Estimados blogeros, a continuación unas reflexiones de Jorge Medina, contador y Country Manager Partner en Perú de Ernst and Young, publicado en el Diario El Comercio del 29 de Setiembre del 2010.
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Por: Jorge Medina
Se equivocan quienes piensan que el gobierno corporativo es una moda pasajera; este ha existido desde siempre y es contemporáneo a la empresa. Lo que ocurre es que se ha hecho prioritario debido a las enormes pérdidas causadas por malos manejos en empresas globales que buscaron, sobre todas las cosas, maximizar el valor de la acción. Esa tendencia, que se produjo en medio de profundos cambios en la forma de hacer negocios –originados por el avance de la globalización y la tecnología– y en ausencia de adecuados sistemas de administración de riesgos y controles internos, llevó a varios directivos de empresas –principalmente de Estados Unidos y Europa– a un comportamiento inmoral nunca antes visto.
Otra creencia errada es que el buen gobierno corporativo se logra a través de leyes y regulaciones. No es así. La buena conducta empresarial no se consigue por decreto. La esencia de un buen sistema de gobierno corporativo, queramos reconocerlo o no, descansa en los valores y la ética. En ese sentido, el “tone at the top” es fundamental: la máxima autoridad de la compañía debe comunicar la visión integradora de un buen gobierno corporativo. Pero no solamente es el mensaje; se requieren de sistemas y procesos destinados a tomar decisiones que permitan la trascendencia de la empresa y aseguren su supervivencia, pues no es poco frecuente la dificultad que enfrentan para lograr un adecuado equilibrio entre los imperativos económicos de corto plazo y los objetivos a largo plazo. De hecho, las presiones para cumplir con ciertas metas económicas suelen subordinar valores y principios éticos.
Toda compañía tiene una razón de ser, un propósito, a eso se le llama la misión de la empresa. El buen gobierno corporativo debe empezar con una reflexión sobre la misión, pues para lograrla exitosamente la empresa requerirá de buena gobernabilidad. En la actualidad, definir los aspectos comerciales, operativos y económicos ya no es suficiente. Sin principios éticos la empresa no logrará nunca el equilibrio que necesita para preservar su valor y reputación.
La empresa mueve al mundo. Es tan gravitante su importancia, que en muchos casos cumplen roles más críticos que algunos gobiernos. Por ello, empresa y empresarios tenemos la obligación de ser los mejores referentes en nuestra sociedad, no solo a nivel económico, invirtiendo y generando empleo, sino también en otros campos, como por ejemplo en desarrollar a nuestra gente, potenciar la innovación, colaborar con nuestras comunidades y reducir la exclusión.
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Sou Nilton Rondon Corretor de Imoveis na cidade de Itapema litoral de Santa Catarina, Brasil.