Hoy domingo, 6 de la tarde, después de un bochornoso día de sol me siento frente a este blog que como excusa de terapia escribo…
Hoy tampoco controlé mi manía twittera con la excusa de me conecta con el mundo; yo digo que me sirve pues de lo contrario yo seguiría en la Isla Bonita… pero, nada, son excusas, lo hago por interactuar, quizá me importe un poco lo que pasa en el mundo o quizá sea que lo que pasa en mi mundo es tan fuerte para mí que necesito refugiarme en el saber de lo que pasa afuera para no sentirme tan mal…
Hoy quiero escribir a cerca de esas combis que nunca tomé y que gracias a que el conductor al verme la cara de despistada, evitaba que siguiera a delante y con un pie en el estribo yo, él me preguntaba, “¿ónd´vá? Y cuando yo contestaba “nnohbajah”. En otras ocasiones, sucedía al contrario, otra veces era “sube, sube” y yo que de confiaba subía y algunas veces, no pocas, resultaba que no era la combi que esperaba, !era “la combi equivocada”! Medio a regañadientes, medio asustada, bajaba y tenía que tomar la de vuelta, para regresar a un sitio conocido y tranquilo, y poder esperar “MI combi”. Otras veces me relajaba y decidía llegar hasta el último paradero, recorría Lima, tonteaba con el tiempo y me distraía. Eso lo tome de mi madre, era su manera predilecta de huir. Eso sí, esa era toda una tarde perdida.
Recuerdo que mis eventuales parejas siempre me lo reprochaban o se burlaban o hacía una muequita despectiva y miraban a otro lado cuando contaba lo que me había sucedido. Sí ,yo era un tanto distraída y divertida, pero no para tomar en cuenta en una discusión de cosas realmente serias. !Cómo podía tomar la combi equivocada! Pero lo que estos caballeros no tenían en cuenta era que ellos eran la combi equivocada. Yo subía a sus vidas y terminaba haciendo con ellos un viaje de esos que no van a ningún sitio… a ningún sitio…todo un periodo de vida perdida.
Quiero agradecer a aquellas combis que nunca tomé por decisión de los propios choferes. Aquellos que al verme parada en la autopista solo me hacían ojitos con las luces y me dejaban…para que otra combi me recoja. Intuían que ellos no eran la combi correcta para mí. Pude sentirme despechada, los maldecía, juraba que se les ponchaba las llantas, que les aplicaban una gran multa, que sus mujeres les pondrían cuernos, lo que sea…hasta calmar mi ira. Y si en el horizonte veía otra combi, yo de nuevo alzaba el brazo mientras le sonreía.
Hoy me despido de esas “combis” que no me dejaron subir, agradecida.
Esta canción va con la esperanza de que en otro tiempo, en otro espacio, en otras circunstancias quizá alguno sea la combi que esperaba.
Buena suerte y hasta luego- Andrés Calamaro


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