A raíz de la liberación de Maritza! Sí, la bailarina
Hace unos meses, me animé a comentar en un diario peruano lo que pensaba del posible indulto al criminal que tuvimos como presidente del país, Alberto Fujimori. Grande fue mi sorpresa y tengo que admitir: el susto, que me produjo recibir ciertas respuestas desagradables a mi opinión. Entre esas respuesta había una que decía “Él derrotó el terrorismo, tú que vas a saber de esa época, si tú no estabas ni en ‘proyecto'”.
Bueno, ya había nacido, sin embargo, en el ’92 año de la captura de Abimael Guzmán, cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso, yo solo tenía 6 años. Desde mi óptica de aquellos días, me parecía normal no tener luz en las noches, escuchar de “cochebombas” y que nadie debía salir en “toque de queda”. ¿Era normal eso?. Absurdo recordar que entre nuestros juegos de niños estuviera el “terroristas vs policías”.
¿Cómo fueron mis días durante esa época?, pues, yo los recuerdo así: durante los apagones, siempre había una vela en el cuarto que compartía con mi hermano menor, no sentía miedo porque allí estaba mi papá contándonos chistes y enseñándonos trabalenguas, él aprovechaba la luz de la vela para proyectar sombras en la pared y así pasábamos la noche hasta que el sueño nos vencía y terminaba con un “buenas noches papá”. Él hizo que a pesar de todo lo que pasaba en el país, no sintiera miedo y que se podía aprovechar esas circunstancias para estar más unidos.
Sin embargo, el sol no se podía tapar con un dedo, recuerdo una ocasión en la que salimos tarde mi mamá, mi hermano y yo de casa de mis abuelos, y teníamos que regresar a casa por un camino en el que no había luz o si había no iluminaba bien (mi memoria no lo recuerda con exactitud) y como era de esperarse, estaba desierto, fuimos a pie rumbo al paradero a tomar el bus, en ese momento alguien apareció de repente y robó la cartera de mi mamá, me puse a llorar y ella en su desesperación quiso perseguirlo dejándonos solos por un momento. No me acuerdo cómo regresamos al final, solo sé que sentí mucho miedo de que nos sucediera algo malo.
Ese miedo de niña limeña, jamás se comparará al miedo, o mejor dicho terror, que sintieron muchos niños que vivieron en carne propia los ataques de un grupo despiadado que no tuvo misericordia de ellos y les arrebató la vida. Miedo de muchos hombres y mujeres inocentes que perdieron la vida injustamente o que perdieron a sus seres queridos.
Años más tarde, ya terminando educación primaria, mis papás me contaron más acerca del terrorismo y cómo ellos lo vivieron en los 80’s durante su fase de universitarios nada más y nada menos que en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Marcar a un estudiante como “terruco” sólo por pertenecer a esa casa de estudios o a otras, tal es el caso de La Cantuta, ser de “izquierda”, llevar el libro del capital bajo el brazo o ser encontrado en una reunión de supuesta “apología”, era una invitación para que cualquier policía/militar lo subiera a uno a un camión con rumbo indefinido sin saber si volvería a ver la luz del día al día siguiente. Ya a finales de mi educación secundaria y durante mis primeros semestres en la universidad, decidí buscar más información sobre este conflicto interno!. Aún recuerdo que en un curso de letras del 2004 (electivo que opté por llevar para complementar mi formación universitaria), me mandaron a leer el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (emitido en 2003) y fue un “verdadero abrir de ojos y mente”, transcripciones de las manifestaciones de los familiares de las víctimas o de los sobrevivientes: tan peruanos como tú y yo!, que no tuvieron la culpa de nada! víctimas de un gobierno inepto que no estuvo para protegerlos.
Coche bombas, innumerables muertes, desesperación, caos, fosas comunes … terror. ¿Pero por qué pasó todo esto? La respuesta es simple: “Centralismo, discriminación y abandono”, oportunidad que utilizó Abimael Guzmán en Ayacucho para manipular a un pueblo olvidado a través de un mensaje de odio, incitación al uso de armas para la toma del poder del “pueblo”. Vivíamos una época en la que el Perú solo era Lima, un país lleno de prejuicios y diferencias raciales, un gobierno que abandonó a nuestros hermanos de provincias y que recién recordó que el Perú era más que Lima cuando ésta fue atacada siendo el golpe más duro en el corazón de Miraflores: Tarata.
Peruanos enfrentados, grupos militares que combatieron a los terroristas con sus mismas tácticas: violencia, muerte y destrucción. Nace un grupo criminal formado por el gobierno de Alberto Fujimori: Grupo Colina, igual de subversivo que Sendero Luminoso, técnicas brutales (masacres en Barrios Altos y La Cantuta) sin ninguna efectividad pues fue un grupo de inteligencia (sí, verdadera inteligencia) la que realmente logró capturar al cabecilla de Sendero: Abimael Guzmán. Dejando de manifiesto que el uso de la fuerza para buscar la paz nunca funcionó ni funcionará!.
Hoy vivimos en un país democrático, un país con gente que quiere salir adelante y que tiene el deber de NUNCA OLVIDAR su pasado, pues estaría condenándose a repetir su historia. Agradezco a mis padres por hacer de mi niñez la mejor época de mi vida a pesar del dolor causado por el terrorismo y contarme de lo sucedido cuando ya estaba preparada para escucharla, entenderla y asimilarla.
El Perú somos todos: Costa, Sierra y Selva. País de todas las sangres!
Joven peruano que quizás estás leyendo estas líneas, te invito a que te informes, a que leas el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que mires las noticias de aquella época y compartas!, que tú mismo tengas el juicio suficiente de señalar a quién merece estar (continuar) en prisión y que estés con ojos vigilantes porque ya muchos de los terroristas viven en nuestra sociedad:
“Maritza Garrido Lecca, lo único que deseo es que tu última danza sea en un escenario artístico y no en uno político, porque si hoy gozas de libertad es porque no pudiste ayudar más a ese grupo que quiso destruir a este país y que muy al contrario, te da la oportunidad de que continúes tu vida y que abraces a tus familiares y amigos … algo que las víctimas fatales no tuvieron.”