Este post es para mí, no lo comparto con nadie que no me quiera leer. Y lo advierto: no pierda su tiempo pues no es nada más que lo que pasa en mi cabeza. Se trata de la historia de las muchas Alicias del mundo, de aquellas que se levantan con la idea de creer que están soñando y salen a buscar a un Señor Conejo Blanco. Un escurridizo sujeto que más le vale perderse que hacerse real, pues terminaría como esposo aburrido y quizá en el mejor de los casos con los cuernos puestos. Aquí mi historia que reinvindica a todas aquellas locas Alicias que van por la vida.

Veamos este delicioso vídeo de Alicia en el país de la maravillas, una primera versión de 1903.

(…)
Alicia sueña un día que decide seguir a un Señor Conejo Blanco. No era racista ella, pudo ser el Señor Conejo Bruno, e igual de perseguido iba a ser él. Este señor tiene una característica: tiene un gran reloj. Este es un símbolo que indica su importancia, pero por sobre todo poder. Solo un conejo con reloj tiene además agenda, tiene ocupaciones, es importante. Y ella sueña con ese conejo que tiene valor agregado.
Ella se hace pequeña, pero también se empondera. Todo a medida del señor conejo. Lo importante para ella es el perseguir, no el atrapar. Ella viaja por él a mundos desconocidos, y ella se enfrentará sola por él a esos mundos.
La Alicia de mi historia puede vestir de falda y taco diez o jeans y botas; puede usar make up o ir de cara lavada; puede viajar dos horas y atravesar la ciudad por un abrazo o quedarse absorta mirando la luna. En realidad son muchas las señales que a cualquier conejo cauteloso le darían la señal de que algo no va bien, pues Alicia sueña y lo que hace no es real. La conversación que una de estas Alicias sostendría sería ficticia, extraña para cualquier conejo que se precie de normalidad.
Un buen consejo sería huir en el momento, y no prestarse para ese sueño que probablemente termine en pesadilla; pero los conejos menos advertidos suelen caer en el juego y pierden.
Sus grandes amigos suelen ser los Peter Pans, son los incondicionables que soñarán junto a Alicia y a los que ella amará sinceramente. No con la pasión por la pasión que tiene por los señores conejos blancos, sino con un amor sereno, filial, perdurable. Pero es esa pasión por la pasión que siente por los conejos blancos lo que dará calor a su vida y galopará como una fiera, como si fuera el último de sus días, perdida con una fiebre frenética que solo que calmará cuando se aburra.
Quizá ella, conocedora de cuál será el final, disfrute plenamente de la cacería en su momento: el perseguir. Cuando se dé el instante culminante del atrapar, ya sabrá amargamente lo que debe esperar, un final. Quizá un final abrupto sea la mejor solución para ambas partes, pues un final aburrido sería desastroso para los dos; ambos habrán perdido algo valioso: el tiempo.
¿Por qué los conejos blancos, con olfato suficiente para oler este peligro, insisten en comprometerse en estas situaciones fabricadas por las Alicias? Quizá porque saben que en ellas está la fantasía con la que todo hombre sueña.

Nota 1:Gracias a Maid Mariah, que se perdió en el sudmundo de la web y que nunca la volví a encontrar. Gracias por el valioso archivo de cine que dejó sin querer en manos de esta depositaria.Tenga presente mi estimada señora que siempre la mencionaré en mis oraciones y que Ud. nunca morirá.(…).
Nota 2: Gracias al señor Ologo, al Caballero Templario de Barranco y al Caballero de Estepona por el aliento que me brindaron cuando más lo necesité.

Quiero agregar algo, una Alicia puede soñar y actualizar a un Señor Conejo Blanco, pero un Señor Conejo Blanco nunca podrá hacer lo propio. El depende de ella para existir; ella no depende, tiene existencia propia. Quizá Alicia despierte y se dé cuenta de que la falsa rendición que ella hace para capturar al Señor Conejo Blanco es parte de su encanto, y cuando sea consciente de este poder ya no será Alicia y habrá perdido, lo más preciado, su infancia.

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