísima y de máxima consideración para la nobleza cuzqueña.
Condorcanqui inició un litigio en pos de la posesión con Diego Felipe de Betancur. El pleito judicial demandó que Amaru no se dediqué plenamente a su actividad económica que era ser arriero y gaste muchísimo dinero en el trámite. El resultado fue negativo a los intereses del cacique. Esto ocasionó una especie de frustración en él, sumado con una inversión que realizó para el negocio que no le resultó favorable. Pareciera ser que estas causas sirvieron para que detone este movimiento. Pero no hay que olvidar que durante este siglo ocurrieron decenas de levantamientos en el territorio que ha sido estudiado por Scarlett O’Phelan.
La Gran Rebelión se puede dividir en dos periodos. Una primera instancia que dura hasta la el nefasto suceso de Sangarará. En este periodo Tupac Amaru recibió el apoyo de diversos grupos sociales entre los que estaban españoles y criollos que iban contra el mal gobierno pero no contra el monarca. En Sangarará se produjo la quema de una iglesia con feligreses dentro. Esto marcó que los españoles que lo seguían le restaran su apoyo y lo excomulgaran. Esto fue un duro golpe para Amaru puesto que lo puso al mismo nivel que su enemigo, el corregidor Arriaga de Tinta.
La segunda etapa comienza después de este episodio. Según se señala, esta etapa es toma una dimensión más andina. Es interesante esto puesto que la tradición andina era entablar litigios y usar hasta la última instancia la vía judicial. La violencia tomará una dimensión violenta muy importante. El movimiento llegará a su ocaso en Cuzco con el levantamiento de la élite cuzqueña. Entre los integrantes de este contingente se encuentran Mateo Pumacahua, miembros de la familia Sahuaraura, entre otros.
La historiografía de Carlos Daniel Valcárcel llevó a calificar a la élite como traidores adictos a la causa realista. Ahora esta interpretación ha sido cuestionada puesto que, antes que defender al rey, defendieron sus propios intereses que se veían amenazados por alguien a quien consideraban advenedizo. Túpac Amaru no tuvo un consenso entre la población no por su programa sino por su status.
Antes de avanzar hacia la República es necesario hacer un breve y escueto balance de la trascendencia del periodo virreinal. Se tratará de evitar el facilismo de considerar que siempre estamos mejor sin el dominio de los españoles y evitar caer en las consideraciones propias de la Leyenda Negra Hispana. La República de Indios, al tener su propio corpus legal o fueros, permitía que mediante el tributo metálico se defienda la propiedad y posesiones de la población natural. Se trataba de evitar la mayoría de veces el retiro arbitrario sin a travesar por litigios.
Otro tema importante era la participación de la figura del defensor de naturales quien llevó a los que se hacían de sus servicios a muchas victorias legales. También no se permitía la injerencia de la inquisición en lo referente al campo religioso.
Algunas colectividades como los Huancas tuvieron mucha prosperidad durante el virreinato. Ellos se aliaron a las huestes pizarristas y no fueron encomendados a ningún español sino que siguieron siendo señores de su propia tierra. Otro ejemplo son los Iquichanos que trabajó Cecilia Méndez.
También es importante señalar lo importante de la institución vertebradora de la presencia española en estos territorios: VIRREINATO. No era un simple territorio periférico como colonia o capitanía. La condición que se tenía era de súbditos de la corona que ofrecían tributos pero se recibía ciertos beneficios.
Finalmente, se señalará un balance de la trascendencia de la presencia hispana. A diferencia de las otras potencias Europeas, desarrolló un modelo colonizador que incluía al dominado dentro de la estructura estatal. No realizaron campañas genocidas como los ingleses en Estados Unidos para expropiar a los indígenas de la tierra y formar un modelo que los excluyera totalmente. Los Españoles guardaron una conciencia en debates públicos como las Juntas de Valladolid, donde debatieron Las Casas y Sepúlveda, y la Junta Magna celebrado en la segunda mitad del XVI durante el reinado de Felipe II. En esta reunión se resaltó lo ilegítima de la presencia hispana en estas tierras pero su retiro sería más perjudicial. A pesar de todo, trajeron la religión católica y con ello la salvación. La tradición legal hispana también es una importante herencia española.
La casa de los Borbones buscó revertir la infausta situación económica de la metrópoli aumentando la exacción tributaria y económica de las colonias (ahora sí los virreinatos pasaron a considerarse colonias). Es en este período donde ya se puede hablar de España en el sentido completo de la palabra. Los Borbones, al tratar de tener un estado fuerte siguiendo el despotismo ilustrado francés y la utilización de burócratas de profesión, establecieron un marco legal único que atentaba contra los fueros de las otras coronas. La hegemonía Castellana permaneció en España al ser Madrid la capital. Los cambios políticos, económicos y sociales se fueron dando de manera gradual siendo su punto más importante las famosas Reformas Borbónicas.
Un suceso importante que sacudió el Virreinato del Perú fue la cesión de Potosí al recién creado Virreinato del Rio de la Plata. Esto hizo que el Perú perdiese su polo económico más importante en las dos últimas centurias. Se produjo una reorganización económica interna y se descubrieron nuevos centros mineros que serían explotados en conjunto. Entre estos tenemos Huantajaya, Hualgayoc, y Cerro de Pasco. La minería continúo siendo la médula de la economía peruana. Paralelo se dieron los desarrollos agrícolas, en especial, los azucareros del norte. Una gran concentración de esclavos eran los que se encontraban en complejos de plantación a los que se les confería parcelas a los trabajadores para que produzcan lo necesario para su subsistencia.
El último motor económico fueron los obrajes que eran grandes centros de producción textil donde se reunían grandes cantidades de trabajadores siguiendo el mecanismo de la mita. Se dio una gran producción textil en estos centros y también en los chorrillos que eran centros de pequeña producción. Conforme transcurrieron los años, la imposición fiscal sobre los obrajes y los constantes levantamientos de la población natural, tuvieron como consecuencia la aparición de estos grandes centros de producción siendo remplazados por los chorrillos.
En el siglo XVIII se dio el auge de los repartos. El cargo de corregidor podía ser comprado por un particular puesto que la corona estaba ávida de recursos económicos. Adquirir este cargo era una inversión, que estaba auspiciada por financieras tanto en España como en el Perú, puesto que el que lo adquiría recuperaba su dinero mediante este mecanismo. Consistía en la venta compulsiva de mercaderías por parte del corregidor a la población natural. El pago debía de efectuarse al cacique quien se lo daba al funcionario. En una primera instancia la historiografía señaló que las mercaderías eran banalidades como pelucas, lupas, espejos, entre otras cosas inútiles. Pero estudios posteriores como el de Golte evidencia que las mercaderías repartidas eran producidas por la economía local y este mecanismo funcionaba como dinamizador de la economía. Los productos repartidos eran mulas, textiles de los obrajes, paños de Quito, instrumentos metálicos y coca. Si bien los productos no eran de la más alta calidad, al menos podían ser útiles.
En el siglo XVIII es donde comienzan a arribar expediciones extranjeras que eran consideradas como científicas. Estas expediciones provenían de diversas potencias europeas pero principalmente de Francia y de España. En este marco se pueden ubicar las expediciones de Amadeo Frezier, Alcides D’Orbigny, Malaspina, Ulloa, Alexander von Humboldt, entre otros. Todos estos viajes dejaron un escrito a manera de conclusiones. En estos escritos, a manera de informe, se resaltan recursos naturales como la cascarilla (quinina) o el guano.
Pareciera ser que tras de todo el discurso científico se encontraban unos “ojos imperialistas” (como señala Mary Louise Pratt en el título de su libro) que estaban orientados hacia la búsqueda de fuentes de riqueza, ya no necesariamente mineral como buscaba España, para su extracción hacia Europa. En los primeros años la dependencia política estaba sujeta al mercantilismo. Esto hizo que la extracción por parte del centro a la periferia sea de recursos minerales en especial oro y plata. También el monopolio de la corona sobre ciertos productos en la periferia como bienes suntuarios entre ellos el vino. Ahora que el liberalismo estaba en boga se buscaban extraer cualquier tipo de producto que sirviera de base para satisfacer algún tipo de demanda en el espacio de los circuitos comerciales. Si es que se extraían recursos y se exportaban, los estados estaban dispuestos a generar el sentido recíproco: un considerable flujo mercantil hacia las periferias. El contrabando inglés en Argentina es un ejemplo de como se fue erosionando la dominación hispánica mediante el comercio. Peculiar y morboso es revisar que todos estos tratados revelan los recursos que luego fueron depredados por su venta a Europa. Los ojos imperialistas iban en busca de futuros mercados para las potencias que se encontraban repartiéndose el mundo.
Estos trabajos científicos también permitieron determinar la situación actual en la cual se encontraba América en pleno siglo de las luces. El conde de Buffon utilizó los expedientes de las misiones científicas para demostrar la inferioridad del hombre americano mediante la analogía del león y del puma. El puma es más cobarde que el león, así que el hombre americano es más temeroso que el europeo. Empezó a utilizarse una argumentación propia de un cierto determinismo geográfico. También se encuentran las menciones de Cornelio de Pauw y de Hegel que continuaban esta línea. El primero de ellos señala que los americanos eran seres inferiores por criarse en un ambiente húmedo. Por ejemplo un pantano que es húmedo sólo puede dar a luz insectos. Pero es en México y Perú donde aparecen dos voces, Clavijero y Unanue, que defendieron la integridad de los criollos. Un espacio crítico de la postura europea fue también el Mercurio Peruano.
El siglo XVIII marca un inicio de la colonización mental americana en el contexto del siglo de las Luces. A manera de comparación, si es que se produjo una conquista por las huestes pizarristas, también se produjo una conquista producto del implante de la taxonomía propuesta por Carlos Linneo. Por ejemplo el ave originaria de estas tierras, el gallito de las rocas, pasará a llamarse Rupicola peruviana. Toda la flora y fauna americana pasará a estar colonizada por el arte de nombrar propio del cientificismo europeo. Este es el inicio de la colonización intelectual metropolitana.
En el plano social, se formó un mosaico racial producto del mestizaje que se extendía considerablemente. Bajo tres troncos (lo negro, lo español y lo indio) se produjeron diversas mezclas donde siempre tenía mayor importancia, y era considerado superior, quien tuviera mayor cuota de sangre española. El múltiplo de cinco, quinterón, era quien marcaba el tan ansiado ascenso en la jerarquía de las castas. Para intentar comprender una sociedad como la peruana del XVIII se utiliza el término de sociedad de castas. Grupos de individuos organizados según su origen racial. Pero esto no resultaba exclusivo puesto que el color de la piel a veces no determinaba el origen de los padres por la carga genética. Peculiar son los términos que se utilizaron para denominar a las castas como tornatrás, chino, notentiendo, entre otros. Las castas contribuyeron a desmoronar el sistema de las dos repúblicas pues se encontraron vacíos legales para que los individuos encuentren sus propios beneficios. El primer paso por parte del estado virreinal fue poner nombre a todo el fenómeno porque se le estaba pasando de las manos. Si es que puedes nombrar, ya puedes controlar como lo ocurrido en la fauna y flora. Esto se reflejó a la hora de realizar los tan famosos cuadros de casta, que en México fueron varios, llevados a cabo por el virrey Amat.
En el caso de Lima, no se puede hablar de una sociedad en eclosión. Uso el término según la segunda acepción de la RAE donde se señala que es un brote, manifestación, aparición súbita de un movimiento cultural o de otro fenómeno histórico, psicológico, etc. La misma sociedad colonial estaba diseñada para “amortiguar” los descontentos sociales. La población esclava que se encontraba descontenta por su condición no llegaba a armar una rebelión conjunta como en Haití sino que huían. Podían desempeñar la actividad de bandidos donde recogían ingresos para su subsistencia. Alberto Flores Galindo analiza la sociedad del XVIII donde busca responder por qué no se produjo un levantamiento urbano en Lima que lleve hacia la independencia. Propone la existencia de una aristocracia y de una plebe que se encontraban en una sociedad con facturas que daban espacio a leves levantamientos que impedían la formación de uno general.
Un tema importante para señalar es la Gran Rebelión de José Gabriel Condorcanqui mejor conocido como Túpac Amaru. Como herencia del gobierno militar revolucionario de Velasco Alvarado y de la historiografía de Carlos Daniel Valcárcel se tiene un importante maniqueísmo. Se tiene al rebelde que lucha por la independencia de la corona y a los nobles adictos a la causa realista que lo traicionaron. La historiografía se ha encargado de vencer estas limitaciones subjetivas de un gobierno que necesitaba crear la figura de un héroe.
José Gabriel Condorcanqui fue un cacique que se levantó en armas en pos de encontrar un lugar importante dentro de la nobleza cuzqueña. Condorcanqui era un cacique tributario de Surimana, Pampamarca y Tungasuca. Al quedar vacante el marquesado de Oropesa que era la principal posesión territorial en la región del Cuzco. Los sucesores a este cacicazgo eran descendientes directos de los incas. Primero, perteneció al matrimonio entre Beatriz Clara Coya, hija del Inca Sayri Tupac, y Marín García de Loyola, descendiente de San Ignacio. Luego pasó a manos de su hija Ana María Lorenza García Sayri Túpac de Loyola quien se casó con Juan Enríquez de Borja, descendiente de San Francisco de Borja. Su hija se casó con un descendiente del otro santo jesuita San Francisco Xavier y la pareja recibió la misma propiedad. Esa posesión era importantísima y de máxima consideración para la nobleza cuzqueña.
Condorcanqui inició un litigio en pos de la posesión con Diego Felipe de Betancur. El pleito judicial demandó que Amaru no se dediqué plenamente a su actividad económica que era ser arriero y gaste muchísimo dinero en el trámite. El resultado fue negativo a los intereses del cacique. Esto ocasionó una especie de frustración en él, sumado con una inversión que realizó para el negocio que no le resultó favorable. Pareciera ser que estas causas sirvieron para que detone este movimiento. Pero no hay que olvidar que durante este siglo ocurrieron decenas de levantamientos en el territorio que ha sido estudiado por Scarlett O’Phelan.
La Gran Rebelión se puede dividir en dos periodos. Una primera instancia que dura hasta la el nefasto suceso de Sangarará. En este periodo Tupac Amaru recibió el apoyo de diversos grupos sociales entre los que estaban españoles y criollos que iban contra el mal gobierno pero no contra el monarca. En Sangarará se produjo la quema de una iglesia con feligreses dentro. Esto marcó que los españoles que lo seguían le restaran su apoyo y lo excomulgaran. Esto fue un duro golpe para Amaru puesto que lo puso al mismo nivel que su enemigo, el corregidor Arriaga de Tinta.
La segunda etapa comienza después de este episodio. Según se señala, esta etapa es toma una dimensión más andina. Es interesante esto puesto que la tradición andina era entablar litigios y usar hasta la última instancia la vía judicial. La violencia tomará una dimensión violenta muy importante. El movimiento llegará a su ocaso en Cuzco con el levantamiento de la élite cuzqueña. Entre los integrantes de este contingente se encuentran Mateo Pumacahua, miembros de la familia Sahuaraura, entre otros.
La historiografía de Carlos Daniel Valcárcel llevó a calificar a la élite como traidores adictos a la causa realista. Ahora esta interpretación ha sido cuestionada puesto que, antes que defender al rey, defendieron sus propios intereses que se veían amenazados por alguien a quien consideraban advenedizo. Túpac Amaru no tuvo un consenso entre la población no por su programa sino por su status.
Antes de avanzar hacia la República es necesario hacer un breve y escueto balance de la trascendencia del periodo virreinal. Se tratará de evitar el facilismo de considerar que siempre estamos mejor sin el dominio de los españoles y evitar caer en las consideraciones propias de la Leyenda Negra Hispana. La República de Indios, al tener su propio corpus legal o fueros, permitía que mediante el tributo metálico se defienda la propiedad y posesiones de la población natural. Se trataba de evitar la mayoría de veces el retiro arbitrario sin a travesar por litigios.
Otro tema importante era la participación de la figura del defensor de naturales quien llevó a los que se hacían de sus servicios a muchas victorias legales. También no se permitía la injerencia de la inquisición en lo referente al campo religioso.
Algunas colectividades como los Huancas tuvieron mucha prosperidad durante el virreinato. Ellos se aliaron a las huestes pizarristas y no fueron encomendados a ningún español sino que siguieron siendo señores de su propia tierra. Otro ejemplo son los Iquichanos que trabajó Cecilia Méndez.
También es importante señalar lo importante de la institución vertebradora de la presencia española en estos territorios: VIRREINATO. No era un simple territorio periférico como colonia o capitanía. La condición que se tenía era de súbditos de la corona que ofrecían tributos pero se recibía ciertos beneficios.
Finalmente, se señalará un balance de la trascendencia de la presencia hispana. A diferencia de las otras potencias Europeas, desarrolló un modelo colonizador que incluía al dominado dentro de la estructura estatal. No realizaron campañas genocidas como los ingleses en Estados Unidos para expropiar a los indígenas de la tierra y formar un modelo que los excluyera totalmente. Los Españoles guardaron una conciencia en debates públicos como las Juntas de Valladolid, donde debatieron Las Casas y Sepúlveda, y la Junta Magna celebrado en la segunda mitad del XVI durante el reinado de Felipe II. En esta reunión se resaltó lo ilegítima de la presencia hispana en estas tierras pero su retiro sería más perjudicial. A pesar de todo, trajeron la religión católica y con ello la salvación. La tradición legal hispana también es una importante herencia española.