Llamaron huaca a la gran cordillera de la Sierra Nevada que corre por todo el Perú a la larga, hasta el Estrecho de Magallanes, por su largura y eminencia, que cierto es admirabilíssima a quien la mira con atención. Dan el mismo nombre a los cerros muy altos que se aventajan de los otros cerros, como las torres altas de las casas comunes, y a las cuestas grandes que se hallan por los caminos, que las hay de tres, cuatro, cinco y seis leguas de alto, casi tan derechas como una pared, a las cuales los españoles corrompiendo el nombre, dizen Apachitas, y que los indios las adoravan y les ofrescían ofrendas. De las cuestas diremos luego, y qué manera de adoración era la que hazían y a quién. A todas estas cosas y otras semejantes llamaron huaca, no por tenerlas por dioses ni adorarlas, sino por la particular ventaja que hazían a las comunes; por esta causa las miravan y tratavan con veneración y respeto. Por las cuales significaciones tan diferentes los españoles, no entendiendo más de la primera y principal significación, que quiere dezir ídolo, entienden que tenían por dioses aquellas cosas que llaman huaca, y que las adoravan los Incas como lo hazían los de primera edad.
Declarando el nombre Apachitas que los españoles dan a las cumbres de las cuestas muy altas y las hazen dioses de los indios es de saber que ha de dezir Apachecta; es dativo, y el genitivo es Apachecpa; de este participio de presente Apáchec, que es el nominativo, y con la sílaba ta se haze dativo, quiere dezir al que haze llevar. Pero conforme al frasis de la lengua, como atrás hemos dicho, y adelante diremos de la mucha significación que los idnios encierran en sola una palabra, quiere dezir demos gracias y ofrezcamos algo al que haze llevar estas cargas, dándonos fuercas y vigor para subir por cuestas tan ásperas como ésta, y nunca lo dezían sino cuando estavan ya en lo alto de la cuesta, y por esto dizen los historiadores españoles que llamavan Apachitas a las cumbres de las cuestas, entendiendo que hablavan con ellas, porque allí les oían dezir esta palabra Apachecta, y, como no entienden lo que quiere dezir, dánselo por nombre a las cuestas. Entendían los indios, con lumbre natural, que se devían dar gracias y hazer alguna ofrenda al Pachacámac, Dios no conoscido que ellos adoravan mentalmente, por haverles ayudado en aquel trabajo. Y assí, luego que havían subido la cuesta, se descargavan, y, alcando los ojos al cielo y bacpandolos al suelo y haziendo las mismas ostentaciones de adoración que atrás diximos para nombrar al Pachacámac, repetían dos, tres cezes el dativo Apachecta, y en ofrenda se tiravan de las ceja y, que arrancassen algún pelo o no, lo soplavan hazia el cielo y echavan la yerca llamada cuca, que llevavan en la boca, que ellos tanto prescian, como diziendo que le ofrescían lo más presciado que llevavan. Y a más no poder ni traer otra cosa mejor, ofrescían un guijarro, y, donde no lo había , echavan un puñado de tierra. Y destas ofrendas havía, echavan un puñado de tierra. Y desta ofrendas havía grandes montones en las cumbres de las cuestas. No miravan al Sol cuando hazían aquellas cerimonias, porque no era la adoración a él, sino al Pachacámac. Y las ofrendas, más eran señales de sus afectos que no ofrendas; porque bien entendían que cosas tan viles no eran para ofrescer. De todo lo cual soy testigo, que lo vi caminando con ellos muchas vezes. Y más digo, que no lo hazían los indios que ivan descargados, sino los que llevavan carca. Ahora, en estos tiempos, por la misericordia de Dios, en lo alto de aquellas cuestas tienen puestas cruzes, que adoran en hazimiento de gracias de havérseles comunicado Cristo Nuestro Señor.
Referencia
DE LA VEGA, Garcilaso
1985 Comentarios Reales. Lima: BCP
La cita corresponde del capítulo IV del Libro Segundo de los Comentarios reales (p. 51-53).