LA SOLEDAD DEL TRAIDOR

Estimados blogeros:

Interesante artículo de Jorge Bruce, aparecido el domingo 15 de noviembre pasado en el Diario La República.

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Por: Jorge Bruce

¿Qué puede llevar a alguien a una decisión tan extrema como la de traicionar el
vínculo con su colectividad? Según las declaraciones atribuidas al suboficial
FAP Víctor Ariza, lo suyo fue cuestión de dinero. Como Judas, se vendió por unas
monedas, que en esta ocasión provenían del palacio del mismo nombre. No
obstante, hay razones para sospechar que esa no es motivación suficiente para un
acto tan riesgoso y antisocial. ¿Fueron solo las treinta monedas las que
arrastraron al discípulo de Cristo a entregarlo? ¿Fueron solo los miles de
dólares los que persuadieron a Ariza de dar a los chilenos información
confidencial, que compromete la seguridad nacional?
El pensador rumano-francés Emil Cioran sostiene que si bien los individuos
estamos solos, no todos lo estamos de la misma manera ni con la misma
intensidad: “cada uno se sitúa en un grado diferente en la jerarquía de la
soledad; en el extremo se sitúa el traidor: empuja su calidad de individuo hasta
la exasperación”. Esta exacerbación de la individualidad puede ser extendida al
instinto de supervivencia. Pero aun así nos quedaríamos cortos, me parece, en el
intento de comprender la multideterminación de las causas que llevan a un
individuo a ponerse en contra del bien de su comunidad.
Como en el caso de Judas, tiene que haber un acto profundamente envidioso, de
odio a lo que representa los valores de la tribu, de desapego de aquello que nos
une y mantiene cohesionados; en suma, una radical escisión para explicar que
alguien opte por negar ese lazo fundamental y atacarlo en su esencia simbólica.
Ahora bien, ¿no es esto lo que caracteriza a los actos de corrupción que,
ignorando las necesidades de los más desvalidos, sustraen fondos que
alimentarían y curarían a millones de peruanos, por interés personal? ¿Qué es
peor, la venta de secretos militares a los chilenos o el saqueo del erario
público como lo hicieron Fujimori y Montesinos, entre otros? En el primer caso
se compromete la defensa del territorio patrio. En el segundo, se arrebata la
esperanza de vida a niños peruanos en extrema pobreza.
No obstante, la hija del corrupto sentenciado tiene una posición expectante en
las encuestas. Los partidarios de Fujimori se rasgan las vestiduras con el caso
de Ariza y los apristas y magistrados salpicados por el escándalo de Alas
Peruanas, ídem. Ni hablar, literalmente, de los Petroaudios.
Ariza no ha hecho sino seguir el sendero de quienes vienen, históricamente,
traficando con los bienes comunes en provecho personal. Sucede que los temas
militares poseen un coeficiente simbólico que los hace más volátiles ante la
opinión pública.
“Puede, afirma Cioran, que en todo traidor haya una sed de oprobio, y que la
elección que hace de un modo de traición depende del grado de soledad al cual
aspira”. Para mí, las diferencias son legales. Ambos son actos psicopáticos que
atacan al vínculo social. Solo que la comunidad no los juzga con la misma vara,
porque mientras que con los corruptos puede haber una secreta identificación
fascinada, como lo prueban las encuestas, los traidores “clásicos” son los
chivos expiatorios ideales de nuestras más recónditas inconsecuencias

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Acerca del autor

Luis Alberto Duran Rojo

Abogado por la PUCP. Profesor Asociado del Departamento de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Director de ANALISIS TRIBUTARIO. Magister en Derecho con mención en Derecho Tributario por la PUCP. Candidato a Doctor en Derecho Tributario Europeo por la Universidad Castilla-La Mancha de España (UCLM). Con estudios de Maestria en Derecho Constitucional por la PUCP, de Postgrado en Derecho Tributario por la PUCP, UCLM y Universidad Austral de Argentina. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional, del Instituto Peruano de Investigación y Desarrollo Tributario (IPIDET) y la Asoción Fiscal Internacional (IFA).

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