El presente artículo tiene como objetivo ilustrar las diferentes actividades comerciales que se desarrollan en un evento específico: ir a presenciar un encuentro futbolístico.
Si es que uno quisiera ir al estadio tiene cinco opciones para entrar: 1) adquirir una entrada 2) recibir una entrada de cortesía 3) ir al propio palco 4) ser invitado a un palco 5) entrar por la segundilla. La última opción es una institución que data desde hace mucho tiempo. Consiste en entrar gratis al estadio durante los últimos minutos del encuentro.
Al llegar al estadio, uno se encuentra con vendedores ambulantes que ofrecen gorros, polos, camisetas, etc. De los equipos que se enfrentan, de los más importantes y (siempre) de la selección nacional. Estos productos son copias de los originales y muchas veces diseños alternativos novedosos.
Dentro del estadio una puede adquirir sanguches de pollo, hamburguesa, chorizo, frejoles con seco, entre otras cosas. También se encuentran las gaseosas. Los precios siempre comienzan altos y terminando el encuentro vuelan a precio de regalo. Una gaseosa en un comienzo está cinco soles, luego dos por cinco y finalmente llega a estar un sol. Lo mismo con los sanguches. En un comienzo cinco, luego tres, para finalmente terminar en un sol.
A la salida del estadio comienza el mosaico de estampas. En primer lugar se encuentra el puesto de la fritanga y pescado frito. Un señor o señora despliegan en una carretilla un puesto en el cual cuentan con una cocina a gas, una olla y sus insumos. El plato consiste en higado frito en una sartén acompañado con yuca y ensalada. ¿Cuánto está el potaje? Desde un sol. También vende pescado frito que también lo acompaña con la misma guarnición.
También se encuentra al vendedor de aeropuerto. El vendedor arma su puesto a partir de una carretilla más pequeña que la de fritanga. En esta carretilla se encuentra con una sarten y una muy grande olla donde se encuentra el arroz chaufa combinado con el tallarin. El vendedor coloca una porción de esta comida en una sartén, la calienta y la sirve en un plato de plástico. ¿Cuánto cuesta cuanto le vale? Dos nuevos soles.
Al seguir avanzando se encuentra con el puesto de las gaseosas. Un vendedor en una carretilla vende gaseosas heladas para refrescar la garganta después de una jornada deportiva intensa. Cada botella se vende a 60 centavos.
Junto a todos estos vendedores, se encuentra el vendedor de sanguches. Monta en una carretilla una buena parte de lechón al horno, embutidos y pollo. Cuenta con una pequeña parrilla para preparar lo que el cliente le solicite.
Finalmente se encuentra el negocio de parrillas donde se compran anticuchos de corazón de res, de pollo, choncholi, rachi, panzita, etc. Todos éstos acompañados por papa.
Tuve el gusto de encontrar hace poco una señora que vendía Juane. Me pareció peculiar ver este plato en una variante “al paso” en el contexto de un recinto deportivo.
El peruano trabaja. Se las ingenia y trabaja.