Estimados blogueros:
Posteo unas reflexiones “geniales” de Patricia Del Rio, bajo el título de “Cacha, Pinguita y el Colorao”, aparecido en el Diario El Comercio del 25.07.2014. Vale la pena leerlo hasta el final, porque además de estar bien escrito, es una foto de lo que está pasando en el país y nos hace evaluar muchas cosas.
Siento que hace muchos años, cuando eramos más jóvenes y culminaba la dictadura fujimorista, pensábamos que esto que estamos viviendo hoy no volvería a (y no debería) ocurrir. Capaz no fuimos lo suficientemente creativos, nuestros errores primaron, o la naturaleza humana no permitió pasar la página, y hacer que las cosas hoy sean diferentes.
La cuestión es que esto que estamos viviendo en el Perú en los procesos electorales, y me atrevería a decir en el mundo entero, no es una democracia, y no sirve a la formación de las sociedades y al desarrollo. Creo que hay que pensar como volver a darle vuelta a todo esto.
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Por: Patricia Del Rio
Todas las semanas leo una o dos columnas que se plantean la duda de ¿por quién votar en estas elecciones municipales y regionales? La pregunta es más que pertinente, pues ante la variedad de candidatos y proliferación de la oferta el ciudadano anda absolutamente desconcertado. En ese contexto, uno tendría que esperar, mínimamente, mensajes claros. Elementos que convenzan al elector de por qué votar por este y no por el otro. Sin embargo, en muchos casos, solo encontramos caras sonrientes en enormes carteles, acompañadas de frases anodinas que no nos aclaran el panorama.
A ver, cómo explicar que lo mejor que se le ha ocurrido a Jorge Muñoz para su reelección en Miraflores es poblar el distrito con su foto rodeado de vecinos y el eslogan “Vao Colorao”. A dónde “Vao”, ¿alguien nos puede explicar? Y cuál es el mérito de ser “Colorao”. Como bien señala mi amigo miraflorino Eduardo Adrianzén, dan ganas de escribir en el cartel un “Ya hueon” para estar a la altura de tan elaborado mensaje y dejar sentado que lo captamos. En San Isidro, el candidato Manuel Velarde, un joven valor del PPC, ha decidido promocionarse usando un rasgo característico de su rostro: un par de cejas continuas que le unen los ojos. Vamos, en serio, esto está más creativo: al lado de frases como “seguridad entre ceja y ceja”, aparece un enorme dibujo de las cejotas de Velarde que más parecen bigotes. Hasta ahí todo muy interesante, pero ya escuché a más de una señora despistada decir que ella va marcar en la cédula el símbolo ese de la ceja poblada (plop).
Un poco más osados para utilizar un rasgo que lo define es el señor Esteban Cacha, candidato a la alcaldía de Chimbote por el Movimiento de Acción Nacionalista Peruano que, como verán, tiene un apellido, digamos complicado. ¿Y a que no adivinan cuál es su eslogan?, pues ahí les va: Esteban CACHA con el Pueblo. Escrito así, todo en mayúsculas para que nos quede clarito. En Ica, en cambio, el señor Víctor Seminario, que busca ser alcalde del distrito Pueblo Nuevo, no usa su nombre sino su peculiar apodo, y su frase vendedora dice así: “Pinguita a la alcaldía”. Sin comentarios.
Hay varias categorías y locuras más (“Perú 21” tiene en su web una pintoresca colección de chifladuras electorales), pero hay una a la que deberíamos prestarle especial atención: los que se promocionan ofreciendo justo lo que no deberían. No sé ustedes, pero a mí esos letreros de Susana Villarán, con la frase “Susana, sí se atreve” me hacen pensar automáticamente en “se atreve a postular a pesar de que prometió que no lo haría” o “se atreve a ir con Pilar Freitas en su lista”. Por último, no podemos dejar de mencionar los mensajes de Solidaridad Nacional prometiendo que ahora sí se encargarán de arreglar el tránsito. Esos ya no dan risa si no muchísima cólera. “El ordenamiento del transporte será una realidad en mi gestión”, promete Castañeda, ya a uno le dan ganas de gritarle: “¿Y a ti reciéeeen se te ocurre?”.
Anécdotas más, anécdotas menos, según datos del JNE son 14.171 listas inscritas para las elecciones del 5 de octubre. Eso quiere decir que hay más de 14 mil peruanos dispuestos a inundar las ciudades con sus caras sonrientes perfectamente ‘photoshopeadas’. Así que nos atrevemos a pedirles un favor: esmérense, pues. Un poquito, aunque sea.
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